Septiembre 20, 2024

Dolia Estévez: “Desclasifiqué documentos diplomáticos y del Pentágono, están en mi libro El Embajador”

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 dolia_estevez_foto_fernando_lunaMéxico DF.- En entrevista con Clarín.cl Dolia Estévez, corresponsal de MVS Radio en Washington DC, habla del libro El Embajador: “Primero elegí a los embajadores, comencé con Patrick Lucey, el primero cronológicamente, su gestión no fue muy polémica, no hubo temas difíciles. Así vas tomando confianza en el trabajo, para cada entrevista me preparé muy bien, cuando fui con cada embajador sentía que dominaba el tema y el contexto histórico en que desarrolló su trabajo. Me ayudaron las memorias de tres expresidentes de México: José López Portillo, Miguel de la Madrid y Carlos Salinas –estas memorias son fatales-, las estudié y rescaté lo que me podía servir para cada entrevista”. Los 9 embajadores norteamericanos, entre 1977 a 2011, conversaron con la periodista Dolia Estévez, dando como resultado un ejercicio de investigación sin precedentes, sólo hubo un tema tabú: WikiLeaks.

 

 

MC.- Dolia, por lo general los diplomáticos son renuentes a las entrevistas, ¿había otro libro en Latinoamérica con entrevistas a los embajadores de Estados Unidos?

DE.- No todos los embajadores son renuentes a las entrevistas, uno tiene que saber cómo llegarles. No conozco otro ejercicio periodístico de esta naturaleza, es un trabajo original, no encontré ningún libro con entrevistas a embajadores de los Estados Unidos; leí el libro: El oso y el puercoespín (2003) de Jeffrey Davidow, es el único diplomático que ha escrito un libro sobre la relación entre Estados Unidos y México.

 

MC.- La primera edición de tu libro: “El Embajador” (2013) salió en inglés, ¿cómo fue la recepción en el ámbito académico y diplomático norteamericano?

DE.- La edición en inglés es diferente, en términos de su forma; la edición mexicana es más comercial, la edición en inglés fue publicada por una organización académica sin fines de lucro, por lo tanto no es un libro comercial, no está a la venta; mi libro fue bien recibido en el ámbito académico, un diplomático que trabaja en la Universidad de Texas está utilizando mi libro para sus cátedras. El Instituto México del Woodrow Wilson Center hace propuestas con la intención de influir para un mejor entendimiento de las relaciones internacionales, también envía iniciativas de políticas públicas desde un punto de vista académico, mi libro lo publicó el Woodrow Wilson Center, instituto que patrocinó la investigación, lo que me permitió económicamente hacer las entrevistas.

 

MC.- ¿El Woodrow Wilson Center te consiguió las citas con los embajadores?

DE.- No, yo hice todo el trabajo, el Woodrow Wilson Center únicamente me patrocinó la investigación.

 

MC.- De 10 embajadores entre 1977 a 2011, ¿te faltó uno por entrevistar?

DE.- Sí, Charles J. Pilliod fue el segundo embajador de Ronald Reagan, no pudo recibirme por su avanzada edad, su esposa se comunicó conmigo para decirme que la entrevista era imposible.

 

MC.- Paradójicamente el único embajador que todavía vive en México DF, Antonio Garza, no quiso recibirte en persona…

DE.- Fue al primer embajador que le mencioné mi proyecto, en diciembre de 2010, Antonio Garza me dijo: “No, de ninguna manera”, pero me propuse convencerlo, tardé un año, le dije: “tengo a todos los embajadores de Estados Unidos en México, sólo faltas tú, sería más problemático que no estés en mi libro y que yo tenga que decir que declinaste participar con tu visión de México”, así que me envió las respuestas en audio mp3, hicimos la entrevista por correo electrónico.

 

MC.- Llama la atención lo que dicen, pero no se atreven a dar los nombres, por ejemplo: el embajador Julián Nava acusó a un Almirante norteamericano de pretender hacer maniobras en Veracruz para intimidar al gobierno de México…

DE.- Probablemente esos marinos norteamericanos ya están muertos y no importaba si daba sus nombres.

 

MC.- Negroponte no da el nombre del militar mexicano que grabaron en la casa de un narcotraficante.

