El viejo e invisible lápiz de la historia escribe a fuego: fue un presidente de derecha el que mandó a cerrar el penal Cordillera.
El penal Cordillera es un centro de reclusión 5 estrellas que cobija a 10 militares condenados por haber sido ideólogos y ejecutores de la masacre más terrible de la historia de Chile. Los ilustres prisioneros o “pasajeros” de Cordillera, entre los que se cuenta Manuel Contreras, Miguel Krassnoff Martchenko, Pedro Espinoza y Marcel Moren Brito, disponen de cómodas cabañas, cancha de tenis y quinchos para asados, entre otros beneficios.
La construcción de los penales Cordillera y Punta Peuco son parte de las negociaciones secretas que realizaron militares y clase política en el Chile de los noventa. Un acuerdo en el que se pactaba la rendición de altos mandos de las fuerzas armadas (a quienes ya se les había declarado culpables por crímenes, torturas y desapariciones) a cambio de que llegarán NO a penales comunes, sino que a estas agradables “termas” custodiadas por gendarmería.
Si bien la habilitación del penal Cordillera correspondió a una ley que aprobó el parlamento de la época (tarea para la casa investigar quienes fueron los parlamentarios de la época que votaron a favor) el Presidente de la República de entonces, Ricardo Lagos Escobar, obedeció sin chistar la ordenanza que entregaba un hotel a los criminales de la dictadura. Lagos ni siquiera uso su dedo meñique para impedir o denunciar esta injusticia.
Y tuvieron que llegar los pesados 40 años del golpe para que prensa y TV desempolvaran las imágenes prohibidas. En el contexto de este último 11 de septiembre fue que CNN Chile entrevistó al más ilustre de los pasajeros del penal Cordillera, Don Mamo. Entonces el ideólogo de la operación cóndor se fue de tarro y reconoció que aquel, era un lugar grato. Tuvo que aparecer una minoría de ancianos pinochetistas proponiendo un homenaje al pasajero Krassnoff (mismo homenaje que le rindiera Labbé) para que algunos parlamentarios y ex presidentes aparecieran cuestionando los vergonzosos beneficios del penal.
Entonces, el jugador de ajedrez político más hábil de los últimos tiempos apareció en gloria y majestad. Sebastián Piñera sabe que Chile se ha movido hacia el progresismo y la izquierda, por lo mismo es que no ha dudado ni un minuto en sacar los chicles pinochetistas escondidos por la concertación debajo de la mesa. Apareció Piñera y cerró el penal Cordillera.
Y es que Piñera es paciente y sabe que la venganza tarda pero llega. La venganza hacia los que tantas operaciones en su contra realizaron. Hacia esa derecha militar que le espiaba su teléfono y le secuestraba a su hijo. A esa derecha hoy la tiene en un desmantelamiento total. Y también la venganza a una concertación de la que siempre quiso ser parte, pero nunca fue bienvenido. Hoy Piñera cierra el penal que la concertación construyó a los asesinos y torturadores de sus propios compañeros. Para la concertación, el cierre del penal Cordillera a manos de un gobierno de derecha, es una patada en los testículos.
Porque Piñera como buen jugador inescrupuloso no tiene mochilas ideológicas, solo ansias de vértigo y éxito. Porque Piñera sabe que su única posibilidad de optar a la reelección el 2017, es liderando una derecha democrática y alejada de cualquier resabio dictatorial. Porque Piñera entiende que las acciones que hoy están a la baja, en un mal gobierno de Bachelet pueden subir como espuma. En el poco tiempo de mandato que le queda, Piñera arremeterá con gestos simbólicos. Gestos que le ubiquen a la izquierda de la UDI y a la par del mayoritario nuevo Chile, ese país de sentido común progresista y anti-dictadura.
Cuando los niños del futuro busquen en Wikipedia a Sebastián Piñera, encontrarán entre sus principales obras, el cierre de la cárcel 5 estrellas que en periodo de concertación, se habilitó a violadores de derechos humanos.
Habría que preguntarse ¿Querrá Bachelet cerrar Punta Peuco?