Hugo Chávez Frías pudo haber sido un general más del ejército venezolano y talvez, no habría muerto de un cáncer que muchos estiman que le fue inoculado.El que no lo haya sido puso a su país en un primer plano desde el punto de vista económico y político cuando fue elegido presidente de Venezuela.
País poseedor de una enorme riqueza petrolera, en su territorio de la Faja del Orinoco se encuentran las mayores reservas mundiales y Caracas, su capital, se encuentra frente a Washington, como punto de entrada hacia América del Sur.
Es importante señalar que, siendo militar, el ingreso de Chávez a la política fue interpretando el reclamo popular.
Pero, además, fue uno de los artífices del nuevo cuadro que en materia de integración económica y social muestran América del Sur, Centroamérica y el Caribe, países que además han abierto y/o profundizado sus relaciones con Africa y el Medio Oriente, ampliándola con Rusia y China.
Todo esto está en juego en lo que se pretende mostrar como un problema interno de los venezolanos, en el que curiosamente intervienen países y personajes de otras naciones, unos por ambiciones personales y otros porque ven amenazada su hegemonía.
En este contexto se inscribe lo que se quiere presentar como una pugna política interna de Venezuela y no como lo que realmente es, una confrontación que incide en elecciones próximas a realizarse en otros países de la región.
Por eso también se recrean situaciones como el desabasto que vive Venezuela, copia de lo que se hizo en Chile durante el gobierno de Salvador Allende, con el estimulo y el respaldo de Washington, nada es casual.
DE SANTIAGO A CARACAS
Durante el primer año de gobierno de Allende se pusieron en marcha los proyectos de carácter económico y social contemplados en su programa y que no requerían de leyes especiales. Luego se aprobó por unanimidad en el parlamento la nacionalización de la minería del cobre, las minas más grandes estaban en poder de empresas estadunidenses.
No se logró el mimo respaldo para la creación del área social de la economía, pese a que algunos partidos opositores
manifestaban su apoyo verbal.Eso determinó que los trabajadores ocuparan un número importante de empresas de distintos tamaños y establecieran una nueva administración.
El gobierno envió al parlamento un proyecto de ley que fue también fue verbalmente apoyado, pero nunca aprobado por la Cámara de Diputados o el Senado, pese a que los empresarios habían recurrido a los tribunales pidiendo el desalojo, lo que pre-anunciaba confrontaciones entre los trabajadores y las fuerzas policiales.
Para evitar hechos violentos, el gobierno recurrió a un decreto-ley dictado en la época de la República Socialista de comienzos del siglo XX, el que nunca fue derogado porque los empresarios lo utilizaban en contra de los trabajadores cuando éstos iniciaban una huelga.
Las fuerzas armadas respaldaron al gobierno y sus comandantes ocuparon durante un período cargos ministeriales no relacionados con los institutos armados.Después, la intervención foránea modificó el cuadro y hubo cambio en los mandos.
Paralelamente,se produjo un desabasto inédito de alimentos, medicinas y demás productos básicos.
A través de los medios de comunicación que respaldaban al gobierno, se inició una campaña para que los consumidores denunciaran la falta de alimentos básicos y el resultado fue el descubrimiento de toneladas de productos escondidos hasta en las casas de los comerciantes, así como en los pozos de agua en desuso y en los cobertizos de las haciendas.
Todo se puso a la venta a precios oficiales y en las elecciones de marzo de 1973 los partidos opositores no obtuvieron el control del 65 por ciento de los cargos parlamentarios, quórum necesario para destituir al Presidente de la República que era lo que buscaban.
Algo similar es lo que está sucediendo ahora en Venezuela, lo que deja en claro el verdadero origen del problema, aunque esta vez la intervención foránea es más abierta.
CAPRILES EN BOGOTÁ
El diario colombiano El Espectador fue el primero en hacer público el encuentro que habían sostenido en la capital de ese país Henrique Capriles, el candidato perdedor en las elecciones venezolanas, y el ex presidente colombiano Älvaro Uribe.
La noticia surgió de una querella contra Capriles presentada en la Fiscalía de Bogotá, acusándolo “por los supuestos delitos de concierto para delinquir,obstrucción a la justicia y menoscabo de la integridad nacional”.
Se lo acusó, además, de contribuir “ a que se planearan acciones en contra de su país en una reunión celebrada el 25 de noviembre de 2011, en la que participó el ex presidente colombiano Alvaro Uribe Vélez”, según información de Notimex, reproducida por el diario El Universal de México hace unos días.
Capriles anunció que volvería a Bogotá en el curso de la semana que acaba de terminar, donde sería recibido por los presidentes de la Cámara de Diputados y el Senado que, según el diario Última hora de Venezuela, con anterioridad habían recibido a la diputada Corina Machado, opositora también al actual gobierno venezolano.
De esta manera queda trazado el cuadro de una desestabilización que involucra a muchos actores y que puede tener otras proyecciones que incidan también en los acontecimientos colombianos y, en especial, en la búsqueda de la paz en esa nación.
El presidente Juan Manuel Santos quiere alcanzar un acuerdo con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, al que se opone Uribe, quien quiere volver a ser presidente de su país aunque la Constitución no se lo permite.
Y de refilón, los partidos que integran el actual gobierno de Chile también esperan sacar algún beneficio del desabasto que sufre Venezuela y no vacilan en relacionarlo con lo sucedido en su país, claro que sin asumir la responsabilidad que les cabe.