Noviembre 24, 2024

Felipe Portales: “La Concertación es el complemento de la dictadura”

Felipe Portales Cifuentes (60), sociólogo especializado en derechos humanos, relaciones internacionales e historia, es profesor del Instituto de Asuntos Públicos y del área de humanidades de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile.

Militó en la Democracia Cristiana desde 1971, fue opositor al gobierno de Allende “porque había sectores de la UP que querían una dictadura del proletariado” -dice- y se opuso desde su inicio al golpe militar. A mediados de los 90 se desilusionó de la Concertación y en 2007 renunció a su partido, aunque sigue pensando como un “cristiano democrático”.

 

¿Qué significa Michelle Bachelet como fenómeno político y sociológico?

Es un fenómeno digno de estudio, aunque hay casos análogos como el de Carlos Ibáñez, que ganó en 1952 como candidato de centro-izquierda. Diez años antes se había presentado con la derecha y antes había sido dictador. Se dice que los chilenos somos sobrios y no caudillistas. Pero los antecedentes señalan que siempre buscamos un mesías: Arturo Alessandri Palma, Ibáñez, Eduardo Frei, Allende, Pinochet. Lagos es profundamente autoritario, siempre regañando; Bachelet es suave, cercana. En un caso un padre autoritario y en el otro, una madre protectora.

Michelle Bachelet representa la expectativa de un proceso de reformas profundas. Pero existe la evidencia de que en su periodo de gobierno, teniendo la posibilidad, no las realizó. Al inicio de su gobierno tuvo mayoría de ambas Cámaras, pero no quiso hacer ni un cambio económico estructural. Es cierto que con esa mayoría no podía modificar la Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza (LOCE). Pero sí pudo cambiar el sistema laboral o previsional, y no lo hizo. Tampoco ha realizado una autocrítica profunda de su gobierno y no hay elementos que permitan suponer que ha cambiado su manera de pensar”.

 

BACHELET Y LOS PARTIDOS

¿Será capaz ella de concretar sus propuestas de cambio?

Excluyó de su propuesta la Asamblea Constituyente, al sostener que todos los cambios hay que hacerlos dentro de la institucionalidad, lo que remite a un acuerdo con la derecha. En esas condiciones, prometer una nueva Constitución es demagógico, porque no podrá lograrse dentro de canales institucionales. Sobre la educación gratuita tampoco ha sido muy clara; si se toma en cuenta que el sistema está basado en el negocio, conforme al modelo económico existente. Cambiar significaría cerrar universidades y promover la creación de institutos técnicos, en un contexto en que el Estado carece de facultades suficientes como para hacer emprendimientos. En lo tributario puede haber mayor concreción”.

¿Se modificará la relación de Bachelet con los partidos?

La tensión de Bachelet con los partidos es artificiosa. No hubo en su gobierno conflictos importantes y no creo que los haya. Ella se adecúa a los vientos que corren y los partidos también, radicalizando un poco sus discursos. Si bien ella evita aparecer con los líderes políticos, es más que nada por un asunto de imagen.

La Concertación se convierte en Nueva Mayoría ahora que el Partido Comunista se está integrando. Para los efectos prácticos, eso significa que la Concertación sigue vigente; el peso histórico sigue radicado en los tres partidos hegemónicos: DC, PS y PPD. El PC se ha sumado para obtener dividendos electorales pero su apuesta es compleja, porque lo que gana en representación parlamentaria, lo pierde en legitimidad social”.

¿La Concertación ha entendido la profundidad de su crisis política?

Luego de treinta años de existencia de las AFPs, por primera vez habrá una masiva jubilación dentro de los marcos del sistema previsional de capitalización individual. Esta situación está poniendo en tela de juicio todo el sistema. Un 60% de los jubilados va a estar bajo las pensiones mínimas y el Estado tendrá que ponerse. La disparidad entre salud privada y salud pública sigue siendo muy grande, y para qué hablar de la educación. Hay una serie de elementos sistémicos que están en una crisis creciente.

