Su compromiso con la verdad y la justicia manifestaron familiares de Raúl Pellegrin Friedmann, jefe del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) y de Cecilia Magni Camino, destacada dirigenta rodriguista, en respuesta a la resolución de la Segunda Sala de la Corte de Apelaciones de Rancagua, que absolvió del delito de homicidio a los ex carabineros Julio Verne Acosta, Carlos Bezmalinovic Hidalgo, Juan Rivera Iratchet y Walter Soto Medina.
Los uniformados fueron procesados como presuntos responsables de la detención, tortura y doble crimen de los dirigentes del FPMR, en octubre de 1988, en el poblado de Los Queñes, en la precordillera de San Fernando.
Carla Pellegrin, médico y hermana del jefe del FPMR, y Rafael Walker, quien fue esposo de Cecilia Magni y es padre de Camila, hija de la dirigenta rodriguista, estuvieron acompañados por la abogada querellante, Ema Salinas y por el presidente del Colegio de Periodistas, Marcelo Castillo. Ambos familiares rechazaron el dictamen y lo calificaron como un nuevo intento de imponer la impunidad en el caso. “Es un golpe fuerte, pero tras 25 años de lucha, tenemos la decisión de continuar hasta lograr hacer justicia”, sostuvo Walker.
En su fallo el tribunal argumentó que “no es posible extraer de todas las pericias médicas efectuadas a lo largo de la investigación, e incluso en la segunda instancia, la certeza de que las muertes de Cecilia Magni y Raúl Pellegrin fueron consecuencia de la acción de terceros, sino solo la posibilidad alternativa a una caída accidental a las torrentosas aguas del río (Tinguiririca) que son capaces de producir las lesiones encontradas en ambos cuerpos”.
Para la doctora Carla Pellegrin es inaceptable, además de sospechoso, que el fallo se base en el primer informe de autopsia elaborado por el Servicio Médico Legal (SML) en 1988, que confirmó la versión oficial de la dictadura, orientada a ocultar los crímenes. El tribunal no consideró que en siete peritajes posteriores no se descartó la acción de terceros; que ambos cuerpos presentaban contusiones anales a pesar de que fueron encontrados en el lecho del río Tinguiririca con sus ropas; que la cantidad de agua en los pulmones de los cadáveres era muy baja, lo que descarta la tesis oficial de muerte por inmersión.
Sin embargo, lo más grave, asegura Carla Pellegrin, es que en la resolución que absolvió a los procesados se omitió el último peritaje del SML, efectuado en diciembre de 2012, que estableció evidencia histopatológica contundente.“El análisis de una muestra de tejido de Cecilia Magni permitió concluir que le aplicaron electricidad de bajo voltaje, tormento definido claramente como tortura en el Protocolo de Estambul”, planteó la facultativa. A lo anterior se suma que las muestras de tejido de Raúl Pellegrin desaparecieron del SML, lo que impidió hacer un análisis, que seguramente hubiera arrojado el mismo resultado. “Hemos solicitado la exhumación de los cuerpos, pero la Corte de Apelaciones de Rancagua la ha rechazado. Estamos frente a una denegación de justicia digitada por el poder desde las sombras”, aseveró.
Rafael Walker señaló que ha existido durante 25 años una política sostenida de aplicar impunidad en este caso. “El asesinato de Raúl y Cecilia fue una decisión política tomada al más alto nivel por la dictadura, y la impunidad que se pretende imponer con este fallo, también lo es. Las evidencias son tan contundentes, que el poder político recurre a una resolución burda, que constituye una ofensa a la inteligencia de cualquier persona”, puntualizó.
Recordó que el ministro en visita Raúl Mera, quien estuvo a cargo del caso durante varios años, les comunicó personalmente que no había dudas que los dirigentes rodriguistas habían sido torturados. Lamentablemente, el magistrado experimentó un cambio muy extraño, que lo llevó también a cerrar el caso sin culpables. “Ello comprueba que han existido presiones extrajudiciales que determinan el devenir de este caso”, sostuvo Walker.
La abogada querellante, Ema Salinas, coincidió con Walker en que el asesinato de los jefes rodriguistas fue decidido en las altas esferas de la dictadura. “Fueron torturados durante dos días y el teniente Carlos Bezmalinovic bajó a San Fernando a recibir instrucciones. El oficial regresó al lugar de detención con la orden de matarlos. El 30 de octubre los cuerpos sin vida de Raúl Pellegrin y Cecilia Magni aparecieron en las aguas del río Tinguiririca”.
