El error del periodista Fernando Paulsen, en el programa Tolerancia 0, al encarar al candidato presidencial Pablo Longueira, con un documento mal extendido por el Servel, dando cuenta de que Longueira no se encontraba inscrito en los registros electorales en 1988, además de ironías, provocó todo tipo de críticas al periodista y al programa de televisión. Lo que llama la atención es la doble moral de quienes critican, pues son los mismos que hacen la vista gorda ante los horrores y mentiras publicadas por El Mercurio durante décadas, y cuyo dueño, Agustín Edwards Eastman, es uno de los seres más nefastos en la historia de Chile.
Quienes defienden a Paulsen, y al programa, dicen que criticarlo por el error cometido, que además no fue su culpa, es atentar o denostar su objetividad y la de Tolerancia 0. Pues bien, en honor a la verdad, hay que decir que Tolerancia 0 no es ningún ejemplo de objetividad periodística, es tan sólo un programa utilitario al tipo de democracia que tenemos. Dicho en chileno “ni chicha ni limoná”. Los temas de fondo no son tratados por los panelistas ni en su génesis ni en sus consecuencias más desastrosas. Ejemplo de ello son el trato que dan a temas como las AFPs e Isapres, el monopolio de las comunicaciones, la corrupción empresarial y política, etcétera. A veces el lenguaje parece cuestionador, pero si vamos a la esencia es sólo retórica, nada más. Para que Tolerancia 0 fuese realmente un programa serio, objetivo y democrático, tendrían que integrarse el panel periodistas de fuste, o como dicen los hípicos, clasiqueros, del estilo de Mario Gómez López, “Gato” Gamboa, Manuel Cabieses, Nibaldo Mosciatti, Manuel Salazar, por citar algunos.
Recuerdo que hace algunos años el diario Las Últimas Noticias y otros medios comenzaron a dar tribuna al periodista Alejandro Guillier, ex panelista de Tolerancia 0, para elevarlo a la categoría de “el periodista más creíble de Chile”. El pueblo general parece que se tragó este sofisma, pero la gente bien informada no. El señor Guillier fue rostro de las Isapres, promoviendo sus “beneficios”. Por ese trabajito le pagaron millonariamente, y hoy todos saben la gran esquilma que son las Isapres para la masa trabajadora. Ese es el periodista más creíble de Chile, hoy candidato a senador. Y ojo, señores y señoronas de esta laya hacen nata en la televisión chilena. Pero volviendo al tema de Tolerancia 0, hay que decir que este programa no da el ancho, ni ideológica ni culturalmente, y menos en lo epistemológico. Cuando entrevistaron al historiador Gabriel Salazar, por ejemplo, que es un gladiador intelectual de nivel superlativo, los panelistas estaban atónitos, como si estuvieran ante un marciano, no entendían nada. El imaginario social y político de los panelistas de Tolerancia 0 está lleno de eufemismos y prejuicios, la libertad de expresión en ellos no pasa de ser una anécdota pintoresca de la boca hacia fuera.
Por Alejandro Lavquén