Noviembre 24, 2024

Piñera contra Piñera

El genial don Pepe Piñera, antiguo falangista – le encantaba gastar dinero de la tarjeta de crédito de su hijo Sebastián en sus viajes a Europa – una vez separado de la Pichi (Magdalena Echeñique), a una edad en que los caballeros con gota no salen de su casa – se dedicó a gozar de la vida, a lo mejor con la condena de su hermano, el obispo Bernardino. Cuando los padres son la “luz de la calle y la oscuridad de la casa” no es raro que sus descendientes, sigan una educación liberal y competitiva, que los lleve a disputarse mutuamente.

 

José, un lacayo de Augusto Pinochet, creó el brutal e inhumano sistema de capitalización individual, las AFPs y, como es un fanático neoliberal, se ha dedicado a expandir por el mundo su monstruoso invento – faltó poco para que Estados Unidos lo implementara, pero afortunadamente no lo hizo, como lo afirma, recientemente, un premio Nobel de economía -. Sebastián es como el personaje de la película Bella de día, protagonizada por Catherine Deneuve, “en la mañana es un serio Presidente” y, en la noche, se encarna en su espíritu la personalidad de su hermano Miguel. El único personaje común de la familia, exceptuando las mujeres, es Pablo, el único democratacristiano que ha sido ejecutivo del Banco Central y del Canal Nacional.

 

El sistema de capitalización individual, que José Piñera defiende con dientes y muelas, ha demostrado su fracaso: la pensión media, según un consejero del Banco Central, es de $150.000, lo que es mucho menor que el sueldo mínimo. Por lo demás, la promesa de la dictadura de que los jubilados obtendrían el 70% de su último sueldo, se ha convertido en un sarcasmo, un fraude, un engaño y un robo a los ahorrantes. La mayoría de los cotizantes tienen muchas lagunas previsionales – baste pensar que el mismo Estado pagaba (y aún ahora) ilegalmente sueldos con boleta se servicio, so pretexto de la pequeñez de la planta – y un alto porcentaje de los casos, los patrones no ingresan el 10% de las cotizaciones a las AFPs.

 

Las AFPs. son dueñas de las acciones de las principales empresas que se transan en la Bolsa chilena, además de comprar a muchos índices bursátiles extranjeros; con la cotización obligatoria del 10%, que le sacan a cada trabajador chileno – y ahora, “gracias a Bachelet” se agregan los trabajadores independientes – los dueños de las seis AFPs juegan a la Bolsa a su amaño y, claro, si pierde, es usted, señor cotizante, el que paga el descalabro. Para apostar, de la peor manera, a la ruleta, le cobran al cotizante entre un 2% y un 0,75% para administrar sus fondos, que van a los bolsillos de los dueños de las AFPs. – la más barata es Modelo, que cobra un 0,75% -.

 

El proyecto de Michelle Bachelet adolece de muchas fallas: la AFPs. estatal no soluciona el problema, pues no se trata de introducir competitividad a un sistema que está insanablemente malo; supongamos que cobre un 0,50% – 0,25% menos que la Modelo – por la administración de los fondos o, incluso, que no cobre nada, en muy poco gana el cotizante, pues esta vez el Estado juega a la Bolsa con los dineros de los cotizantes.

 

El Presidente Piñera quiere introducir, en esta época electoral, algunos cambios de “maestro chasquilla” a un sistema completamente fracasado; si se agrega un 3% a la cotización tendrían mucho más recursos para seguir especulando y apropiándose de las acciones de las empresas. Por lo demás, no está claro que la pensión final aumente sustantivamente. Tampoco parece muy fácil que Estado pueda cubrir las lagunas previsionales que pueda asegurar una jubilación que, al menos, se acerque al 70% del último sueldo recibido, según la promesa de José Piñera.

 

En la actualidad, paradójicamente, es el que asume el fracaso de la capitalización individual, por ejemplo, María X logró, en sus más de veinte años de trabajo, como asesora del hogar, una suma cercana a los $10.000.000, cuando se le acaben estos recursos, esta persona queda completamente en la indigencia y tendría que recurrir a la pensión solidaria, que es difícil de obtener al aplicársele la ficha CAS, pues se puede dar el caso de que llene todos los requisitos exigidos. De todas maneras, es siempre el Estado el que puede salvar las persones en estado de vulnerabilidad, producto de este aberrante sistema.

 

La otra solución que se propone es aumentar los años para llegar a la jubilación – de 60 a 65, para las mujeres, y de 65 a 70 para los hombres -, hay que considerar que en Chile es casi imposible que contraten a alguien mayor de 40 años, con el agravante de que la prolongación de la edad laboral vaya en detrimento de la juventud, manteniendo las plantes envejecidas y aumentando el desempleo juvenil.

 

Pienso que está claro que la única salida es volver al sistema solidario que, según Ricardo Hormazábal, ex presidente de la DC, y Manuel Riesco, investigador de Cenda, no sólo permitiría tener un sistema pensiones medianamente dignas, sino también el ahorro de billones de pesos al fisco, que podrían gastarse en salud, por ejemplo.

 

El futuro de los adultos mayores, para un porcentaje de la población, es bastante negro a no ser que, de una vez por todas, nos abstengamos de elegir a los candidatos del duopolio. En mi caso personal, no votaría por un candidato o candidata que sólo ofrezca la AFP estatal, en cambio lo haría gustoso por el candidato que ofrezca un sistema solidario, eliminando, por cierto, de raíz, las AFPs. Incluso, en el peor de los casos, podría ser aceptable un sistema mixto: capitalización individual para los más ricos, y solidario para el 90% de la población.

 

Rafael Luis Gumucio Rivas

20/06/2013

 

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