El presidente de Bolivia, Evo Morales, fue protagonista, el pasado el martes 2 de julio, de un incidente diplomático que ha indignado a toda la región latinoamericana por las flagrantes violaciones a los Convenios y acuerdos internacionales. Cuando regresaba de Moscú a Bolivia, al menos tres países europeos revocaron sobre la marcha el permiso de sobrevuelo al avión presidencial de Morales, que se vio obligado a aterrizar en Viena y pasar allí la noche. Francia, Italia y Portugal actuaron ante las sospechas de EE UU que el avión transportaba a Edward Snowden, el fugitivo que reveló el espionaje masivo por parte de las agencias de seguridad norteamericanas. De aquellas horas han trascendido algunos detalles gracias a las declaraciones del propio Morales.
El siguiente es el relato del presidente en sus propias palabras, “escalofriante en muchos momentos” de acuerdo con la presidenta argentina Cristina Fernández. La narración ha sido recopilada en base a la explicación que el presidente dio a su llegada al aeropuerto de El Alto de La Paz:
1. “Subí muy contento y satisfecho al avión”
“Yo subí muy contento y satisfecho al avión. Retornábamos contentos porque hubo una excelente reunión con el presidente Vladímir Putin de la Federación de Rusia, un país muy desarrollado, una de las potencias del mundo; impresionado por un presidente que expresa solidaridad con Bolivia.
Estaba satisfecho. La próxima semana vamos a firmar un acuerdo con Gazprom y con otra empresa, Nerfet, que, me informan, está entre las más grandes del mundo especializadas en termoelectricidad y va a visitar Bolivia para firmar nuevos acuerdos de inversión.
Estaba pensando en las inversiones, en los nuevos socios de Rusia en el tema de hidrocarburos y [las posibilidades] de generar más divisas para satisfacer las necesidades de nuestro pueblo, atender la demanda energética de nuestro pueblo.
En Moscú me dicen que estábamos listos para el retorno, con un plan de vuelo aprobado de Rusia a Portugal, Guyana y La Paz. Poco antes de reunirme con Putin me informan que, por razones técnicas, no podíamos llegar a Portugal. Luego me doy cuenta de que no eran razones técnicas”.
2. “No tenemos gasolina”
“Llamé al hermano canciller David Choquehuanca explicando la situación. Él logra que la escala sea en [Las] Palmas de Gran Canaria. El plan de vuelo estaba aprobado. Todos tranquilos.
Todavía pensaba en los resultados del viaje a Moscú cuando se me acerca el piloto de nuestro avión, el coronel de aviación Celiar Arispe, comandante del Grupo Aéreo Presidencial. “Nos han cancelado el permiso y no podemos ingresar al espacio aéreo de Francia”, me dice. Estábamos a minutos de llegar a su territorio. Quedamos muy sorprendidos y preocupados.
La primera opción era volver a Rusia pero se corre el riesgo de que no haya suficiente combustible para llegar. El piloto habló con la torre de control del aeropuerto de Viena y solicitó aterrizar de emergencia, de urgencia, porque no teníamos gasolina.
Aterrizamos. Agradezco mucho al personal del aeropuerto de Viena por su trato y colaboración. Al ministro y al presidente de Austria, que me visitó y me acompanó hasta que abordamos el avión.
Nos dieron una pequeña oficina. Comencé a llamar al vicepresidente y al canciller para saber qué hacíamos, para enterarnos primero del por qué nos han prohibido ingresar a territorio francés. El piloto me avisó de que tampoco teníamos paso por Italia”.
3. “El embajador de España quiere revisar el avión”
“Yo no podía entender ni cómo ni quién tenía el poder para desviar un avión de la Presidencia, para obligar a que aterricemos de emergencia, para detenerlo.
Entonces llegó el embajador español en Austria [Alberto Carnero]. Podía salir a España pero primero tenía que revisar el avión de la Presidencia. Dice que si queremos aterrizar en Las Palmas tiene que revisar el avión.
Por qué tienen que revisar, le pregunté. Me habló de Snowden. Yo le dije que sabía de este señor porque escuché informaciones periodísticas de este agente americano, pero no lo conozco.
Somos respetuosos de los convenios internacionales y, por lo tanto, no tengo por que llevar a nadie a Bolivia.
El embajador estaba en contacto permanente con el vicecanciller de España. Entonces, cuando le dije eso, se levanta y se va. Al salir dice que va a preguntar a su vicecanciller [en España, secretario de Estado]. Vuelve a la pequeña oficina, donde estuvimos en el aeropuerto de Viena, y me dice que era un acuerdo de los cancilleres revisar el avión. Nuestro canciller no me informó nada de eso.
El embajador estaba acompañado de dos de sus funcionarios. “Usted no puede revisar el avión. Si no cree lo que le he dicho, que no llevo a nadie, me está tratando de mentiroso, está pensando que el presidente Evo es mentiroso. Y el presidente no miente”.
