Ante la inminencia de un nuevo gobierno neoliberal, vale la pena considerar que la resistencia civil es una opción que el pueblo, la chusma, la gente, no ha usado en toda su magnífica extensión y posibilidades.
Una cosa es marchar de manera periódica creando hechos políticos significativos que desembocan en alarmas que el sistema considera para sus correcciones, y otra, hacerle la vida imposible al mismo sistema.
Es notable la capacidad del modelo para adecuarse a las condiciones cambiantes en las cuales desarrolla, sin contrapeso alguno, su cultura que está haciendo de este país, un país de mierda.
Sus sostenedores se dan el trabajo de adelantar escenarios y simular opciones que arrojen qué tipo de medida corresponde según el tipo de revoltoso que enturbia las prístinas aguas neoliberales.
En esas oportunidades, la cosmética juega su rol, y también la mentira y la cooptación de otrora revolucionarios hoy devenidos en hombres y mujeres de Estado, atentos a colaborar con la pacificación del país.
Así, resulta comprensible que la presidenta de la CUT no haya dicho esta boca es mía en sus encuentros risueños, amistosos, yanaconas con los representantes de los hombres más poderosos y millonarios del país, que es como decir con todas las maldades juntas, respecto del conflicto portuario.
Ni que esa anquilosada maquina de negociar por el lado, la ANEF, no haya levantado la voz que exige para sí cuando negocia dos chauchas con los gobiernos.
O que el Colegio de Profesores no haya dicho su opinión respecto de las movilizaciones anunciadas de los estudiantes para el 22 de marzo.
Todo indica que estas organizaciones jugarán para el orden. Y el juego de gobernar con un pie en el gobierno y otro en las calles, no fue sino una declaración de pasmosa desvergüenza.
El rol esencial de la siguiente administración es parar lo que ha venido ortigando un camino hasta hace poco flanqueado de rosas. Para el efecto, echará mano a la técnica infalible de la impunidad para intentar reparar los daños del modelo, con mucho más modelo, sin que les valga un coco de mono.
Pero la presión acumulada en importantes sectores sociales, que no salen de la concha de un loco sino como efecto de la construcción de un país insano, no se difumina inofensiva y miserable, con más, incluso con menos de lo mismo, ni con los mismos y para los mismos.
Se abre paso la necesidad de gestar un estado de tal efervescencia social, que nada de lo que hagan les sea fácil ni gratis. Ni que caminar sea sin pagar un costo. Ya vemos que los poderosos son capaces de perder y mucho con tal de mantener el peso de sus principios intactos. Es cosa de ver lo que sucede en los puertos: no es plata lo que está en juego, son principios: la huelga no puede ser un instrumento de triunfo de los trabajadores.
Lo que se viene es mucho más de lo mismo, ofertado como si no fuera nuevo y generoso. Y les va resultar relativamente fácil cubrir los efectos indeseables del modelo por la vía de cubrir con dinero esas aristas. Pero no se van a tocar las deformaciones que esta cultura tiene en sus estructuras, responsable final de un país de baja calidad humana.
La duda de todos reside en cuánta profundidad tiene el movimiento inorgánico, anárquico, desordenado, acéfalo, miope, que ha sido capaz de traer las cosas hasta aquí. Y qué capacidad tiene en el mediano plazo para levantar objetivos, programas, horizontes que den dirección a un movimiento cuya fuerza se deflagra porque no se concentra en un solo propósito.
Se ha probado que los sostenedores del sistema también sienten. No son caballo y jinete una sola cosa. Son mortales y sufren. Y una vez desmontados de sus corceles financieros, son gente que come, bebe y caga.
Y en todas las anteriores experiencias, se ha visto que amenazado su principal capital, el silencio de sus víctimas, pierden el control, se les sale lo facho, no saben cómo sentarse a la mesa, se pone estíticos y les da por largase de este país de mierda desagradecido.
Mala cosa el advenimiento de dirigentes estudiantiles, chicos y chicas rudas y valientes, como las que harán su aparición en lontananza en breve. Las oficinas secretas estarán recabando sus historias a la siga del dato preciso que les pueda servir para intentar su silencio o su moderación.
Y, peor aún, que estos estudiantes, enemigos naturales de los grandes depredadores, anuncien articulaciones con algunos trabajadores y pobladores de los más pasados para la punta.
A menos que consideremos el actual estado de cosas como eterno, en algún momento las tensiones deberán acumularse al extremo de imponer un nuevo estado de cosas capaz de disputar mayores espacios de poder por la vía de imponerlo de la única amanera que existe: esgrimiendo la mejor de la razón, expresada en la mayor de las fuerzas.
Se trata de saber cuánta capacidad puede llegar a tener la gente para hacer ingobernable todo lo que venga. Para que les salga cara arrogancia y deban pagar un costo mayor por la soberbia. Que respirar les sea complicado. Que seguir llenándose sea al costo de que le escueza el orto, porque hasta ahora, se las han llevado pelada.