DE.- Tampoco hubiera importado porque el militar mexicano se suicidó.

 

MC.- El embajador James Jones no te dijo a quién le entregó el informe sobre los indicios de corrupción de Raúl Salinas, hermano del presidente Carlos Salinas.

DE.- Se lo entregó a Luis Téllez, no lo quiso decir porque Luis Téllez es un político mexicano en activo. El embajador no me quiere decir los 12 nombres de los políticos mexicanos vetados por Estados Unidos debido a sus sospechas de corrupción, el diplomático dice no lo recuerda bien y que podría traicionarlo la memoria. Los embajadores fueron francos, transparentes y honestos con sus respuestas, pero hasta cierto límite, son diplomáticos, siguen cuidando intereses.

 

MC.- Preparaste cada entrevista, estudiaste los cables desclasificados por la Ley para la libertad de Información (FOIA) y por WikiLeaks, leíste las memorias de tres presidentes mexicanos, ¿cómo definiste el resto de tu metodología?

DE.- Primero elegí a los embajadores, comencé con Patrick Lucey, el primero cronológicamente, su gestión no fue muy polémica, no hubo temas difíciles, dije: “será una entrevista sencilla”. Así vas tomando confianza en el trabajo, para cada entrevista me preparé muy bien, cuando fui con cada embajador sentía que dominaba el tema y el contexto histórico en que desarrolló su trabajo. Me ayudaron las memorias de tres expresidentes de México: José López Portillo, Miguel de la Madrid y Carlos Salinas –estas memorias son fatales-, las estudié y rescaté lo que me podía servir para cada entrevista. En el caso de Lucey, López Portillo escribió: “Lucey renunció porque estaba en desacuerdo con las políticas de la Casa Blanca hacia México”, pero lo desmintió; López Portillo también dijo: “Jimmy Carter se sentía acomplejado ante un intelectual como López Portillo”, Lucey volvió a desmentirlo: “yo no podría hablar mal de mi presidente, nunca dije eso de los complejos de Jimmy Carter ante López Portillo”. Eso es riqueza informativa, un ex embajador desmintiendo las memorias de un ex presidente.

 

MC.- Leí que Julián Nava le regaló un caballo a López Portillo y para evitar la burocracia de las aduanas lo metieron ilegalmente, sería el primer “caballo mojado”, ¿las anécdotas también retratan a los embajadores?

DE.- Esa fue una de mis anécdotas favoritas, Julián Nava es el embajador más atípico, el menos sofisticado. Fue controvertido, por su relación con Arturo Durazo –el corrupto jefe de la policía de México DF-, en esa época secuestraron la Embajada de Estados Unidos en Colombia, así que todos los embajadores norteamericanos en Latinoamérica se pusieron paranoicos, por eso Julián Nava pidió protección extra al Negro Durazo, yo que llevo años estudiando la diplomacia norteamericana no sabía de la estrecha relación entre Nava y Durazo.

 

MC.- ¿No tenías la tentación de preguntarles sobre las crisis en otros países?, por ejemplo los rehenes en Irán o el papel de Negroponte en Honduras…

DE.- Me hubiera gustado hablar de la crisis de los rehenes en Irán que terminó con la reelección de Jimmy Carter, pero el enfoque de mi libro era la relación bilateral, ellos respondieron a puntos de la agenda de otros países, ¿recuerdas el caso de Lucey?, el embajador norteamericano habló al Departamento de Estado para avisar del viaje del presidente de México a China, preguntó si la Casa Blanca necesitaba enviar algún mensaje a los chinos y la respuesta del Secretario de Estado fue: “sólo eso nos faltaba, que los mexicanos nos metan en problemas con los chinos, por favor que no nos mencionen en su gira por China”.

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MC.- El embajador James Jones dijo: “Salinas fue culpable de la devaluación del peso mexicano”, ¿en varios casos fueron poco diplomáticos?

DE.- Esas declaraciones son una maravilla, como periodista que me digan todo lo que quieran, ya no son diplomáticos, una cosa que me han insistido en este viaje: “tienes que entrevistar a los embajadores mexicanos en Washington, ese debe ser tu siguiente libro”, respondí: para qué, qué me van a decir, los políticos mexicanos carecen de transparencia genética y la mitad de ellos siguen en el gobierno mexicano, sería un libro aburrido. La ventaja de los embajadores norteamericanos fue que la mayoría están jubilados.

