Según Alain Ruquet, profesor de las Escuela de Altos Estudios de América Latina, en París, en Argentina hay tres partidos políticos que se han alternado en el poder: el Radical, fundado por el “peludo” Hipólito Yrigoyen; el Justicialista y el de los militares.
En la actualidad, radicales y militares están muy disminuidos: los primeros, hoy encabezados por el hijo homónimo de Alfonsín ya casi no cuentan en el espectro político de una oposición incapaz y muy fraccionada; el segundo, desprestigiado debido a los crímenes de lesa humanidad, perpetrados durante la última dictadura, imposibilitados de hacer golpes de Estado con la extrema facilidad de antes; además, no cuentan con el apoyo de Estados Unidos y no está a la orden del día la doctrina de seguridad nacional. En este panorama, sólo queda vigente el Justicialismo en sus variadas expresiones.
La familia Kirchner – Néstor y Cristina – completa diez años en el poder, y nadie puede negar que el Presidente Kirchner salvó al país de la segura debacle económica y política del défault de 2002, a la cual la había llevado el gobierno de Fernando de la Rúa. Pocos se deben acordar de que los políticos de entonces no podían entrar a un restaurante sin ser “funados” con la consigna “que se vayan todos”, que gritaba el enfervorizado pueblo que sufría por “el corralito” y el robo de sus ahorros. De la Rúa, al igual que Isabel Martínez de Perón, tuvo que huir de la Casa Rosada en un helicóptero.
Luego de la caída de De la Rúa se sucedieron varios gobiernos, de muy corta duración, hasta las elecciones del 27 de abril de 2003, en que ganó Carlos Menem con el 24,45% contra Néstor Kirchner, con el 22,24%; Menem no se presentó en la segunda vuelta, quedando libre el camino para el ex gobernador de Santa Cruz, quien fue nominado a la presidencia de la república. Comenzó su gobierno quebrando con el Fondo Monetario Internacional y, al poco andar, implementando una política heterodoxa para los neoliberales, sacó a Argentina del défault haciendo “quitas” importantes a los bonos del Estado.
Desde el punto de vista del crecimiento, los Kirchner gozaron de un período de prosperidad para todos los países de América Latina gracias al alto precio de las materias primas; Argentina resultó especialmente favorecida por el precio de los cereales y, en general, de la agricultura, fundamentalmente del trigo y la soja. En algunos períodos del decenio se llegó a una tasa de crecimiento de un 9% – muy superior a la chilena -.
A diferencia de nuestros gobiernos del duopolio, los Kirchner se atrevieron a terminar con las AFPs e implementar un sistema solidario de previsión, además, no les tembló la mano para expropiar a la empresa española Repsol YPS y, además, nacionalizar las Aerolíneas Argentinas.
En política internacional, Argentina se ha ubicado cerca de Brasil, Venezuela, Ecuador y Bolivia, el eje progresista de América Latina.
La muerte del Presidente Kirchner conmovió a los países de la zona, en especial, por su política de integración latinoamericana y sus políticas progresistas. En el momento de morir, era el presidente pro tempore de la UNASUR.
Tanto Néstor Kirchner, como Cristiana Fernández, como Presidentes se han negado a conceder entrevistas a la Prensa; la actual Presidente es atacada, frecuentemente, por el grupo Clarín a causa de la dictación de una Ley de Prensa que limita los monopolios editoriales.
A falta de una oposición unida, el espacio ha sido ocupado, recientemente, por el periodista Jorge Lanata, quien desde su tribuna, en El Clarín ha lanzado sus dardos contra la existencia de bóvedas en la casa de Calafate donde se guardarían sumas enormes de divisas, que no se pueden contar, sino que habría que pesarlas.
A los chilenos se les denomina como “los argentinos mal vestidos”, pero en la actualidad, nuestra prepotencia jactancia se ha convertido en mil veces mayor que la que se atribuye a nuestros vecinos porteños. Con todos sus problemas, los vecinos argentinos tienen un Papa, una reina de verdad – no la siútica de la Bolocco – y el mejor futbolista del mundo la actualidad.
El drama de Argentina se centra en las falsas estadísticas respecto a la inflación; los nos ufanábamos en ser serios y estrictos en las cifras entregadas por el gobierno, pero hoy, ante el escándalo del INE, más bien nos valdría quedarnos callados.
En el Centenario, Argentina era la nación más poderosa de América del Sur – Buenos Aires podría, guardando las proporciones, compararse con París; Santiago era una aldea, cuya única comparación posible era con Mendoza. En los años 50, viajar a Buenos Aires era equivalente a conocer una gran urbe cosmopolita. En este nuevo Aniversario de la Independencia de Argentina asistimos a una decadencia con respecto a la gran potencia mundial de comienzos del siglo XX, sin embargo, debemos reconocer que en políticas sociales la Argentina justicialista es muy superior al Chile del duopolio.
Rafael Luis Gumucio Rivas
25/05/2013