Septiembre 21, 2024

¡Ay, Uy, Ay, Uy, Longueira!

Gilda entiende que ella es mejor que sus colegas del mundo de la limpieza porque ella sí se solidariza con las profundas inquietudes espirituales de Patroncito: él dice que el país mejorará con la venida de Pablo Longueira. Si falla Longueira siempre puede ser Allamand, sí, bueno, aunque Allamand estuvo en Cuba y ha hablado muy bien del dictador, eso arruina la imagen externa, uno debe verse bien. De ahí que uno prefiera a Longueira y sus oscuras manchas grisáceas alrededor de los ojos, su bailoteo en el reciente espectáculo del Circo güé tripantú con Andrea Molina, su nueva voz suavecita como si estuviera a punto de susurrar alguna marranada en el lecho… ¡Gilda no deberías leer tanta novela del corazón! ¿Por qué lo haces, hija mía?…

 

pregunta el Cura de la Parroquia donde Gilda debe ir obligada porque Patroncita es decana de la Liturgia. Cada tarde a las cinco Patroncita abandona la gimnasia, se mete las pilas eléctricas en la cabeza y con rosario, teñido, botas nuevas y asesora del hogar va corriendo a la Parroquia, donde otras Patroncitas con teñido rivalizan entre ellas ¡a ver quién tiene la criada más santa! Mi Consuelo hace Suspiro Limeño, Mi Bertita gratina el gulasch (carbonada), Mi Ceci protege la economía doméstica y congela las marraquetas, Mi Gilda es tan buena con los niños que sonríe cuando Clotario Augusto la vomita y la caga encima. Eso sí, continuamente hay que golpear a Gilda, la muy asna se empecina en llamar Templo a la soberbia Parroquia de ladrillos, pero ¡qué importancia tiene!, errar es humano, humano, demasiado humano. Solo cuando llega la hora de la confesión Gilda revela el monstruo lujurioso que tiene dentro, ¡Uy, qué antiestético! Si la doñita viera a ese monstruo… en realidad no haría nada, la pobre está acostumbrada a la fealdad desde que Patroncito sin ninguna mala intención la golpeara con la depiladora. Y la depiladora era de la Patroncita, no de Patroncito. ¿Qué hacía él arrancándose el vello de los genitales? Pero bueno, es el tiempo de la confesión. Entonces ahí el Cura de la Parroquia pregunta, muy solemne, ¿Por qué lo haces, hija mía? No deberías soñar tanta cochinada; sobre todo, no deberías leer novelas del corazón, ¿por qué lo haces, hija mía? Debes decirme la verdad… y no omitas detalles, necesito saberlo todo, ojalá lo más gráficamente que se pueda, ve al grano, no emplees analogías, ¡sé lo más específica, no omitas detalles, ojalá lo más gráficamente que se pueda, ve al grano, no emplees analogías!

 

Gilda: Es que Longueira es tan… sexy.

Cura: ¿Sexy? ¿Cómo así, hija mía?

Gilda: Usted sabe, padrecito, por ser.

Cura: No, no lo sé, debes decírmelo tú.

 

Gilda: Es que él es tan… él… es… tan… masculino. Cada vez que contemplo sus carteles, cuando me voy a observar las vitrinas del Paseo los Trapenses desde la lejanía más lejana, sus labios, sus ojos, su mentón, todo lo que él es, me llevan a imaginar cosas… que me avergüenza contar…

 

Cura: ¡Anda! ¡No seas tímida! ¡Quiero oírlo todo! ¿Qué es lo que te avergüenza? ¿Tiene algo que ver con las novelas del corazón, con las teleseries y los matinales que a ti te gustan tantísimo?

 

Gilda: Sí… bueno, usted sabe pastor…

Cura: ¿Cómo que pastor?

Gilda: Digo, Padre…

Cura: ¡Ahí sí! Continúa…

 

Gilda: Usted sabe que una trabaja tanto que tiene pocas cosas que hacer para una misma, o sea, yo me lo paso increíblemente bien desmanchando las tazas con mierda, las sábanas tiesas, los calzoncillos moteados, planchando, ¡Encerando! ¡Envirutillando! ¡Cocinando! Con todo eso, aún así, por ser, me queda poco tiempo para ir a ver lo que ocurre en la calle donde los autos pasan taaaan rápido y los jóvenes a veces son unos ordinarios porque quieren tocarme los pechos. Pero entonces, sí, entonces veo el cartel con el rostro de Longueira…

Cura: ¿Y?

