Una campaña llena de afectos y compromisos. Los comandos fueron apareciendo por todos los rincones de la patria y todos sabían que sería un recorrido a pulso, sacando los recursos desde el generoso fondo de la solidaridad y el compromiso. Las calles serían el natural encuentro de los esperanzados, con sus marchas, carteles y bandas, aquellos a los que las grandes cifras económicas los hacen invisibles.
Todo nacía natural. Tantos años viviendo en un país heredado de la dictadura, con ese pasado que está presente en cada esquina, cuando un joven ingresa a la universidad ya endeudado, cuando un obrero está desvalido frente a sus derechos, cuando las mujeres chilenas ganan un 20% menos por su condición de género. Miles de chilenos radicados en el exterior sin derecho a voto. Hospitales y consultorios precarios y sin condiciones para entregar atención digna y de calidad.
Lentamente se fueron juntando los que insisten en convocar a una Asamblea Constituyente (AC) para una Nueva Constitución, los que están convencidos que la nacionalización del cobre hará de Chile un país con los recursos suficientes para asegurar derechos fundamentales para millones de chilenos, como la educación y la salud gratuita y de calidad. Se levantaron con fuerza las banderas que denuncian el grave problema del agua, el robo que hacen las mineras de tan fundamental recurso natural, en desmedro de miles y miles de ciudadanos condenados a la sequía y que está actualmente privatizada. La recuperación del mar en manos de unos cuantos carteles familiares, con patentes de corso entregadas por los hijos del binominal.
Ordenadamente se fue insistiendo que la soberanía de la patria está en peligro en la medida que los grandes recursos están en manos privadas, cuando más de nueve millones de chilenos mensualmente ahorran en un sistema previsional que solo tiene como sentido hacer más ricos a los grupos económicos que sostienen las AFPs. Los dineros de los ahorrantes se pasean tranquilos por las bolsas de valores y por las grandes calles de Wall Street.
Todo hacía ver y pensar que se estaba en un proceso potente. El Juntos Podemos era ya historia y en esta nueva elección presidencial había que levantar nuevamente las urgencias políticas, sociales y económicas, dar pasos más o menos parecidos a tantos dados en otros periodos anteriores, esa hoja de ruta que ha escrito la izquierda y el movimiento popular. Se fueron juntando movimientos y colectivos políticos con abierta disposición unitaria, y el peaje era trabajar en una campaña libre, democrática, y unitaria.
Chilenos dispersos por el mundo empezaron a juntarse y propagaron que en Chile había una posibilidad de instalarse/construir en la historia, de dar un golpe de mano, de hacer que la voz de tantos y tantos no anden arrastrándose entre las piedras perdidas.
Se fueron sumando algunos trabajadores, fueron aportando desde sus organizaciones porque durante años han debido a enfrentarse a los patrones, a los dueños de los bancos y en esas batallas hay saber ganarlas, en realidad todo estaba bien instalado, bastaba con hablar para despertar al dormido, y organizar al despierto. En las poblaciones aparecieron fotos de la campaña y las 10 medidas…… levantaban la voz
Y hay que decirlo…..
Se agradece a todos los compañeros y compañeras que sumaron todos sus esfuerzos sin pedir nada, a los que creyeron que el candidato era el hombre que resumía todos los recorridos de anteriores dirigentes y candidatos.
Pero en la historia los líderes deben jugar el rol de articulador, se juegan por sumar proyectos, deben saber escuchar, sencillamente porque son el instrumento que tienen los pobres, los sencillos y desposeídos para que levante su voz, para hacer públicas sus penas y miserias. No es común ver en el trabajo político tan especial como el presidencial a personajes mesiánicos y vanidosos. Un viaje a la historia nos lleva a quien fuera presidente en 1970 y da las señales más claras, deja al descubierto a los que llegan sencillamente para darse un rabioso gusto personal.
La izquierda ha sido tantas veces golpeada y apaleada por apostar a un proyecto más solidario, justo y democrático, eso de colocarse de frente a los que sostienen ser los dueños de la patria lo ha pagado caro y dolerá hasta el tiempo de todos los tiempos.
Estos esfuerzos enormes como es levantar una campaña presidencial, cuando el día se hace pequeño buscando puertas para que se sumen a la victoria, deben ser consecuentes y democráticos. Una campaña presidencial es un proyecto colectivo, masivo. Todo se construye en lo cotidiano tratando de estar lo más lejos del egoísmo, de la vieja política mediocre y miserable, maniquea…. desde abajo y hacia la izquierda dijeron los conjurados. Deleznable es si una campaña se monitorea desde unos cuantos mediocres y aparecidos, eso fue lo más parecido al desprecio a los que estaban en las calles pegando carteles.
El sectarismo y lo obtuso fueron minando los esfuerzos. Lentamente los comandos se sintieron abandonados y utilizados, personas/voluntarios que se sentían agredidos por el círculo cercano del candidato y por el candidato mismo. Es sin lugar a dudas la campaña presidencial que más alejada estuvo de la dignidad, del respeto y de los trabajadores; vale colocar el ejemplo de ningunear a Luis Mesina, dirigente acostumbrado a dar batallas contra los dueños de los bancos, y esto no es un detalle, es un asunto no menor.
Pero finalmente ya se sabe lo que han hablado los números, y es lo más precario que le sucede a la izquierda y los que acompañan este asunto. No se puede dejar pasar cada detalle de esta batalla porque desde hace decenios y cada cuatro años se sale a la calle para escribir en el muro de los tiempos todas las necesidades y de las urgencia para un nuevo tiempo.
En todas las organizaciones habitadas por el hombre existen los conflictos pero no es aceptable la falta de respeto que practicaron personajillos aparecidos con prácticas políticas añejas, estalinas, socialistas de tumbo en tumbo, confesiones que se pensaba estaban superadas. Esta campaña que solo llegó a un solo digito fue una invitación amplia para un Chile nuevo democrático y solidario. Lejos se está de la dictadura del proletariado….. el muro cayó y de podrido. Los pasos se van construyendo con una visión de país amplia, integradora, lo menos excluyente posible, generosa por decir lo menos.
Era natural que se esperaran mejores números, finalmente en cientos de comunas se instalaron esos calendarios de una vida mejor, de vivir con más derechos consagrados, de no tener que sacarse el sombrero frente al patrón.
La izquierda debe pensar todo, lo que no significa partir de cero. Se han dado pasos potentes en estos días, Gabo Boric, que fuera tratado de traidor se hace diputado y nos recuerda a Luís Emilio. Las altas votaciones de Farfán, de Fco Figueroa, de Claudia Torres, Luis Soto. Es la hora entonces de seguir en la calle, se hace urgente invitar a los trabajadores, a los mineros y empleadas de casas particulares, a los trabajadores de la cultura, deben estar los campesinos con los trabajadores agrícolas, a las temporeras, a los pirquineros.
Nadie intenta repetir de forma mecánica otros proyectos de América Latina, pero hace algunos años, miles de uruguayos de dieron la tarea de ir a tomar mate a las poblaciones, sencillamente para escuchar la voz del pueblo…… para aprender.
Lección aprendida…….nunca más de esta forma.