Aunque en la Concertación hay mayor conciencia, es difícil que reconozcan que se acomodaron al modelo neoliberal y que engañaron a la sociedad durante veinte años. Ahora usan un lenguaje un poquito más osado, pero no pueden romper con los grandes grupos económicos con los que han trabajado en estos años. En el gobierno de Lagos, el Banco del Estado prestó millones de dólares a Luksic para comprar el Banco de Chile y Jaime Estévez, artífice de esta operación, se incorporó después al directorio de ese banco”.

¿Qué piensa sobre la relación entre Bachelet, grupos económicos y EE.UU.?

Ella tiene asegurada una presidencia terrible, porque el nivel de expectativas y demandas sociales que vendrán es muy grande. La presidencia la tiene regalada, pero ésta no tendrá nada que ver con la anterior. Será todo un reto convencer a los grupos económicos de que hay que hacer reformas que significarán sacrificios para ellos. Obviamente Estados Unidos seguirá apoyando un sistema que ha sido tan favorable a las transnacionales, aunque un factor fuera de control es saber hasta qué punto afectará la crisis económica mundial. Chile sigue dependiendo de los ingresos del cobre y si el cobre baja, la situación será más difícil”.

 

LA POLEMICA ASAMBLEA CONSTITUYENTE

¿Cómo visualiza la situación política?

Bachelet y la Concertación no están planteando terminar con AFPs o Isapres, ni poner fin al Plan Laboral. Si no lo plantean cuando están en campaña, ¿qué se puede esperar cuando sean gobierno? No creo que estén dispuestos a sustituir el modelo de Pinochet ni a emprender reformas significativas, salvo la idea de educación gratuita y la propuesta de mejorar la estructura tributaria.

La vía institucional planteada por Bachelet para una nueva Constitución supone un acuerdo con la derecha tradicional. Por ese camino tampoco habrá un cambio sustancial. La única manera de hacer cambios reales es a través de una Asamblea Constituyente. Pero Escalona, Insulza y Schilling están aterrados con esa idea. No solo la DC y el PPD son de derecha, los socialistas también le tienen miedo al pueblo.

Una Asamblea Constituyente es un Congreso electo con la finalidad de elaborar una nueva Constitución. No es una masa que impone cosas al país, sino una institucionalidad que expresa la soberanía popular y que parte de cero para elaborar una Constitución. La mayoría de los países democráticos tienen Constituciones hechas por Asambleas Constituyentes. El espantajo de la Constituyente lo ha levantado en Chile una elite aliancista-concertacionista, asustada ante la idea de que el tinglado armado durante la dictadura y consolidado por la Concertación, se derrumbe. La Concertación no es el mal menor, es el complemento de la dictadura. Lo que unos establecieron a sangre y fuego, los otros lo consolidaron pacíficamente y lo legitimaron.

Hay una historia vergonzosa para la Concertación. La Constitución del 80 le brindaba a quien gobernara la mayoría parlamentaria simple. Al mandatario le bastaba tener mayoría en una Cámara y un tercio en la otra. Como Pinochet pensaba que no iba a tener la mayoría, creía que los senadores designados se la entregarían artificialmente y el cuadro se completaba con un tercio de la Cámara de Diputados.

Como Pinochet perdió el plebiscito, esa situación iba a favorecer al presidente Patricio Aylwin, que iba a tener la mayoría de los diputados y un tercio de los senadores. Esa mayoría se regaló de manera oculta en la negociación de las reformas constitucionales de 1989, estableciendo que el presidente necesitaba mayoría en las dos Cámaras. Eso en apariencia es más democrático, pero en el contexto de la Constitución pinochetista impedía que la mayoría electoral de la Concertación se tradujera en mayoría en el Congreso. Fue una operación iné-dita en la historia de la Humanidad: regalarle a la oposición su mayoría parlamentaria.

