La imagen del Rector de la Universidad de Chile en el interior de la Casa Central premunido de máscara antigases, intentando defender la autonomía universitaria, ha dado la vuelta al mundo y nos interpela como ciudadanos frente a este momento indigno para la democracia.
Con el violento ingreso a nuestro recinto patrimonial de efectivos de fuerzas especiales al mando del Ministerio del Interior, se vulneró no sólo la integridad física de los jóvenes que se encontraban en su interior, sino también un principio republicano que nos remite al símbolo del centenario edificio como baluarte del pensamiento y de las libertades públicas constitutivos del ethos nacional.
No es casual que semanas antes las mismas Fuerzas Especiales hayan irrumpido con similar violencia en el Campus Juan Gómez Millas, como tampoco el hecho que la Universidad de Chile constituya un botín apreciado por los regímenes y sectores retrógrados del país, en tanto han intentado destruirla ya sea económica o físicamente.
Esto, porque es precisamente la Universidad de Chile, su comunidad académica, estudiantil y administrativa la que representa y condensa el pensamiento crítico y la reserva moral y ética propios de los valores libertarios y democráticos de la República.
Como hemos manifestado en el documento “Por una universidad para Chile”, nuestra institución es un espacio altamente receptivo de los fenómenos, conflictos y anhelos del devenir social, político, cultural y económico del país, lo que nos obliga a plantear no sólo la necesidad de la reflexión, sino también de actuar frente a las demandas de derechos sociales universales einclusivos y de participación en las decisiones fundamentales del país que se asoma a un nuevo ciclo histórico como lo ha evidenciado la fuerza del movimiento estudiantil.
Frente a hechos que nos remiten además a la violación de la autonomía universitaria queremos ser categóricos en condenar estos atropellos que no admiten justificación ni argumentaciones que intenten “empatar” la violencia de agentes del estado con la acción de algunos estudiantes.
Los chilenos y chilenas hemos soportado varias décadas de abusos, entre otros, el enriquecimiento de algunos grupos que han lucrado a costa de los sueños de nuestros jóvenes que para estudiar han debido endeudarse en grados insostenibles.
El fin de estos abusos parece acercarse y son preocupantes los variados signos de defensa desesperada de esos privilegios nacidos en dictadura a los que atribuimos este reciente embate a la Universidad de Chile.
Es por ello que rechazamos la escalada represiva contra la Universidad de Chile y respaldamos la actitud inequívoca del rector Víctor Pérez quien ha denunciado estos hechos. Exigimos al gobierno y al Presidente de la República, en tanto Patrono de la Universidad de Chile, que opere dentro del marco de respeto estricto a la ley y que suspenda de inmediato el uso de la fuerza pública como una herramienta política para reprimir las movilizaciones sociales. Esperamos que el Presidente Piñera exija explicaciones públicas a su Ministro de Interior Andrés Chadwick, y asuma su responsabilidad política.
Gonzalo Díaz, Faride Zerán, Pablo Oyarzún, Carlos Ruiz E., Loreto Rebolledo, Nury González, Roxana Pey, Keny Oyarzún y otros académicos de la Universidad de Chile