El 23 de agosto de 1973, el comandante en jefe del Ejército y ministro de Defensa de Chile, el general Carlos Prats, presentaba su dimisión ante el presidente Salvador Allende después de que el día anterior una protesta de mujeres le increpara junto a su ventana cuando reposaba de una gripe. Entre las manifestantes se encontraban las esposas de algunos de sus generales, así que Prats, en el convulso país andino de los 70, exigió a sus generales que se pronunciaran públicamente sobre si estaban con él o contra él. La respuesta le llevó a dimitir entre sollozos sentado en un sofá del Palacio de la Moneda.
Después de tres años al frente del cargo y habiendo sufrido una furibunda campaña de desprestigio por parte de los medios de la derecha y todos los sectores de la oligarquía chilena, que orquestaron huelgas sectoriales para forzar la dimisión del gobierno de la Unidad Popular de aquel país que caminaba rumbo al socialismo sin pasar por las armas, Prats se derrumbó y, a petición de Allende, pronunció el nombre del que pensaba que sería el mejor candidato a su sucesión: Augusto Pinochet, un nombre que tiñó de sangre los siguientes años de la república y cercenó las libertades de Chile durante 17 años, eliminando cualquier atisbo de comunismo.
La historia la recuerda a la perfección Joan Garcés (Llíria, Valencia, 1944), licenciado en derecho, doctor en ciencias políticas, jurista, profesor y una enciclopedia viviente de los tres años de gobierno de la Unidad Popular en Chile, siendo un cercano asesor del presidente Allende desde 1970 hasta que éste se quitó la vida en el Palacio de la Moneda, hace 40 años.
En la presentación, este jueves, de su libro Allende y la vía chilena. Las armas de política (Siglo XXI), que coincide con el 40 aniversario del golpe de Estado en el país andino, Garcés no ha escatimado en anécdotas sin dejar de incidir en la importancia de aquella experiencia para la América Latina actual.
“Los periódicos chilenos explicaban cómo se tenía que montar un golpe militar contando el caso español” Un libro que el sociólogo y politólogo de la Universidad Complutense Marcos Roitman no ha dudado durante su introducción en calificar de “clásico”, por la vigencia de sus tesis 35 años después de su primera edición. Una obra, ha dicho, “trascendental para los estudiantes de ciencias políticas, sociología y para todo el mundo militante”.
La presentación ponía el broche final al ciclo de conferencias en homenaje a la figura de Allende y el proyecto político de la Unidad Popular que el Centro de la Diversidad Cultural de Venezuela en España había organizado con motivo del trágico aniversario.
En su intervención, Garcés no ha podido evitar encontrar múltiples paralelismos entre lo que sucedió en el Chile del 73 y el levantamiento militar de Franco contra la II República, salvando las diferencias. “Los periódicos chilenos explicaban cómo se tenía que montar un golpe militar contando el caso español”, ha asegurado.
Y no encuentra similitudes sólo con la asonada, sino también con la transición de la dictadura a la democracia. “La transición de Chile tras Pinochet siguió el modelo español. Franco nombró sucesor al frente del Ejército a otro cargo vitalicio [el rey] y ajeno al control de la soberanía popular. La adaptación de Chile en los 90, dejó la Fuerzas Armadas en manos de los propios militares y no de órganos representativos”, ha explicado.
Del mismo modo, el autor critica ambos sistemas electorales adoptados tras la dictadura. “En la España del 77 se adoptó el sistema de listas cerradas en circunscripciones provinciales. En Chile, el llamado sistema binomial consigue el mismo resultado: controlar al electorado”, ha apuntado Garcés.
El autor ha recordado la relación entre la oligarquía, los medios de comunicación, los empresarios estadounidenses que operaban en Chile y los servicios secretos de EEUU, que entre todos, orquestaron el golpe del 73 y ha advertido de que esa relación continúa existiendo “ahora mucho más desarrollada”. Para ello se ha referido al caso Snowden y a la cantidad de datos que los grandes de Internet poseen sobre los usuarios. “Si en los próximos años hay un gobierno con otros criterios políticos y unos principios morales con menos escrúpulos, da pánico pensar que pueden crear un sistema represivo mucho más eficaz”, piensa Garcés.
“Allende debió asegurar la legítima defensa del Estado desde el primer día, pero tomó medidas insuficientes y tardías” También ha habido lugar para la crítica al gobierno de Allende. Un error del que, ha asegurado, ha aprendido la nueva izquierda latinoamericana y que no es otro que “la ausencia de una “política de defensa”. “Al igual que ocurrió en la España de 1936, en Chile, quienes perdían el poder por medio de la democracia recuperaron lo perdido a través de la insurrección armada”, ha argumentado Garcés. “No es que fuera previsible un golpe de Estado, sino que hubo más de una docena de intentos en los tres años de Gobierno”, ha dicho. Unas intentonas que fueron evitadas por las propias Fuerzas Armadas, que según Garcés “eran mayoritariamente leales a la democracia”. “Allende debió asegurar la legítima defensa del Estado desde el primer día, pero tomó medidas insuficientes y tardías”, sentenció el escritor.
En ese sentido, ha recordado cómo Allende seguía “con angustia” por la radio el golpe militar contra el presidente de Bolivia Juan José Torres en 1971 “sin poder hacer nada para evitarlo”. “El caso de Bolivia en 2008 muestra una de las grandes diferencias respecto al 73”, ha asegurado, en referencia a la crisis que a punto estuvo de acabar con el gobierno de Evo Morales. “La unión de los países latinoamericanos evitó el golpe de Estado”, ha dicho refiriéndose a la cumbre de la UNASUR (Unión de Naciones Sudamericanas) que respaldó al gobierno de Morales.
“Ahora América Latina está preparada para la intentonas golpistas”, piensa Garcés.