 

Gilda: Al principio se trataba de una relación platónica. Yo iba caminando con la bolsa del pan, la avena, los frutos secos, él me observaba desde esos carteles. Sin saber por qué yo me encerraba en mi cocina (que no es mía de mi propiedad pero es como si lo fuera) y colocaba una canción de Arjona en la radio porque canta tan bonito que yo me imaginaba que esas cosas tan lindas que él dice en sus letras me las estaba diciendo don Pablo Longueira a mí, y que a don Pablo Longueira lo quieren tanto en la casa que sin conocerlo Patroncito y Patroncita le darán el voto y hasta propaganda le hacen… Pero en fin, en la noche yo leo Jazmín o Bianca que se las saco a Patroncita, porque leer es bueno, y hasta el otro día me imaginaba que yo era la niña norteamericana de la historia y que don Pablo Longueira era el niño norteamericano de la historia. Es que don Pablo parece taaaan norteamericano, es taaaan lindo él, con el pelo lacio y nariz redonda como los norteamericanos, así como casi todos los jóvenes que viven en el barrio (donde trabajo) y que en un futuro serán como don Pablo sí así serán en un futuro y que a veces me saludan y que siempre me hablan de Escrivá de Balaguer y que me guarde para el matrimonio, eso dicen, y que no se me ocurra tomar la píldora porque es abortiva…

 

Cura: Quiero que te centres en lo que te imaginas… (La cámara se mueve en dirección al Sacerdote, quien se acomoda lo que en el interior del taparrabo celestial lentamente se eleva. ¡Close up!).

 

Gilda: Bueno, al principio solo me imaginaba lo de las canciones… es decir, una mezcla, que yo le decía al otro que no y yo le lanzaba un sí camuflageado y eso con lo de las novelas, o sea que don Pablo me trataba mal pero por mi bien y el de toda la humanidad. Y después yo lo vi en el matinal de la mañana donde aparece la animadora que yo la quiero tanto a ella, como si fuésemos hermanas de nacimiento natal. Pero eso no más, padre, eso no más… hasta que vi la franja que Patroncito manda a que todos veamos y que después salgamos todos juntos al patio a golpearnos la espalda con un látigo porque así es como una debe alabar a Jehová.

 

Cura: ¿Y qué hay con la franja, hija mía?

 

Gilda: Es que ahora no me quedan dudas, ¡votaré por don Pablo! Él es tan lindo, tan sexy, tan masculino, tan viril. Mi sueño más íntimo es que nos encontremos en la playa. Él debe venir galopando, arre yuuuuju, y yo estaré en la playa, sí, ahí estaré, y él me va a poseer encimita de la arena negra con mi cuerpo cubierto por la blanca espuma de las olas. Después nos vamos a ir a quemar la Sede del movimiento de liberación homosexual, eso sueño también, y después, sí, después nos vamos juntitos a rociar con kerosene a las mujeres falsas y corruptas que se toman la píldora. Y después él me va a llevar al templo y va querer que nos casemos y vamos a tener tantos hijos como Patroncito y Patroncita, sí, eso también agréguelo en el sueño, pero la casa nuestra va a ser más amplia y el terreno más amplio, los niños no dormirán juntos ni se heredarán la ropa, no señor, cada uno con lo suyo, cada uno con muchos televisores para que todos puedan ver la tele y con mucha cecina lisa en el frigider para que todos puedan sacar cecina del frigider y hacerse un pancito ¡Ah! Y juntos vamos a ir al supermercado y vamos a discutir los detalles de la compra, y yo cederé porque una debe ceder…

 

Cura: Especifica respecto a lo que ocurre en el lecho.

 

Gilda: Yo me gano debajito y él me posee con violencia y frenesí animal, así se explica en la novela Deseo que es mi favorita. Y juntos, después de haber compartido el amor más amoroso, vamos a quebrarle los huesecillos a la Gorda y a Orrego, pero no a Velasco porque tiene piernas lindas, ayayay, pero es muy comunista dice Patroncito, yo prefiero a don Pablo Longueira. Y él es taaan bueno, pero ¿sabe padre? Me avergüenzo porque no debería sentir taaaantos deseos de la carne hacia él, ¿verdad?

 

En estos momentos la conversación entre el Cura de la Parroquia y Gilda debe interrumpirse. Rápido movimiento de la cámara hacia Patroncita quien habla de frente, en idioma de revista Cosas, Vanidades y asimismo Hola, entonces Patroncita habla, carraspera inicial, ¡Acción! Yo votaré por Longueira porque él… porque él… porque él… emprendimiento… Dios… Estación… Viacrucis… Bula Papal… Bautizo… Confirmación… Resentimiento… Guzmán. Algo raro ocurre con el cerebro de Patroncita: de su boca no salen otra cosa que conceptos rancios y ambiguos. Bueno, tampoco se le puede achacar tanto a Patroncita. Los golpes que Patroncito reparte como ostia en domingo le han roto todo lo que hay en el interior de la cabeza. Allí donde uno escarbe: irremediablemente roto. Hay quienes dicen que Patroncita se inclina más por la malta que por la fiesta de Pentecostés ¡Uy, eso es terrible! Pero no importa, ella le dará el voto a Longueira porque… (…¿Continuará?…)

 

anibal.venegas@gmail.com

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