LA HUELLA DE
BEZMALINOVIC
En 1988, el entonces teniente Carlos Bezmalinovic jugó un rol protagónico, luego de la captura de los frentistas. Había formado parte del Grupo de Operaciones Especiales de Carabineros (GOPE) y perdió un ojo, presumiblemente desactivando una bomba. Torturador especializado, a partir de entonces desarrolló una verdadera obsesión por inflingir daño en los ojos de los detenidos, durante las sesiones de tormento
.
Los rodriguistas apresados en el operativo de Los Queñes, que actualmente viven en Bélgica bajo pena de extrañamiento, han dado testimonio de las brutales torturas sufridas a manos de Bezmalinovic. A todos los golpeó en los ojos y les presionó el globo ocular, amenazando reventarles los ojos.
Para Carla Pellegrin, esta información es concluyente, porque los cuerpos de los frentistas también tenían lesiones en los ojos, como resultado de torturas sufridas antes de ser asesinados. “Mi hermano fue torturado y asesinado junto a Cecilia Magni por el teniente Carlos Bezmalinovic, actualmente en retiro, quien acaba de ser absuelto por la justicia en un fallo vergonzante”, concluyó.
Finalmente, los familiares anunciaron la presentación de un recurso de casación ante la Corte Suprema, instancia en la que esperan revertir el fallo de la Segunda Sala de la Corte de Apelaciones de Rancagua
Los hechos
El 21 de octubre de 1988, a días del triunfo de la oposición en el plebiscito convocado por la dictadura, destacamentos del FPMR realizaron cuatro ataques simultáneos a retenes de Carabineros en los poblados de Aguas Grandes, La Mora, Los Queñes y Pichipellahuén, en el norte, centro y sur del país. Con estas acciones, el Frente daba inicio a su estrategia de guerra patriótica nacional en respuesta a la salida pactada por el empresariado y el imperialismo norteamericano para perpetuar el modelo económico impuesto por la dictadura.
La irrupción en Los Queñes fue encabezada por Raúl Pellegrin, el “comandante José Miguel”, y Cecilia Magni, la “comandante Tamara”. En el ataque al retén, murió un uniformado que repelió la acción, lo que generó un operativo en la zona para neutralizar a los rodriguistas. Tras la acción, un grupo de combatientes se replegó hacia el sector de Hueñi, lugar al que llegaron el 26 de octubre. Al día siguiente, los rodriguistas fueron rodeados y apresados por Carabineros. Raúl Pellegrin y Cecilia Magni habían abandonado el campamento minutos antes.
Juan Rivera Iratchet, uno de los procesados absueltos, detuvo a los líderes del Frente, y a diferencia de los otros rodriguistas capturados, no fueron puestos a disposición de la justicia. Los retuvo hasta la llegada del teniente Carlos Bezmalinovic, quien permaneció en el lugar durante dos días, junto a los otros dos procesados: Walter Soto, jefe encargado de Alta Montaña y el oficial a cargo del operativo, Julio Verne Acosta.
Raúl Pellegrin, cumplió 30 años el 28 de octubre de 1988, mientras era torturado junto a Cecilia Magni, de 32 años.
Uno de los rodriguistas que estuvo en Los Queñes y que logró romper el cerco, recuerda la lucidez premonitoria de Raúl Pellegrin en su última arenga a los combatientes. “Ahora, con esta democracia naciente que viene a disfrazar la dictadura y sus crímenes, se avecinan tiempos difíciles para los revolucionarios. Intentarán perpetuar su modelo de dominación económica y política. Intentarán maquillar y legitimar la esencia de un sistema injusto y criminal. En ese difícil escenario que se avecina, muchos de nosotros posiblemente caeremos. Sin embargo, en este complejo momento se define el carácter histórico de nuestra lucha. No debemos dejar de luchar. Tenemos que mantener la lucha irrenunciable del pueblo por la dignidad y la justicia”, sentenció con una convicción que el ex combatiente no ha podido olvidar.
Sus captores siempre supieron que tenían en su poder al jefe del FPMR y que éste no transaría con aquellos que legitimaron el modelo neoliberal. Por eso lo asesinaron.
OLIVERIO COMTE
Publicado en “Punto Final”, edición Nº 787, 9 de agosto, 2013