Diciembre 26, 2024

La política, la sátira y la amenaza

En los últimos días he recibido respuestas, desmentidos y amenazas, al parecer de fuera de Chile, por mi columna “Rápida plática Matthei-Payá”, publicada en clarín.cl el 15 de agosto 2013.

Al principio se afirmó que esta columna no había sido escrita por mí sino por oscuros servicios castristas. También que ella había sido tipeada en una secreta oficina, con dirección y todo, de La Habana. Ahora la amenaza: que no, que el escribidor es un plumífero “Mercenario de Castro” en Chile, y que me van a “imponer su justicia”.

 

No voy a desmentir este último ataque. Desde hace muchos años escribo sin remuneración alguna, ni de Castro, ni de cooperativa.cl ni de clarín.cl ni de nadie. El epíteto de “mercenario de Castro” es un ataque inconsistente, de encapuchados de la red, que repiten, sin querer queriendo, injurias de ese tipo que se suceden, de vez en cuando, desde 1963 (mi primer viaje a Cuba) y que incluyen felonías del periodo de la dictadura chilena.

 

Parto por decir de quién se trata. Es una obligación.

 

Escribo columnas de opinión desde hace más de 50 años. Lo he hecho en Chile, abiertamente, y lo he hecho desde el obligado exilio de 11 años, también con mi firma. He escrito libros con mis historias y mis opiniones. También sobre Cuba, país en el que viví desde 1978 hasta 1984. Los medios progresistas de mi país y los del extranjero en que he escrito pueden certificar la limpieza de mi pluma.

 

Desde su inicio me identifiqué con la Revolución Cubana pero nunca he caído en la genuflexión. Sigo apoyando la autodeterminación de Cuba y criticando toda injerencia exterior. Sus logros sociales son inéditos en la historia de nuestro continente. Me preocupa, como a todo observador de izquierda, su futuro. Enviado por Ercilla para cubrir la visita de Juan Pablo II, publiqué en esa revista entrevistas al Secretario de la Conferencia Episcopal, a Monseñor Carlos Manuel de Céspedes y a Elizardo Sánchez, cabeza de un movimiento opositor más relevante que el que encabezaba Osvaldo Payá, teniendo ellos dos muy bajo apoyo ciudadano. He escrito también de Cuba en Análisis, Apsi, Fortín Mapocho, La Nación, La Época, Punto Final y ahora en clarín.cl

 

No pertenezco al submundo que funciona por debajo de la ética, ni en política ni en periodismo. Ni tampoco al de los fanáticos que escriben con odio y anteojeras.

 

Ahora, sí, he recibido, por mis opiniones y mis columnas, destierros, secuestros, juicios ilegales (en dictadura) y amenazas de muerte (también en democracia). Espero que, a estas alturas, semi-retirado de la actividad política y publicando de vez en cuando en medios de Internet, esa persecución antidemocrática y antiperiodística se haya calmado.

 

Hay quienes, fanáticos montados en cólera, han “desmentido” con furia, el cuento hecho columna que escribí y publicó clarín.cl

 

Desmienten lo que no se puede desmentir. Lo que no cabe desmentir. No se puede desmentir lo indesmentible.

 

Bracitos Cortos” es una caricatura. Los personajes de la comentada columna, también.

 

Para cualquier lector sensato, mentalmente equilibrado, normalmente inteligente (y para ellos escribo) está claro, al leer mi cuento hecho columna, que no contiene una transcripción de la entrevista que las dos políticas tuvieron. Ni yo lo intenté ni hay capacidad tecnológica, a distancia, para intentarlo. Es una caricatura, una sorna. La buena caricatura es subjetiva y no realista, no es fotografía, pero recrea el personaje y hace creer que de él se trata, al extremo que los miopes llegan a desmentir lo que aparecen diciendo.

 

Es sólo una socarronería, de limitado alcance, al parecer.

 

Apunta, claro, a criticar cualquier diálogo político camaraderil y publicitado entre una fascista y una que se reclama libertaria. A debilitar, si fuere posible, la candidatura del extremismo derechista en mi país. A develar la ignorancia política de ambas.

 

Es criticable que una figura nueva de la política cubana estreche la mano de alguien que pertenece a un grupo chileno que atropelló nuestros derechos humanos y es partidaria del castigo y el bloqueo a Cuba, del que su padre fue contrario, y que siempre hemos condenado.

 

No creo que ese encuentro sea un encuentro democrático. La derecha chilena no está por un desarrollo democrático ni en Cuba ni en Chile.

 

Las referencias costumbristas a Cuba que aparecen en la columna se basan en que viví allí mucho tiempo y sigo su evolución; la de los luteranos allí, a que leo google.

 

Por otro lado, soy de los que piensan que todos los crímenes políticos deben ser aclarados y sancionados, aquí y en el exterior. Todos, el de Neruda, de Frei, de Bachelet, de Tohá, de nuestros detenidos desaparecidos. Todos, también los del extremismo cubano, que hoy levanta la figura de Osvaldo Payá, que jamás se identificó con él.

 

Mi larga vida pública es clara. La de los que me amenazan, no.

Insisto y resumo. Tomo de la Real Academia Española.

Ironía: burla fina y disimulada.

Sarcasmo: ironía mordaz y cruel con que se ofende o maltrata a alguien o algo.

Sátira: escrito cuyo objetivo es censurar acremente o poner en ridículo a alguien o algo.

 

Algunos, sensatos, pudieron ver en mi columna ironía, otros, sarcasmo; yo intenté esta vez sólo una sátira.

 

Si dolió a quienes aplauden el intervencionismo en Cuba desde Miami, por algo será.

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