Ex mineros, activistas de extrema izquierda, estudiantes, opositores y críticos de la ex primera ministra Margaret Thatcher, se reunieron el sábado por la noche y hasta las primeras horas del domingo en la céntrica plaza londinense de Trafalgar para celebrar la muerte de la ex primera ministra británica, ocurrida el pasado día 8.
La inusual fiesta, vigilada por cientos de policías, ha estado acompañada por una ola de críticas por el costo y la comparación de los funerales de la Dama de Hierro, quien gobernó de 1979 a 1990, con los de la princesa Diana, fallecida en 1997 y centro de una espontánea y masiva manifestación de cariño de los británicos.
La multitud, entre quienes destacaban ex mineros del carbón que participaron en la huelga de 1980, llevó al pie de la Columna de Nelson una efigie de la política conservadora y en torno de ella hubo música, bailes y discursos, de los que participaron personas de todas las edades.
Hubo algunos enfrentamientos con los uniformados durante la celebración y nueve personas fueron arrestadas, cuatro acusadas de alterar el orden y cinco por ingerir bebidas embriagantes en la vía pública.
Oficialmente, las exequias de Thatcher, quien falleció a los 87 años, fueron planeadas antes de morir por la ex primera ministra, con aprobación de la reina Isabel II, como una ceremonia fúnebre con honores militares, similar al adiós a Diana.
Pero a diferencia de lo ocurrido en 1997, la muerte de la Dama de Hierro no ha generado expresiones de dolor y sí, en cambio, ha causado algunas manifestaciones populares de júbilo en Londres y Belfast, Irlanda del Norte, desde que el lunes 8, cuando se anunció su deceso. En territorio norirlandés aparecieron hoy incluso nuevos grafitis con el deseo de que se pudra en el infierno.
El político Derek Hatton, quien militó algún tiempo en el Partido Laborista, cuando todavía se consideraba socialista, y se enfrentó a Thatcher en los primeros años del mandato de la jefa de gobierno, resumió en pocas palabras el sentimiento de muchos de los opositores de la década de 1980, según un despacho publicado por el diario The Independent de Londres.
Su muerte no significa absolutamente nada en términos reales y celebrar su fallecimiento tampoco quiere decir algo. Básicamente lamento el hecho de que ella haya nacido y eso sí lo voy a repetir un millón de veces.