Diciembre 28, 2024

Aquellas pequeñas cosas

Comienzo el nuevo año escuchando la voz Serrat: “son aquellas pequeñas cosas, que nos dejó un tiempo de rosas en un rincón, en un papel o en un cajón”…Comparto con él voz y versos, y presiento la nostalgia, el sentimiento dulce de las cosas pequeñas que me ocurrieron en el tiempo que se fue y que me vuelven en forma de sonrisa o de lágrima.

 

            Algunos le llaman balance vital, pero yo quiero acercarme a la sencillez y declararlas como “aquellas pequeñas cosas” que se han ido quedando enredadas a la vera del camino. Debo clarificarme para intentar retomarlas o para dejarlas en el altar del recuerdo o en la nebulosa del olvido.

            Por ejemplo, me asoma la sonrisa cuando recuerdo las veces que le dije ¡Te quiero! a la mujer amada. No las suficientes, como se merece. O cuando estreché a mis hijos contra mi pecho, haciendo eternos los minutos que estoy con ellos, contagiándoles latidos de amor.

Pero se me queda en el tintero abrazar a mis hermanos y sonreir con ellos viendo un partido de fútbol, en vez de provocarles diciéndoles que me gusta el equipo rival.

            Como Serrat, me dejó un tiempo de rosas el retomar la profesión microfónica querida, practicada con la sonrisa en los labios. Eso lo nota el oyente y también sonríe, imaginando sus propios jardines floridos.

            Hemos dejado en un rincón lo que nos produjo lágrimas, para retomarlas en la soledad de lo íntimo, como escondiendo el sentimiento que brota con el recuerdo. Pienso en el amigo querido que nos dejó de pronto, en el fulgor de su vida. Nos quedamos mirando al vacío con incredulidad, sin conseguir comprender el por qué él, teniendo tanto por vivir, tanto que aportar…

            Y guardamos en un cajón aquel tesoro escondido, aquel pensamiento sublime de la consecuencia íntima que no rebelamos, por temor al fracaso trasnochado de ideas compartidas de un pasado que no se va.

            Hay tantas pequeñas cosas que conforman nuestro cotidiano vivir, que es bueno de vez en cuando echar la vista atrás. Pero nunca tratar de volver a pisar la misma ruta, porque es imposible. Siempre estirando la mano de la autocrítica para recuperar lo valioso que se nos cayó y reactivarlos para corregir los rumbos.

            Parafraseando los versos que nos canta Serrat, uno se cree que aquellas pequeñas cosas las mató el tiempo y la ausencia, pero te acechan detrás de la puerta y se te aparecen para que las revivas con una sonrisa o una lágrima, cuando nadie nos ve.

Publicado en Diario Crónica de Chillán

 

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