Noviembre 23, 2024

Democracia para Turquía

Turquía ha vivido en un déficit democrático en los últimos años y la situación ha empeorado. La sociedad turca ha estado atravesada por profundas divisiones políticas, culturales y religiosas, algo que el gobierno del AKP (Partido de la Justicia y Desarrollo) no ha contribuido a cicatrizar. Todo lo contrario: ha limitado la libertad de expresión, la libertad de religión y la libertad de prensa.


Lo que comenzó como una manifestación en contra de rechazar la construcción de un centro comercial en el Parque Gezi Taksim, en Estambul, condujo a un levantamiento ciudadano en todo el país, que reúne a una amplia coalición de turcos, kurdos, Alevits, sunitas, mujeres, homosexuales, jóvenes y ancianos. Ríos de gente han salido a las calles a pedir lo que es evidente en todas partes y en todo el tiempo: la democracia, la libertad y la igualdad.

Las fuerzas y corrientes democráticas deben apoyar siempre, y en todo momento, la búsqueda de la paz. Y Turquía no es una excepción. Por consiguiente, hay que pedir una respuesta inmediata por parte de la ONU para exigir un alto a la violencia de la fuerza pública y el llamado a las concertaciones.

El detonante fue la violencia policial contra los activistas de Gezi, pero la razón de fondo que aducen los ocupantes del parque es el “autoritarismo” del Gobierno y especialmente del primer ministro Erdogan.

Una de las denuncias repetidas por los manifestantes es la falta de libertad de prensa en el país. El Comité para la Protección de los Periodistas y Reporteros Sin Fronteras denuncian que 47 periodistas están encarcelados en Turquía debido a su trabajo, oficialmente más que en ningún otro país del mundo. Durante los dos primeros días de protestas y violencia policial, los grandes medios turcos apenas informaron del asunto.

El poder de Erdogan cada vez más centralizado debe, como todo poder, someterse de alguna forma a controles y equilibrios, y no precisamente por parte de los militares. El gobierno turco debe canalizar las demandas de los manifestantes y al mismo tiempo trabajar para una constitución que, a diferencia de la actual, abarque el multiculturalismo, la diversidad étnica y las diferentes religiones.

Turquía debe moverse hacia más democracia, y no al revés. El cambio es necesario para proteger a todas las personas independientemente de su origen étnico, religión, orientación sexual o género.

Por último, quiero expresar mi más sentido pésame a la familia de Abullah Cömert, dirigente juvenil de la Internacional Socialista con quien compartimos cuando ocupé su vicepresidencia mundial, y para el resto de activistas que perdieron sus vidas en la lucha contra las restricciones a la libertad de expresión y de religión en Turquía.

¡En solidaridad!

* Jenny Lindo,  Colombiana, becaria de la Universidad de Harvard (Escuela de Negocios en asocio con la Escuela John Kennedy2010 ). Docente universitaria, abogada y magister en derecho administrativo. Ganadora del Premio Mundial Henriette Roland Holst 2012

 

 

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