Con este mismo título (pero escrito en latín) Jorge Marshall escribe una columna como decano de la Facultad de Economía y Negocios de la UNAB. En ella plantea la preocupación de una gran mayoría de los chilenos por como continuar la bonanza económica basada en el precio del cobre. Muchos recuerdan que él fue Subsecretario y Ministro de Economía en el gobierno de Aylwin y formuló la famosa frase:“la mejor política industrial es NO tener política industrial”, norma que se siguió al pie de la letra en todos los gobiernos de la Concertación y de la Alianza. Jorge Marshall ahora plantea tres desafíos: Primero, invertir en nuevas capacidades productivas; segundo ,la profesionalización y modernización del Estado y tercero ,reafirmar que la estrategia de largo plazo se asienta en pilares sociales sólidos….
La gran pregunta es si después de 23 años de desindustrializar el país se puede emprender la tarea compleja de rehacer el camino y dedicar, con la protección del Estado, un nuevo giro industrialista. Implicaría una revisión total de lo que se ha hecho en Chile con su modelo económico libre mercadista. Lo imprescindible y prioritario es tener una moneda chilena que permita competir, con productos que incorporen mano de obra y conocimientos. Un peso chileno sobrevaluado, por la negligencia de un Banco Central que cuida su patrimonio, como si estuviera administrando un hogar doméstico lo hacen imposible. Nada se saca con citar índices que demuestran que el peso está en un punto de equilibrios, etc. Los hechos mandan. MABE firma mexicana de electrodomésticos que armaba sus máquinas en Chile, ha trasladado su planta a Ecuador, por menores costos. Más de la mitad del vino chileno se está exportando a granel, porque no vale la pena fabricar una botella, llenarla y ponerle una etiqueta. Estamos importando gran parte de los limones que consumimos y la ropa importada de bajo precio ha afectado el IPC. y perjudicado a quienes usan poca ropa y gastan en alimentarse.
¿se puede devaluar una moneda incluso en un país chico como Chile?
Hay técnicas para hacerlo y se basan en poner trabas al ingreso de capitales especulativos que entran y salen, para aprovechar diferencias en las tasas de interés y en busca de mayores rentabilidades. Hay que bajar las tasas de interés y relajar las metas de inflación que el Banco Central chileno ha fijado arbitrariamente en un 3% anual. Y para nivelar y estabilizar el precio del cobre en los mercados ¿por qué no rebajar en un 20% la exportación nacional que casi llega a los 6 millones de toneladas al año?
Pero por encima de todo esto, hay que cambiar los objetivos del Banco Central autónomo que en Chile sólo se preocupa de la estabilidad monetaria y fijarlo en un mandato múltiple que promueva no sólo la estabilidad monetaria y del sistema financiero sino que también procure el pleno empleo de los recursos y el desarrollo de la economía con equidad social.. Con la llamada Alianza del Pacífico se ha creado un mercado consumidor de gran potencialidad que cambia las reglas el juego, Chile, si se cumple en esa Alianza la integración con libre circulación de productos y personas, tendría acceso a un mercado de gran volumen que facilitaría la producción y venta de nuevos productos industriales.
La tarea de reindustrializar Chile no se limita a medidas de regulación y cambio de normas macroeconómicas.
Se necesita creatividad y un alto nivel de técnica y conocimientos. El ambiente de “emprendedores” no produce resultados si la mayoría de los esfuerzos se dirige al comercio y los negocios de intermediación en los barrios.
La educación chilena en su próxima etapa deberá combinar las enseñanzas técnicas que incluyen el diseño, las manufacturas y la ingeniería, con la capacidad de elaborar modelos, administrar sistemas y aplicar la simulación de procesos en todos los campos productivos. El estado moderno deberá dar protección a los esfuerzos creadores de lo que llamaremos industrias infantiles, hasta que alcancen la adultez que les permita la competencia internacional. Es una meta factible y es muy bueno que antiguos partidarios de omitir la industrialización, ahora desde cargos académicos, empiecen a reconocer sus errores.