La situación política se nos hace confusa, contradictoria y a veces francamente una entelequia. Neoliberales hijos pródigos de la dictadura promoviendo un Chile Justo, comunistas adorando lo que habían quemado, socialistas que repudian el socialismo, víctimas de la represión defendiendo al “tío Fernando”, disconformidad política generalizada en medio del crecimiento económico, Piñera presidiendo la Celac. La mentira es parte de la política, pero hoy parece cubrirla toda.
¿Cómo distinguir apariencias de realidades en esta complejidad? Creo que el método de análisis marxista permite aclarar con mucha certeza lo que estamos viviendo.
La economía es lo que permite “en última instancia” entender el resto de la realidad social
Entre 1970 y 1973, con muchas adversidades nacionales y desprovisto de apoyos internacionales significativos un gobierno de firmes convicciones revolucionarias y gran densidad ética intentó crear una sociedad socialista para sacar a Chile del subdesarrollo. La clase trabajadora casi sin intermediarios pasó a tener un control hegemónico en la economía que era saboteada en gran escala. Consiguió dos modernizaciones formidables. La nacionalización del cobre y la reforma agraria. En una síntesis perfecta de las leyes de hierro de la lucha de clases la conciliación se hizo imposible y el dilema fue revolución o contrarevolución.
Impuesta esta última se desata un genocidio que es producto no sólo de la perversidad patológica de sus ejecutores sino y por sobre todo una necesidad histórica de las clases dominantes de dar una lección inolvidable por generaciones a una clase social entera. Esto transformó a la tradicionalmente democrática burguesía chilena- en comparación con sus pares del continente- en la gestora del más vasto terrorismo de estado.
La confrontación tiene y tuvo un aspecto medular: la propiedad de los medios de producción. Todo lo otro es accesorio. Por eso muchos golpistas del 73, entre ellos los norteamericanos y los democratacristianos, son partidarios del NO el 89. La superestructura política importa con relación a la propiedad y la dominación económica.
El golpe de estado fue un acto de fuerza para reponer la propiedad y la dominación económica perdida.
La concertación es la continuación de la dictadura en lo económico por otros medios.
En lo político cuando los socialistas renuncian al socialismo el entendimiento con la DC era inevitable.
La acumulación originaria del capital se dio tal cual se describe en el Libro Primero de “El Capital· de C. Marx. Primero el crimen y luego la acumulación del capital. Todo esto en tres actos: las privatizaciones armadas del año 1975, el saqueo al estado de Chile asumiendo la deuda privada de los bancos en 1982 y la enajenación de nuestro cobre por la Concertación. Nada de ello fue posible sin el terrorismo de estado.
La concertación restableció la legitimidad social del modelo capitalista, peor aún lo hizo en relación a su versión más extremista, el neoliberalismo.
La concertación en dialéctica aparente de oposición a la derecha y en relación real de colaboración con ésta pasó a conformar una clase política única que en lo esencial administra el modelo. Los empresarios “amamos a Lagos” han dicho los dueños del Chile real, y la concertación recibe apoyo económico de los grandes grupos monopólicos. Sus dirigentes señalan explícitamente que ellos garantizan la paz social. El sistema de dominación ha alcanzado grandes niveles de coherencia y funcionalidad.
Chile vive un periodo de molestia social, que si es aprovechado por una fuerza subjetiva audaz e inteligente puede derivar en crisis (cuando el poder ya no se puede ejercer por los mismos, del mismo modo y con los mismos fines).
La acumulación de capital ha tenido tres problemas que explican la situación actual de deslegitimación y que han redundado en el entrabamiento de su propio desarrollo.
1.- De una parte la dominación ha sido tan brutal desde los bajos salarios, las AFPs, las Isapres, la transformación de todos los derechos en mercancía que el consumo interno tiene un crecimiento que no acicatea el desarrollo de las fuerzas productivas. Esto se ve aumentado con la incorporación creciente de trabajadores extranjeros aún más baratos que la obra de mano nacional.
2.-El aumento del producto tiene una sola y gran explicación, el aumento sostenido del precio del cobre.
3.- La gigantesca acumulación de las AFPs se reinvierte en entidades financieras en el exterior por lo que Chile no crea una base económica sólida y diversificada.
Este modelo de acumulación es vivido por los chilenos.
Todo el mundo sabe que Chile tiene mucho dinero como Estado, que las Afps tienen aún más dinero con su tributación forzada. Surge entonces con toda evidencia que este modelo para el chileno de a pie es sólo éste y nada más.
No son las ideas nobles y generosas las que ponen en lo esencial a miles de jóvenes en las calles, salvo su vanguardia; es la clara percepción de que en el modelo sólo serán pernos y tuercas de un engranaje ajeno. La lucha de clases en la historia no es entre buenos y malos sino entre opresores y oprimidos.
Quienes sostienen que el problema es el poder y no la economía, están equivocados; el poder no existe históricamente para satisfacer megalomanías sino para, en lo esencial, cuidar la propiedad de la riqueza.
La lucha de clases, a partir de la desigualdad brutal de la distribución de la riqueza, se ha re encendido. Cada lucha irá proporcionando una mayor conciencia a los actores sociales, de lo particular se llegará necesariamente a lo general y de los cambios económicos se pasará a la política.
Quienes se han rendido al sistema pueden jugar un papel relevante en dar nuevos aires al modelo, pero sólo si éste está dispuesto a nuevas formas de distribución, perspectiva de la cual no se percibe indicio alguno.
Creo que llegaré a ver la respuesta popular al 11 de Septiembre de 1973.
ROBERTO AVILA TOLEDO