 

MC.- Jeffrey Davidow se quejó: “México sí interviene en la política de Estados Unidos”, ¿cuál sería el mejor ejemplo de las pretensiones del gobierno mexicano?

DE.- Yo que vivo en Washington DC lo he visto, una de las intervenciones en asuntos internos de los Estados Unidos fue cuando Jorge Castañeda –el canciller de Fox- insistía en negociar bilateralmente la reforma migratoria, pero eso no es posible, se trata de una legislación estadounidense en un proceso interno que concierne a los poderes ejecutivo y legislativo en Washington DC, México no tiene nada que negociar, es como si Estados Unidos se pusiera a negociar la reforma educativa de México. Davidow me dijo que George Bush se indignó porque Jorge Castañeda le decía a sus amigos del Capitolio: “no aprueben 500,000 visas para regularizar a 500,000 migrantes, si aprueban eso no vamos a poder sacar la enchilada completa, la amnistía migratoria para todos los mexicanos”, Davidow se pregunta: “quién habla de intervención”. A mí me gusta mostrar toda la historia para que se entienda la ineptitud de la clase política mexicana, no tienen acceso a ese tipo de pretensiones, los embajadores mexicanos ven al presidente de Estados Unidos en alguna ceremonia oficial y cuando presentan las cartas credenciales en Washington, en un acto protocolar muy breve; en cambio al embajador de Estados Unidos lo reciben en la Casa Presidencial de Los Pinos cada vez que lo solicitan, cuando Negroponte hablaba con Carlos Salinas le daban cita el mismo día.

 

MC.- ¿Negroponte hizo crecer el mito de José Córdoba, el súper asesor de Salinas?

DE.- No es mito (risas), es una realidad. Así minimizaba Negroponte el estatus del canciller de México, todo lo trataba con José Córdoba Montoya, era el interlocutor principal de Negroponte.

 

MC.- ¿Antes de WikiLeaks los embajadores tenían miedo de filtraciones a la prensa?

DE.- WikiLeaks fue una filtración física de los documentos, el miedo de Davidow era que la información fuera filtrada, pero no el cable en sí. En 1993, a Negroponte sí se le filtró un memorándum sobre el Tratado de Libre Comercio (TLC), pero el miedo de Davidow era si se filtraba algo negativo sobre el papel antinarcóticos del gobierno mexicano, porque la DEA también recibe estos documentos y estaba en juego la Desertificación de México –el proceso que calificaba la conducta antinarcóticos de los países-, había pugnas durante el gobierno de Ernesto Zedillo, la Casa Blanca quería una cosa, el Departamento de Estado quería otra, la DEA otra y el embajador norteamericano quedó en medio de la disputa. Davidow me dijo: “hubiera sido contraproducente desertificar a México, no tenía ningún beneficio”, en efecto, se cuidaba mucho en lo que reportaba a Washington.

 

MC.- ¿Fue una constante de los embajadores buscar la estabilidad en México por encima de la democracia y los fraudes electorales?

DE.- Yo desclasifiqué ese documento confidencial al secretario Shultz, cito: “Es seguro que Salinas ganará, pero quizá con abstención y fraude electoral”.

 

MC.- ¿Dejó de interesarles la continuidad del PRI?

DE.- Cambió la perspectiva con el fin de la guerra fría, toda la política de Estados Unidos se veía a través del prisma de la guerra fría, cuando terminó -en 1990- Estados Unidos fue más flexible para mover otros temas en la agenda bilateral: la violación de los derechos humanos en México y terminar con el fraude electoral. El embajador James Jones no quería a Carlos Salinas, Jones me dijo: “Carlos Salinas es sigiloso, muy desconfiado, nunca reconoció un error”, no se llevaron bien, la apuesta de Salinas era por los republicanos, los políticos del PRI creían en la reelección de George Bush, pero ganó Clinton.

 

MC.- Los embajadores aceptaron las entrevistas, pero hubo un tema tabú: WikiLeaks.

