Noviembre 10, 2024

Yako Serrano Yurich. Un poeta se nos va

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Este domingo, en horas de la mañana en la ciudad de Santiago, dejó esta vida para elevar su energía, el poeta Yako Serrano Yurich. Después de su traslado en febrero de este año, a una casa de reposo en Santiago y tras sufrir un último infarto cerebral, falleció este actor, pintor, artesano, escritor, poeta, radicado hasta febrero en Los Vilos, donde desarrolló durante años múltiples actividades artísticas y culturales.

 

 

Nació en la ciudad de Concepción, a los cinco años de edad sus padres arriendan la casa donde nació Claudio Arrau y se trasladan a Chillán. Fue un gran lector desde pequeño, lo que le permitió rápidamente el grato y vital encuentro con la escritura creativa. Se inicia en la actividad poética alrededor de los trece años, escribiendo romances.

 

Tras volver a Concepción vive el terremoto de enero de 1939, la vivienda de la familia queda destruida, lo que hace que meses después se trasladen a Santiago a vivir en una residencial cerca del Museo de Bellas Artes y no lejos de la Biblioteca Nacional, esto lo convierte en visitante frecuente de ambos lugares.


Estudió en el Liceo Valentín Letelier, después se incorporó a la academia vespertina del Teatro Experimental de la Universidad de Chile. Posteriormente, trabajó como libretista y locutor en variados programas de radio Magallanes, Yungay y Sago de Osorno. Años después viajó a China, contratado por Radio Pekín (Beiyin) para responsabilizarse de las transmisiones en español, durante tres años.


Cuando joven participó en el grupo literario Los Afines de San Fernando, en esta situación publica su primer poemario “Los Ecos Todavía”, periódicos de San Fernando, Chillán, Santiago y Antofagasta publican sus textos.


Vivió 22 años en Costa Rica, donde funda un grupo de teatro que realiza giras por el país. Escribe muchas obras para su grupo: principalmente dramas, comedias y café concert. Esto lo hace acreedor de un importante reconocimiento por parte del ministerio de cultura de Costa Rica.


De vuelta en Chile reside en Los Vilos, donde se gana el respeto y ratificación en el quehacer de la cultura. En el año 2008 publica “Sobre Muerte y Girasoles” poemario que presenta junto a la poeta Vilma Borchers, quien en esa oportunidad también presenta un libro con similares características, en un formato artesanal que pretende mostrar la poesía dentro del concepto de libro-objeto. En el año 2009 publica la obra narrativa “Cómo matar a Mozart y otras siniestras intenciones”.


Quedaron en espera de publicación “Bandoneón abandonado en el Metro” y “Muchacha flaca dormida en la hamaca” (novelas) y por lo menos seis volúmenes de poesía, entre ellos “Sonetos de la Espera. A Isabel lejana…” trabajo literario de compleja construcción lírica, que en Yako se expresa fácilmente en armonía semántica con sus emociones.


Un hombre de intelecto agudo, se conjugaban en él las disciplinas artísticas que se desarrollaron en el Chile social y cultural, contemporáneo y cercano a grandes artistas como la Violeta, Gonzalo Drago, Nicomedes Guzmán y otros tantos, Yako Serrano, fue y seguirá siendo testimonio del período de un Chile inconcluso, que se nos está yendo sin que podamos hacer justicia en la difusión y atención que sin lugar a dudas se merece.


En el poemario “Sobre muertes y girasoles” la poeta Vilma Borchers, escribe en el prólogo “No se equivoquen frente a la aparente cautela con que se moviliza el Poeta Juan Jacobo Serrano, no es tal; aquí hay absoluto desenfado. / Él sabe de cuerdas flojas y trapecios, de alambiques y retortas. Maneja con sabiduría y exactitud la alquimia del idioma. / Tiene el prodigioso don de atraparnos sin dar tregua con la trama de su palabra, y nos hace caer en la miel de sus girasoles, hipnotizados, como mariposas nocturnas tras las lámparas. / En estos textos, está la muerte más viva que nunca: emplazada, seducida, a veces burlada. / Adquiere una presencia tal, que sin darnos cuenta estamos sentados frente a ella, dialogando sobre trágicas ironías…”


La literatura de Yako es variopinta, como sus pinturas; dinámica, real, creíble y a la vez mágica como el teatro; construida con precisión y calma como la buena artesanía; las diferentes funciones de los códigos en Yako deberían considerarse para la posteridad.


La última vez que lo vi, entre sus pájaros pintados de diferentes formas y colores, me decía sobre el olvido, esta cosa de que las palabras se escapen, algo me alertó de que su problema era serio, pero como con él nunca se sabía el momento de la actuación espontánea, le respondí que… el pajarístico puede ser la solución / ellos, pájaros, digo / no piensan cuando pajaristean / me miró profundo / elevado, comienza a silbar, se ríe / mientras los conceptos vuelan sobre su cabeza… Esta es la última imagen que tengo de Yako de su personalidad poética, inteligente, sensible, digna e indeleble.

 

EL QUE HA VISTO

 

de YAKO SERRANO

 

El que ha visto al caballo, trágico y patiabierto,

 

caer apuñalado por la vejez inútil,

 

sabe a qué me refiero cuando hablo de talleres

 

con postigos ruinosos azotando el silencio,

 

o de la noche de perros del amor clandestino.

 

Conoce de mujeres de voz enronquecida,

 

con lágrimas azules en las flacas mejillas.

 

El que ha visto el caballo, cree en el plenilunio

 

y en el vulgar misterio de su luz criminosa.

 

Me he pasado la vida agitando pañuelos

 

para al final quedarme, como un barco de parque

 

o un catre de provincia, usados hasta el óxido final,

 

definitivo.

 

Me he pasado la muerte escribiendo poemas

 

en papeles manchados, en bordes de periódicos

 

o en barcos vacilantes de mares tempestuosas;

 

y siempre han de quebrarme las jaulas habitadas,

 

el pez empecerado, o un niño gimiendo

 

por calles solitarias.

 

Me he perdido la vida parlando de libertad,

 

amores, vinos, tangos, facturas, alquileres.

 

Casi gano mi suerte jugándome la vida,

 

creador de más noche en espera del alba.

 

Quién podría arriesgarse a entrar en este túnel

 

de desoladas voces y trenes angustiados,

 

sin saber del caballo y los cuchillos mellados.

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