La candidata Michelle Bachelet pretende ser una virgen, sin experiencia presidencial anterior: si se le pregunta por los “pingüinos”, por el Transantiago o por el maremoto, con frecuencia responde con evasivas – lo mismo hizo cuando fue Presidenta al no reconocer los errores durante su mandato – en el caso de los “pingüinos”, pagaron los ministros Andrés Zaldívar y Martín Zilic; en el desastre del Transantiago, el ministro Sergio Espejo, de Transportes; de la tragedia del maremoto, al subsecretario del Interior, Patricio Rosende.
Desde que Bachelet llegó a Chile, evita el debate y la confrontación y sólo participa en ambientes que le son favorables – no permite a los periodistas contrapreguntar – y su asesor comunicacional es un genio para preparar escenarios de cartón-piedra, donde la candidata se luce ante “las viejas bigotudas socialistas” – son las mismas fanáticas que usaron la banda presidencial en la ceremonia de asunción al mando, en 2006 -.
Inevitablemente, algún día la joven casadera debería enfrentarse al mundo masculino, por consiguiente aceptar, al menos, un debate con sus rivales José Antonio Gómez, Andrés Velasco y Claudio Orrego. Previo al debate – presentación en sociedad – la púber colocó una serie de condiciones, entre ellas el que los candidatos no podrían interpelarse entre sí, y solamente podrían preguntar los periodistas asignados a la actividad, así como las formuladas por un público seleccionado entre aquellos que antes apoyaron la Concertación y que hoy se muestran indecisos.
La presentación en sociedad, en verdad, fue de lo más versallesca, pues los cuatro candidatos se portaron estupendamente bien y con guante blanco: Michelle parecía la madre y los otros, sus hijos. Las preguntas de Daniel Matamala y de Monse Álvarez permitieron, al menos, ir definiendo algunas posiciones: Andrés Velasco se ubicó a la derecha de la Concertación, Claudio Orrego semejaba a un predicador, José Antonio Gómez se ubicó a la izquierda y Michelle Bachelet presentó un programa, en apariencia progresista, pero inconsistente y lleno de ambigüedades.
Bachelet habló sobre una nueva Constitución, pero no preciso el camino para lograr el objetivo, evitando, en forma expresa, hablar sobre una posible Asamblea Constituyente; en general, la mayoría de los integrantes de la Concertación está de acuerdo con la idea de una nueva Constitución, pero el arco de posturas va desde una comisión bicameral – Escalona y Zaldívar, especialmente – hasta la Asamblea Constituyente – propuesta de los comunistas y del PPD -. Gómez se mostró, sin ambages, partidario de la Asamblea Constituyente. Orrego y Velasco no fueron precisos en su posición con respecto a este tema.
Con respecto a la educación gratuita y de calidad, el más rotundo fue, nuevamente, el candidato José Antonio Gómez, quien se pronunció por la educación gratuita en todos los niveles, pública, desmunicipalizada, laica y republicana. Michelle Bachelet, esta vez procuró sacarse la metida de pata, cuando sostuvo que ella podía pagar la escolaridad de su hija, y trató de entregar un plan de educación gratuita y escalonada en el tiempo, con un lapso de seis años para su completa implementación. Andrés Velasco, cuyo consejero educacional es el derechista José Joaquín Brunner, fue claramente contrario a la gratuidad universal, especialmente en la educación universitaria. Claudio Orrego sostuvo una posición similar.
Orrego, como buen “cardenal”, se mostró contrario al matrimonio igualitario, único punto en el que tuvo diferencias con su mellizo de derecha, Andrés Velasco, quien ha tenido posiciones liberales en estos temas que la derecha ha denominado “valóricos”.
Lógicamente, Orrego mantuvo su posición de excluir a los comunistas en un eventual gobierno suyo, reafirmando las discrepancias respecto al tema de los derechos humanos, violados en otras latitudes.
La Previsión se ha transformado en un punto crucial en esta campaña electoral: Michelle Bachelet mantuvo su postura respecto a la creación de la AFP estatal y la incorporación de los bancos a esta área. Personalmente, pienso que la AFP estatal no soluciona el problema, pues sólo permite rebajar los costos de mantención, pero sigue el juego de la ruleta con el dinero de los cotizantes. El único participante del llamado debate, partidario del sistema solidario de Previsión, fue José Antonio Gómez.
Lo que se puede resaltar de esta “presentación en sociedad” se refirió a los nervios de la candidata y a la ambigüedad de sus postulados. Con respecto a Orrego y Velasco, se puede decir que lograron mostrar, con nitidez, las posiciones de la derecha de la Concertación que, en definitiva, tendrán mucho peso al definir el programa de la candidata Michelle Bachelet que, por lógica, tendrá que buscar el voto moderado y, por consiguiente, hacer cada vez más ambiguo su programa de gobierno.
A José Antonio Gómez lo condena su pasado: además de ministro de la Concertación, fue candidato en las primarias truchas de 2009 y, para colmo, preside el Partido Radical, prácticamente en extinción, que sólo lo Ha salvado su habilidad para manejar el sistema binominal.
Rafael Luis Gumucio Rivas
13/06/2011