No sabe él que no mentimos, que es una ley cósmica, de la cosmovisión andina, de nuestros antepasados que está ahora en la Constitución: ama sua, ama kella, ama llulla (no seas ladron, no seas mentiroso, no seas flojo). No vamos a mentir a nadie.
Otra vez sale para preguntar a su vicecanciller. Vuelve. Y me pide que le invite a tomar un cafecito al avión. Claro, así cree que va a aprovechar y verificar dentro del avión.
“¿Me está usted tratando de delincuente? Sólo a los delincuentes pueden revisar. Yo no soy ningún delincuente y usted no va a revisar el avión de la Presidencia de Bolivia”.
Explicaciones del ministro de Exteriores español sobre el incidente.
Le dije al embajador español que si, finalmente, quería revisar el avión a la fuerza yo no iba a poder resistir una operación militar o de la Policía. No tenía con que resistir. Entonces el embajador se asustó y no se atrevió a forzar una revisión.
Sale otra vez para llamar a su vicecanciller. Vuelve y me pide que hable con su vicecanciller. Puede hablar con él, me dice.
Yo no tengo nada que hablar con su vicecanciller. Si me quieren hablar, que me llame su Presidente, pero no su vicecanciller.
No podemos autorizar su vuelo, me contesta. A las nueve de la mañana le vamos a informar si se va o no se va, porque vamos a hablar con nuestros amigos.
Amigos, quienes serán esos amigos de Espana. Tal vez Francia, Italia. Le pregunté al embajador que quienes eran esos amigos, pero no me dijo nada. Y se retiró”.
4. “Cristina, Correa y Maduro me dieron fortaleza”
“Llamé a la presidenta Cristina, que es una excelente abogada, y me orientó en los temas jurídicos y también al presidente Correa, que luego me llamó como cuatro veces, y a Nicolás Maduro, que estuvo muy pendiente de nosotros.
Me dieron fortaleza. Evo, no tienen porqué controlar su avión, me dijeron más de una vez. Ya sabía que un avión presidencial es como una embajada. Y entonces, tuve más firmeza. Además allá estaban conmigo los embajadores de ALBA, me acompañaron solidarios hasta que me venga.
También estuvo conmigo el presidente de Austria [Heinz Fischer] hasta que llegó el embajador de España para decirme que tenía autorización para retirarme. Le veo un poco preocupado, asustado y nervioso. Me dice que podía irme.
Es decir, que si yo aceptaba la revisión del avión podía haberme ido en unas dos horas después del aterrizaje de emergencia en Viena.
Pero tampoco íbamos a dar gusto a España o a cualquier otro país, y mucho menos a Estados Unidos, de que nos revisen para irnos lo más pronto posible. Tenemos dignidad, tenemos soberanía y somos orgullosos de nuestra patria, de la patria grande y, jamás nos van a someter a esas insinuaciones ni a esas formas de chantaje”.
5. “Ya no estamos en tiempos de imperios ni de colonias”
“Y qué siento yo sobre este tema? Creo que aún hay que estudiar y analizar. Imagínense: entre las tres y las cuatro de la tarde (hora boliviana, de nueve a 10 de la noche hora peninsular española) del 2 de julio me hacen volver y me obligan a aterrizar en el aeropuerto de Viena. Entre las seis y siete de ese mismo día, hora boliviana, los de la embajada de Estados Unidos estaban presentado una solicitud de extradición de ese ciudadano. De Snowden, en La Paz. Es una maniobra intimidación. El canciller la devolvió.
Usan a su agente para intimidar, para acallar y escarmentar a América Latina y Caribe. No quieren que haya liberación de los movimientos sociales a la cabeza de sus presidentes anticapitalistas. No aceptan que podamos gobernar mejor que los neoliberales.
Pero no nos vamos a callar. No tenemos miedo. Ha sido una agresión, una provocación pero no al Evo, ha sido a los movimientos sociales indígena-originarios.
Sigo convencido, espero no equivocarme, de que mi pecado es ser indígena y antiimperialista; he cuestionado políticas económicas, planificados e implementados por políticos y que solo nos matan de hambre o con guerras y no compartimos esas políticas.
Desde aquí cuestionamos políticas de saqueo, siento que es el mayor pecado. Esas políticas de saqueo o de dominación son cuestionadas por nuestros pueblos. Siento que hay una gran conciencia para liberarnos política, social y culturalmente, pero también económicamente.
Seguramente, el imperio y sus sirvientes piensan que amedrentar a un Presidente debe ser como una intimidación a los pueblos que luchan por su liberación. No van a lograrlo. Ya no estamos en tiempos de imperios ni de colonias; es tiempo de pueblos que resisten invasiones y saqueos de nuestros recursos naturales. Ahora, los movimientos sociales tienen que apoyar la lucha de liberación de los pueblos y movimientos sociales europeos, cuyos gobiernos se han sometido al imperio”.