Hay libertad para pensar y actuar… dice el gran hermano corporativo occidental. Cierto si se agrega que dentro de la realidad que hacen y controlan otros, los empresarios millonarios planetarios y su ejército de colaboradores.
Es una libertad de las personas guiada y disciplinada por los extraños instalados en el poder material, político, ideológico.
La mujer, el hombre, tienen el cerebro más complejo y desarrollado de todos los seres de la Tierra. Es su hardware.
Los dueños de las corporaciones imponen los programas y datos necesarios para conocer, pensar, decidir. Es su software.
Si bien existe otro programa, el dominante está hecho para eliminar el deseo de comparar, discutir, dudar. Susurra que es único, completo, objetivo, neutro, ético.
Los medios silenciosos son la televisión, el diario, el cine, la escuela, el templo, el estadio. Los ruidosos el gobierno, el parlamento, el tribunal, la cárcel. El menos o más visible es el ejército.
Ninguno está manejado por la manipulada sociedad civil.
Es lógico entonces que si ellos dan sus informaciones, definen los problemas, presentan las alternativas de soluciones, la respuesta de masas sea la inducida como reflejo condicionado.
Así incluso los grupos sociales indignados, ocupantes, opositores, se limitan en general a pedir cambios dentro del programa.
El software es monotemático, enseña como única relación posible la de trabajador-patrono, rico-pobre.
Evita la palabra capitalismo y planta como espantajo la idea de socialismo.
La ruptura con ellos es posible durante las crisis con reflexión, discusión, acuerdo, propaganda, organización y lucha.
La tarea de la libertad es crear y difundir el programa sostenible, solidario, socialista. De lo contrario en el futuro con otra forma seguirán los mismos personajes, discursos y servidumbres.
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Rómulo Pardo Silva
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