DE.- Carlos Pascual todavía es funcionario del Departamento de Estado, al salir de México lo nombraron subsecretario para asuntos de energía. Cuando WikiLeaks difundió los cables de las embajadas, toda la burocracia recibió órdenes superiores: no se habla de WikiLeaks, según Washington el robo de WikiLeaks es un delito, te haces cómplice si hablas del contenido de los cables desclasificados, al principio ni siquiera recocían que eran documentos oficiales –ahora no les quedó otra opción-, por eso Carlos Pascual no quiso hablar de WikiLeaks.

 

MC.- ¿Le crees a Jones cuando dice que sabían de la guerrilla zapatista en Chiapas desde 1993?

DE.- Sí, yo desclasifiqué ese documento de la Agencia Militar del Pentágono, lo incluí como pie de página.

 

MC.- ¿Y le crees en la teoría del asesino solitario en el crimen del candidato presidencial Luis Donaldo Colosio?

DE.- Ellos creen eso y el gobierno mexicano también cree eso. No sé, yo no tengo elementos para saber si entre ellos dos se pusieron de acuerdo para decir que Aburto era un asesino solitario; se ha dicho que fue Salinas u otros grupos del PRI, pero no hay evidencia, son rumores.

 

MC.- Abordaste el caso Camarena, el agente de la DEA asesinado en México, y a su vez el secuestro de la DEA contra el médico Álvarez Machain en México para “extraditarlo” ilegalmente a Estados Unidos, ¿a quién le corresponderá hablar de los policías mexicanos que dispararon a un auto diplomático de Estados Unidos en el poblado de Tres Marías?

DE.- Si alguien sabe algo es Carlos Pascual, esos instructores norteamericanos llegaron a México cuando Pascual era embajador, cuando cobró fuerza la Iniciativa Mérida.

 

MC.- ¿Buscarás al actual embajador Earl A. Wayne?

DE.- Sí, para la segunda edición de mi libro, pienso en aumentar la edición, hacerle algunos cambios, he obtenido más documentos a partir de la publicación de mi libro.

 

MC.- ¿Te quedarás a cubrir la visita del presidente Obama?

DE.- No, lo discutimos en MVS y se decidió que no; viajé con los corresponsales de la Casa Blanca en abril de 2009, después vine en agosto de 2009 a la Cumbre de Líderes de América del Norte en Guadalajara, pero en esta ocasión es una visita tan fugaz, tan breve, Obama llega el jueves, hubiera sido una cobertura muy pequeña para el noticiero de Carmen Aristegui.

 

MC.- ¿Qué te preguntan los colegas norteamericanos sobre México?

DE.- La preocupación por la violencia contra los periodistas y los medios de comunicación, ante la nula respuesta del gobierno de Calderón y de Peña Nieto. En México matar a un periodista no cuesta nada de trabajo, no se hace justicia, hay total impunidad, las autoridades descalifican al periodista –como al fotógrafo de La Vanguardia asesinado y las autoridades locales dicen que el reportero estaba metido con el narco-, es un doble asesinato: primero lo asesinan físicamente y después asesinan su memoria, diciendo “que estaba metido con el narcotráfico”, pero cómo saben si no hacen ninguna investigación, al descalificar al colega asesinado están descalificando al gremio en su conjunto. Yo le pregunté al Ministro del Interior de México: “¿Y ahora qué hará el gobierno de Peña Nieto con la violencia y los crímenes contra los periodistas, cuál será su respuesta?” y Miguel Ángel Osorio dijo en Washington: “estamos muy preocupados por los ataques contra el periódico Mural, la respuesta está en el Pacto por México”, ahora resulta que todo está en el “Pacto por México”, según el PRI es la panacea, después los colegas me dijeron: “estuvo más buena tu pregunta que la respuesta del secretario”, no veo ningún cambio en el compromiso ni en el entendimiento de lo que somos los medios de comunicación en una democracia, no hay diferencia entre el gobierno de Calderón y el gobierno de Peña Nieto, hasta ahora no ha mostrado ningún cambio.

 

MC.- Finalmente, ¿buscarás una entrevista con Felipe Calderón que está refugiado en Harvard?

DE.- No, para qué. Yo tengo muchas cosas por preguntarle, pero nunca me responderá, Calderón nunca quiso a los medios de comunicación, nunca entendió la importancia de mantener bien informada a una sociedad para que pueda tomar buenas decisiones en una democracia, no entiende eso.

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