Hipócritas, mentirosos, coludidos, plañideros, se acusan mutuamente de lo que juntos han hecho con esmero y buena letra durante más de veinte años. Acusaciones altisonantes, discursos encendidos, promesas y golpes en el pecho, cada uno a su turno intentó justificar más que su discurso, su sueldo.
Al final de la jornada, un ministro lloroso, atiborrado de golpes en la espalda, dolorido por el trato sufrido por parte de quienes hace no mucho eran sus amigos, herido de gravedad en un destierro interno que va a durar cinco años, se despedía de su cartera entre pucheritos y rostros acongojados.
Hoy, ya secadas las lágrimas, vuelve a salir el sol y el mundo sigue andando. Para los impulsivos optimistas irresponsables, hay que decir que lejos de haber sido herido en un ala, el sistema sale fortalecido. No ha faltado el iluso que cree que esta es la primera patita en la cueca del fin del lucro. Y otros auguran que este es el día uno de la nueva era de la educación.
Pero no es así. Lo vivido ayer en el Senado, es la extensión de las marchas de los estudiantes llevada al terreno del adversario más frenético, al punto que en esas mismas salas de altisonantes y chamullentos discursos, se han hecho las leyes que sufren desde hace tanto los estudiantes y sus familias, y la gran mayoría de endeudados, tristes y abandonados habitantes de este país.
La invocación a que Beyer se fuera, sólo había salido en los carteles de los estudiantes. Es, sin dudas, un triunfo de la calle, muy a pesar de los que se vieron obligados sólo por conveniencia electoral, a votar en su contra. Ello explica las solicitudes de cambiar el diseño de las acusaciones constitucionales que dejan en el limbo de lo público por cinco años a sus víctimas.
Cuando despertamos, el lucro aún estaba ahí. Campea en los fondos de las AFP que puntualmente una banda de asaltantes enfundados en trajes de marca, saca de los trabajadores que nunca verán una pensión digna. Persiste en los pórticos de las carreteras concesionadas, en las cárceles privadas, en las frecuencias de TV regaladas de por vida a los empresarios. En la salud, o mejor dicho en la enfermedad, que tiene un mejor diagnóstico mientras más caro se pague por el tratamiento. En la educación, cuya calidad depende de lo que se pague.
Sin ir más lejos, la política es una actividad privatizada en la que campea el lucro.
En fin, lo de ayer en el hemiciclo, no fue sino un intento de los políticos desgastados de la Concertación, por hacerse los simpáticos con el movimiento estudiantil, en una época marcada por la agenda electoral, y con su celestial candidata merodeando por los set de televisión, haciendo sonar sus chancletas desgastadas.
Fue una manera patética de decir Muchachos, estamos con ustedes, cuando se sabe que jamás ha sido así. Al contrario, gustosos y emocionados han hecho las leyes que han enviado a los estudiantes al despeñadero de las deudas y la incertidumbre.
La derecha y la Concertación son bueyes sin cuernos. Posan de vez en cuando como enconados enemigos, pero comparten en la sombras una idea de país que les cae como anillo al dedo. En este, han hecho sus fortunas, desarrollados su relaciones y ocupado un rol de trascendencia histórica. No les resulta incómodo el orden instaurado por los continuadores ideológicos de la dictadura, en la medida en que tengan asegurado su cupo.
La adicción a sus cuotas de poder, les ha ampliado notablemente su capacidad de sobrevivencia incluso en los mares más crispados. Han desarrollado una genética que los transforma de rígidos guardadores del orden, a flexibles e imaginativos ofrecedores de soluciones, las que saben a priori, no existen. Pueden domar un caballo e hipnotizar una cobra sin despeinarse. Son chascones cuando sopla el viento y engominados y cuidadoso cuando impera el orden de los magnates.
Cada cual a su modo, hoy sacará pecho por su desempeño en la acusación que sacó a Beyer pero reforzó el lucro. Cada una de las actividades que se fundan en la ganancia, sabrán, a partir de hoy, que necesitarán muchos más resguardos legales para seguir con el negocio. Y para el efecto, nada mejor que las leyes, perfeccionadas por estos guardianes de las causas justas.
La educación no cambia la política. La política cambia la educación. Y mientras la Constitución defina que esta sociedad se basa en el lucro, mediante la propiedad privada de los medios de producción, el emprendimiento individual, y la subsidiariedad del Estado, el lucro, seguirá siendo el pilar en el cual se asienta todo el orden.
Creer que se puede abolir el lucro sin que a la tarde haya un golpe de Estado, es un sueño de apurones.
El diseño de un país fundado en otros valores, y la fuerza suficiente no sólo para ganarlo sino que para defenderlo, será capaz de poner en lugar del lucro, otra piedra angular. La educación es el reflejo de la sociedad que se vive y se construye. Y esta que ofrece el actual orden, es coherente con la sociedad que la contiene.
Mientras tanto, a los correos de Beyer estarán cursando a esta misma hora de la mañana del día después, las llamadas explicativas, las cartas de apoyo, los mensajes con disculpas y las frases de contrición, afirmadas en razones de Estado y de buena crianza.