Matías Sotelo se ha convertido en una celebridad. Al arribo de Bachelet desde Nueva York, y en medio de la bienvenida laica, femenina y democrática liderada por Carolina Tohá, el ex dirigente estudiantil a viva voz la interpeló diciendo: “El pueblo no olvida ni perdona, los estudiantes tampoco. Acuérdese de la traición que nos hizo el año 2006”.
Y eso no fue todo. El chiquillo -que fuera parte de la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios (ACES)- con la ya marcada impronta de los más jóvenes, le salió al paso al carnaval de la desmemoria. Ante una ex presidenta que se pronunciaba luego de un monástico voto de silencio que duró tres años, como si nunca hubiese detentado el cargo más importante de la República y por lo tanto, con alto poder para decidir los destinos de Chile, Sotelo continuó: “Si va a hablar del pueblo mapuche, acuérdese de Patricia Troncoso, huelguista de hambre, y de la represión a las comunidades en su gobierno. Acuérdese de las termoeléctricas que usted aprobó. Y no se le ocurra aparecerse por el Alto Maipo, porque allá no la quieren”.
La ACES instaló la campaña “Yo no presto el voto” con su carismática líder Eloísa González, con el fin de no entrar en el sistema binominal que no representa a los votantes, tratados como usuarios y no como ciudadanos, y desmoviliza sus demandas una vez que los candidatos se convierten en elegidos.
Pero esta vez hay más alternativas. La Izquierda Autónoma ha dicho que “Bachelet y la Concertación no se venden por separado” y al igual que la Unión Nacional Estudiantil (UNE) anunciaron tener candidato presidencial “de los estudiantes” para competirle a la ex presidenta.
Está claro. Más allá de quién será el elegido, si el economista Marcel Claude; Gustavo Ruz, coordinador del movimiento pro Asamblea Constituyente, o la dirigenta de Andha Chile y representante del Partido Igualdad, Roxana Miranda (MEO, el gatopardo que lleva un discurso seductor pero que vive bajo el alero del redset a pesar de llevar la sangre del mítico Miguel Enríquez, no aparece entre los mencionados por los estudiantes), la masa crítica entiende que la política es más que el reality show que nos proponen las cúpulas partidarias y los medios de comunicación.
Bachelet no sólo vuelve a su país, como anunciara en perfecto inglés por medio de la cuenta Twitter de ONU Mujer, sino que, como dijera Giorgio Jackson, “vuelve a un país movilizado”, haciendo evidente la distancia con la ex mandataria, la que es concretada por el joven candidato a diputado por Santiago Centro con Revolución Democrática en una plataforma fuera del binomio Alianza-Concertación, donde capitaliza su participación como ex líder estudiantil.
Es cierto que la ex mandataria le respondió a Sotelo ante sus airadas críticas “Tú no sabes lo que estás hablando”, pero, además de desafortunado, también es ridículo, puesto que estos cabritos han crecido y saben muy bien qué es lo que dicen y qué es lo que deben hacer para que en Chile sean los ciudadanos los protagonistas de su destino.
Por si fuera poco, dentro de la Concertación la candidatura de José Antonio Gómez propone cambios estructurales al promover la cuarta urna para comenzar un proceso constituyente. Es el único en reconocer a sangre fría que la Carta Magna pinochetista fue aplicada por los gobiernos de la Concertación con extremado servilismo y hasta maestría. Sin duda una provocación para Escalona y Andrade, además de poner en cuestión a la dinastía Walker y en evidencia el discurso anticonstituyente de Orrego -que califica el referéndum de “bananero”-, y al ideario marcadamente neoliberal de Velasco.
Chile está en otra. El bono Brasil -la selección ganando en las clasificatorias al Mundial 2014- con el que llegó Bachelet, no le alcanzó para pillarnos volando bajo. La competencia se le vino dura. Ya no somos los de ayer tentados a creer en el cambio producto del marketing hembrista concertacionista, que la ha erigido como sacerdotisa mesiánica, secularizando la reverencia que la tiene en medio de una canonización que sólo se compran quienes se han acostumbrado a la mediocridad del asistencialismo.
¡La sociedad chilena se ha politizado y en buena hora. Vamos a participar más que nunca. Ya nadie podrá decir que nuestro país carece de liderazgos!
Publicado en “Punto Final”, edición Nº 778, 5 de abril, 2013