El ex ministro Edgardo Boeninger lo explicó, señalando que a fines de los 80 los líderes de la Concertación habían llegado a una convergencia con la derecha en materia económica, que no podían reconocer. Entonces, optaron por no tener mayoría parlamentaria(*). Cuando las bases de la Concertación pedían cambios, la respuesta fue: ‘No tenemos mayoría en el Congreso’. Es una historia sórdida, porque con esa mayoría habría podido cambiar el sistema de salud, laboral, tributario y financiero, y la ley de universidades, entre otras normativas.

Otro indicador complementario de este giro es que los gobiernos de la Concertación tuvieron una acción sistemática, orientada a destruir sus propios medios de comunicación. Así ocurrió con Fortín Mapocho, La Epoca, Análisis, Apsi y Hoy. Los directores y periodistas no habían asimilado esa convergencia con la derecha y podían convertirse en un peligro para el viraje ideológico. La Concertación les bloqueó fondos del exterior y el avisaje del Estado para hacerlos desparecer. Además neutralizaron los dos canales de televisión que controlaban a comienzos de los 90. Una ley, en acuerdo con la derecha, impidió que Televisión Nacional se transformara en un medio de debate sobre la dictadura. Privatizaron también el canal estatal de la Universidad de Chile, con un rector democratacristiano, Jaime Lavados”.

 

EL CASO CLARIN

En 2000, Lagos le regaló nueve millones de dólares, entregados por su ministro de Vivienda, Claudio Orrego, a gente que alegaba ser dueña de Clarín, sin tener títulos que lo acreditaran. Durante la dictadura, unos tipos, vinculados al integrante de la junta de gobierno Gustavo Leigh, alegaron tener parte de la propiedad de Clarín, porque Víctor Pey había prometido venderles acciones. Cuando la dictadura confiscó Clarín, el Consejo de Defensa del Estado determinó, en 1975, que Víctor Pey era el propietario legítimo.

Mediante un ‘arreglín’, el gobierno de Lagos entregó los nueve millones de dólares a personas vinculadas al PPD, que decían tener derechos sucesorios de personas que alegaban títulos inválidos, violando incluso el derecho de propiedad de Pey. Una de esas personas era yerno del abogado que realizó el estudio en derecho del caso para el gobierno de Frei Ruiz-Tagle, según consta en un artículo de Patricia Verdugo en la revista Rocinante de septiembre de 2002.

Ahora mismo, la Concertación no tiene canal de televisión, diario ni revista, pero cuenta con El Mercurio y La Tercera. En última instancia, son simultáneamente medios de la Concertación y de la derecha política y económica”.

 

DERECHA ECONOMICA

CON BACHELET

¿Cuál sería la evolución previsible de la Alianza por Chile?

Hay que hacer una distinción entre derecha política y derecha económica. Los grandes grupos económicos han apostado básicamente a la Concertación. Entendieron que allí estaba su conveniencia, y en la pasada elección los empresarios más lúcidos no estuvieron con Piñera sino con Frei. Hoy, la mayoría está con Bachelet. Pero con ella la situación también será difícil, porque el movimiento social no se detendrá”.

¿Y las fuerzas extra sistema?

Lo más relevante en la actividad contra el sistema político social y económico existente es el movimiento estudiantil, y en menor medida otras expresiones locales o regionales, como los casos de Aysén y Magallanes. La actividad de estos movimientos irá in crescendo.

La fragmentación de la Izquierda política, con varios candidatos presidenciales, le resta significación. Tampoco los líderes estudiantiles han dado buenas señales, cuando se articulan en movimientos pequeños para busca cargos parlamentarios, como sucede con Giorgio Jackson, que tiene un partido personal al estilo de Enríquez-Ominami o Alejandro Navarro. Esa forma de hacer política no tiene futuro”.

 

RUBEN ANDINO MALDONADO

 

(*) Democracia en Chile, Lecciones para la gobernabilidad, Edgardo Boeninger, Editorial Andrés Bello (1997).

 

Publicado en “Punto Final”, edición Nº 786, 26 de julio, 2013

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