Eso me dice un pana, un tronko, un amigo, “¡Calla weón, calla!, no digas nada”. El consejo vale su peso en oro. Visto que la mal llamada clase política va de cagada en cagada y de renuncio en renuncio, es evidente que es mejor callar, y por eso callo. No hace falta criticar los argumentos de cloaca que defienden comportamientos de desaguadero.
¿Cómo se llama el que un representante electo vote leyes en función del dinero recibido de una poderosa empresa? Delito. Digo delito, porque en cualquier país civilizado estarían en cana la diputado y el empresario, por corrupción, abuso de bienes sociales, falsificación de escrituras públicas y uso de documentos falsificados. Entretanto, la comisión de ética (?) del Parlamento “investiga” con la sana intención de “amonestar” a la interesada y, si el caso lo ameritase, de privarla de postre durante un par de días.
¿Qué pensar de una insigne mediocridad cuya trayectoria plana le llevó a la presidencia del senado sin demostrar que su única neurona activa conserva alguna sinapsis funcional? Uno que, después de mangonear en su partido durante décadas, sufre de diarrea compulsiva ante la simple idea de afrontar un desafiante a su curul parlamentario. Ser privado del derecho de pernada que confiere el principio “El que tiene, mantiene”, le lleva a denunciar malas prácticas políticas. Ser designado a dedo, o comprar su curul con otros curules, nunca le pareció un comportamiento deleznable, y aún menos el exigir para sí mismo el carácter vitalicio que se auto adjudicó no hace mucho un cierto dictador.
¿Cómo interpretar la bajada de un candidato a la presidencia en razón de sus desmanes financieros (estafas, evasión fiscal, entre otros), pronta e impúdicamente elevado a la calidad de candidato a senador, antes de que renunciase finalmente a la idea no tanto por respeto de la decencia como por miedo al escándalo?
¿Que nos comunica una candidata muda? No por discapacidad, sino porque cualquiera sea el mensaje que envíe, será condenada por algún sector supuestamente afecto a su “líerahgo”. ¿Qué puede proponer una figura que se parece más a una cáscara de nuez en medio de las olas que a un navío insignia? Su llamado a realizar primarias, ignorado por unos, desdeñado por otros, recuerda el episodio que tuvo lugar cuando aún era presidente: convocó a los ex-presidentes de la Concertación a una reunión en La Moneda, con el objeto de imponer candidaturas comunes a las elecciones municipales del 2008. Resultado: la DC se acoquinó con el PS, y por otro lado el PRSD con el PPD. ¿Cuál fue la influencia del líerahgo de la “presidenta”?
Toda la política parasitaria sufre de los resultados de su propia impudicia: la institucionalidad ilegítima que ha defendido con tanto ardor les pasa la cuenta. Unos y otros, Alianza y Concertación: si les quitan la Constitución de la dictadura les matan. Y se las dejan se mueren.
Los candidatos a la candidatura se preguntan… ¿Qué decir, qué mensaje político difundir, que promesas hacer?
Uno decide, muy seriamente, imitar al Muppets show: “Turututú” (sic). Otro asegura que él está “Por un Chile justo”: ¿Qué acaso ahora no lo es? La candidata, mientras menos dice, mejor, o eso piensan sus asesores. ¿Y el resto? Arroz. Quiero decir que van de arroz, para acompañar.
Servidor, siguiendo el consejo de mi pana, ese tronko que es mucho más que un amigo, callo. No digo nada. Porque hora tras hora, minuto tras minuto, la política parasitaria se hunde sin remedio y no conviene perturbar su agonía. Los gusanitos que operan al llegar la rigidez cadavérica esperan un festín. Y no serán defraudados.