Haciendo un parangón con un libro famoso sobre la Revolución Rusa, podemos decir que estos fueron los tres días que conmovieron a la UDI: la cruel utilización y lapidación del sonriente guitarrista de Maipú demuestra que los “coroneles” de la UDI pueden ser unos crueles verdugos, pues sólo les bastó mostrar la vacía cabeza del “guillotinado” a la masa hambrienta de sangre de sus militantes, para consumar la tragedia – digna del mejor de los dramas de la Revolución Francesa.
A Laurence Golborne no lo condenaron a muerte por los negocios en Las Islas Vírgenes – al fin y al cabo, todos los adinerados se refugian en paraísos fiscales – tampoco por el alza unilateral y abusiva y de las tarjetas de Jumbo, su caída se debe a sus estúpidas respuestas, en conferencias de Prensa, respecto a ambos escándalos – podría afirmarse que no lo decapitaron, sino que se suicidó -. No faltan osados comentaristas que sostienen la teoría de que el “hijo ilustre de Maipú ha caído como consecuencia de que un buen sector de la UDI lo rechazaba como candidato de ese conglomerado y que venía gestándose su reemplazo por Pablo Longueira.
Durante estos últimos días se han producido dos cambios profundos en la derecha chilena, que arriesgan expandirse al todo el escenario político: el primero, la derrota de los tecnócratas, entre ellos Beyer y Golborne en favor de los políticos; segundo, el fin de los candidatos vacíos políticamente y supuestamente carismáticos – Laurence Golborne ha encabezado la lista -.
En base a estas dos premisas, a partir de hoy comienza una campaña presidencial, cuyo centro serán políticos de alto calado y centrada en proyectos de país: Pablo Longueira, Andrés Allamand, por el ala derecha; Michelle Bachelet y Marco Enríquez-Ominami, por la izquierda. Los cuatro son políticos capaces de animar un debate político a fondo sobre temas programáticos. Incluso, Marcel Claude, Andrés Velasco y Claudio Orrego son también políticos capaces de proponer al país buenos proyectos políticos e ideológicos – el primero, revolucionario, el segundo, neoliberal y el tercero, socialcristiano -.
El nuevo candidato de la UDI, Pablo Longueira, es una de las personalidades políticas poseedoras de más aristas en este período de nuestra historia: por un lado, es un “profeta”, con rasgos de “iluminado”, que lo asemejan a Savonarola o, en términos más locales, al “Cristo de palo” del Valle del Elqui – podría ser perfectamente el líder de una secta y lo es, en el caso de la UDI – además, es el único que se “comunica” directamente con Jaime Guzmán, su mentor, y está autorizado para interpretar su “evangelio”; desde hace varios decenios ha sido el primer arquitecto de la penetración de la UDI en los sectores populares, con la idea de penetrar en estos sectores, anteriormente dominados por el marxismo. En este sentido, Logueira siempre será el líder de “una cruzada”. Pienso que, como Radomiro Tomic, a pesar de sus dotes políticas, Longueira no llegará nunca a la presidencia de la república: si revisamos nuestra historia política, el extremismo católico jamás ha llegado al poder con uno de los suyos , desde los conservadores hasta nuestros días.
Otro de los aspectos de la personalidad del candidato de la UDI es el pragmatismo: fue capaz de salvar a la Democracia Cristiana en un momento crucial – que estuvo a punto de desaparecer legalmente – y, a los pocos años, repitió la misma hazaña a comienzos del gobierno de Ricardo Lagos. Más tarde eliminó a algunos de los tecnócratas del gabinete de Sebastián Piñera. Es, de lejos, uno de los hombres más analíticos y fríos de la derecha chilena de hoy.
La derecha tiene dos “Titanics” de la lucha política, quienes no sólo son parte de la historia de RN y de la UDI, sino que constituyen su historia misma, y los dos son “hijos” de Augusto Pinochet – según Lucía Pinochet, “Longueira era el predilecto de su padre”-; Allamand es discípulo de Onofre Jarpa y Longueira de Jaime Guzmán – de la disputa entre Guzmán y Jarpa surgieron los Partidos RN y UDI -. (Relatar la historia de Longueira y Allamand ocuparía un libro de varios tomos que supera, de lejos, este artículo).
La candidatura de Longueira, dada su personalidad, va lograr la reagrupación de su Partido, dotándolo de épica y relato, además de una ética de la convicción, cualidades muy adecuadas para adjudicarse la primaria, que consiste en llevar a sus militantes a las urnas, pero inadecuadas para triunfar en una elección presidencial, donde las posiciones moderadas definen el triunfo.
Queda por resolver un tema central que dice relación con la participación de la UDI en unas primarias presidenciales o la continuidad de la campaña de Pablo Longueira hasta noviembre, fecha de las elecciones. El candidato de la UDI se ha pronunciado, en varias ocasiones, en favor de la segunda opción, dilema que se resolverá en unas horas más – la hora en que escribo este artículo corresponde a las 10:52 horas -.
Personalmente, estoy decepcionado de las primarias a la chilena, una verdadera ridiculez que engaña a los electores, pues los políticos las usan como el “gato maula con el mísero ratón”. En el caso de las presidenciales, si sólo se realizan entre candidatos de la Concertación e independientes, van a semejarse al cuento de “Blanca nieves” y, en este caso, los tres enanitos; sólo la de la Alianza podría ser interesante, pues los dos candidatos tienen el mismo peso. Las primarias de senadores son un verdadero fraude, pues “se va a reelegir” el 80% de sus miembros.
Las auténticas primarias a la presidencia de la república se dan en la primera vuelta que, ojalá, se presenten todos candidatos: Longueira, Allamand, Bachelet, Enríquez-Ominami, Parissi, Velasco, Orrego, Claude, Gómez y Joselyn-Holt. En esta forma los ciudadanos podrán decidir entre una amplia gama política e ideológica, para luego, e n la segunda vuelta, escoger al Presidente.
Rafael Luis Gumucio Rivas
30/04/2013