El duopolio es un verdadero fraude: sus integrantes usan al Parlamento como su parcela privada y, sin ningún respecto por los ciudadanos, esta institución aprueba leyes en un mínimo plazo cuando les conviene; antes las despacharon para permitir la inscripción de la Democracia Cristiana, ante un error de sus dirigentes – si esto no hubiese ocurrido, habrían quedado fuera de esa elección – lo cual hubiera sido muy sano y bueno como lección. Posteriormente aprobaron, de la noche a la mañana, una ley “antidíscolos” para evitar que los militantes honestos abandonaran las mafias partidarias.
Recientemente – según algunos interesados y contra la voluntad de la UDI – dieron curso a una ley de franja electoral, que obliga a los Canales de TV a transmitir propaganda por tres días, incluido el 27 de junio, pero nos encontramos con un primer episodio del primer día, 25 de junio, tan malo y aburrido que, al parecer, los dos días siguientes serán soporíferos- afortunadamente, existe la posibilidad de cambiar de canal, claro, si tienes dinero para pagar el Cable -.
Pablo Longueira trató, nuevamente, de pasar el gato por liebre de la UDI “popular”, incluso, lució un poncho mapuche, muy elegante, algo así como los trajes de huaso de los grandes señores y rajadiablos de la época de las haciendas; dentro de ese cuadro apareció, como por encanto, el Presidente Sebastián Piñera, entonando loas al candidato UDI, cuando todos sabemos que, en su historia, han peleado como perros y gatos. Este apoyo a Longueira – que puede ser un “chupete de fierro” que se convierta en búmeran debido a la baja popularidad del primer mandatario – propinó un golpe bajo el cinturón a su rival Andrés Allamand.
La franja de Allamand fue aún más surrealista: dedicó la mayor parte de sus minutos disponibles en alabar al carabinero Albornoz – una víctima uniformada del atropello a los derechos humanos – con lo cual, se presume, quiso ganarse el favor de los uniformados y los votos de la derecha dura pinochetista -, por otro lado, apareció una pareja de lesbianas, para demostrarse liberal y partidario del Acuerdo de Vida en Pareja; los dos ejemplos constituyen un verdadero cuadro de bipolaridad.
En general, las dos presentaciones de la derecha fueron aún peores que la franja del SI a Pinochet, y lo único que echamos de menos fue a Patricia Maldonado, como también los marciales himnos con que caracterizaron a esta “epopeya”. Aun cuando algunos atribuyen grandes capacidades políticas a estos dos candidatos de la derecha, la verdad es que, hasta ahora, se han comportado como tribunos bastante “gagá”, al grado de declararse admiradores del “rey de los lugares comunes” quien, desde la cuna, se memorizó un diccionario de adjetivos calificativos, que incluye sinónimos y antónimos, además de frases elaboradas.
En la franja de la Concertación, José Antonio Gómez vuelve a lucirse como el más izquierdista de este ramillete: repitió que era partidario de la Asamblea Constituyente y de la educación gratuita, pública, universal y republicana; la pena es que todos sabemos que cuando llega la hora de la verdad, terminará callado y muy tranquilo con el regalo de algunos cupos parlamentarios para su Partido – como el rey francés, “unas pocas pegas bien vale un misa”.
Andrés Velasco, que representa a la perfección la derecha de la Concertación, terminó la franja amenazando que no va a formar parte del eventual gobierno de su benefactora – el muy agradecido -; este candidato repite, permanentemente, que no se participe de las malas prácticas políticas de la Concertación – olvidando que perteneció a este conglomerado desde que le llevaba el maletín con estadísticas a Alejandro Foxley -. A nadie le puede extrañar que esté en contra de la gratuidad en educación y de una reforma tributaria a fondo. La verdad es que Andrés Velasco se encontraría más a gusto en la primaria de la derecha que en la de la Concertación – ahora, que los miembros de Expansiva formen parte de la Concertación, constituye una muy buena quinta columna empresarial, en un conglomerado de personajes que, hace tiempo, es neoliberal de tomo y lomo -.
Claudio Orrego, por su parte, quiere ser “un niño maravilla” socialcristiano: se cree la reencarnación de la Patria Joven que pregonaba Eduardo Frei Montalva; está convencido de que es el líder del centro político, utilizando, para graficar su posición, una huincha de costurera – parece que tiene grandes confusiones entre el voto de centro y el voto moderado -. Orrego tenía la difícil tarea de unir a los democratacristianos en pos de su candidatura y, al parecer, lo logró en parte, polemizando con el derechista Velasco, en el último debate, en TVN. Yo no coincido con quienes presentan al ex alcalde de Peñalolén como una especie de iluminado juvenil y una promesa humanista-cristiana – algo parecido al que en verdad fue líder de los conservadores, Eduardo Cruz-Coke -.
La franja de Michelle Bachelet fue como una película norteamericana, pero en tercera dimensión, y sólo faltaban grandes parlantes para que su discurso, en perfecto inglés emocionara hasta las lágrimas a sus seguidoras bigotudas socialistas. No se refirió, para nada, a la política, más bien se dedicó a exaltar su sapiencia, belleza y bondad, y a repartir besos y abrazos. Según los partidarios de Bachelet, con la “cariñocracia” es suficiente.
Rafael Luis Gumucio Rivas
26/06/2013