El primer golpe duro contra la ex presidenta Michelle Bachelet tras su regreso a Chile lo dio Marco Enríquez-Ominami: “Los lobbistas de las farmacias son los que sostienen su candidatura”, dijo. “Sepan los chilenos que ella va a gobernar con malas juntas. Y cuando uno tiene malas juntas, se termina pareciendo a las malas juntas. Son José Antonio Viera-Gallo, Enrique Correa, Eugenio Tironi, José Joaquín Brunner… Son los lobbistas de siempre”, agregó, entrevistado por el diario electrónico El Mostrador.
Cuatro días antes, el vespertino La Segunda apuntó también hacia el supuesto “círculo pensante” que rodea a Bachelet. Ellos serían -según la periodista Paula Canales- Ernesto Ottone, ex “hombre fuerte” del gobierno de Ricardo Lagos; Juan Somavía, ex director de la OIT, abogado que “ha estado trabajando en los grandes ejes del programa”; Enrique Correa; los empresarios Oscar Guillermo Garretón y Máximo Pacheco, presidente de International Paper para Europa, Medio Oriente, Africa y Rusia -que serían los vínculos con el gran empresariado nacional y extranjero-; y los economistas Mario Marcel y Alberto Arenas, a quienes, además, se les sindica como figuras claves en el manejo de las finanzas en un eventual gobierno de la socialista doctora Bachelet.
Interesadamente o no, tanto Enríquez-Ominami, como La Segunda y otros medios de prensa y sus adversarios en el gobierno y la derecha, han tratado de poner énfasis en que los asesores y consejeros de la ex mandataria son “los mismos de siempre”, vale decir miembros destacados de la Concertación. ¿Es cierto? No lo sabemos. Y no lo sabemos porque Bachelet ha decidido enfrentar su campaña electoral con silencio y hermetismo. Pareciera ser que cuando gran parte de la ciudadanía está exigiendo transparencia, la ex gobernante se inclina por la opacidad.
IDEAS BASICAS
Desde su retorno, la doctora Bachelet ha expresado tres o cuatro ideas básicas que se vislumbran como ejes de su programa: superar la desigualdad, efectuar reformas al modelo de desarrollo, conseguir una nueva mayoría para gobernar el país y elaborar un programa con sello ciudadano. ¿Cómo lo hará? ¿Con quiénes? ¿Cuándo lo hará? Por ahora nadie lo sabe. Tampoco nosotros. En una reunión con una junta de vecinos en Conchalí, Bachelet hizo su primera promesa: enviar al Congreso un proyecto de ley “para poner fin al lucro y avanzar en la gratuidad de la educación en todos sus niveles”. Las organizaciones estudiantiles, sin embargo, recibieron el anuncio con marcado escepticismo.
Hasta el cierre de esta edición, se desconocía si Michelle Bachelet se había reunido en privado con algún dirigente político. En público, con nadie. El presidente del PS, el locuaz diputado Osvaldo Andrade, sin embargo precisó al diario La Tercera que “si Bachelet llega a la Presidencia, llega también el Partido Socialista”. Andrade admitió “tensiones internas” por la decisión de la ex mandataria de mantener a los políticos en segunda línea, pero aclaró que “los partidos vamos a jugar un rol; que no le quepa duda, porque tenemos infantería, la representación en todas las regiones, y las campañas se hacen desde la estructura partidaria”. Hizo también una breve autocrítica: “Los partidos pensaron que todo se hacía desde el gobierno. Eso implicó que nuestra relación con la ciudadanía se perdiera. Cuando una persona iba a hablar con un dirigente, lo mandaban a hablar con un seremi o con un jefe de servicio y se perdió ese vínculo. Y cuando los partidos pierden su vínculo con su fuente de cimentación, se desprestigian, porque la gente dice ‘bueno, ¿para qué me sirven?’. A eso agregue las malas prácticas… Los partidos se burocratizaron y las elites burocráticas también son portadoras de abusos”.
En el PS y entre sus socios del PPD -la base electoral de Bachelet para las primarias de la Concertación programadas para el 30 de junio-, crece la inquietud, porque no han llegado a un acuerdo con el anillo de asesores de la candidata para organizar el acto de proclamación conjunta de la ex secretaria de la ONU Mujer, agendado para el 13 de abril. Ambos partidos han convocado para el viernes 12 a sus consejos generales donde confirmarían formalmente a Michelle Bachelet como su candidata presidencial. En el PS y PPD querían que en el acto de proclamación conjunta, además de militantes y simpatizantes de ambas colectividades, participaran también dirigentes sociales y ciudadanos de a pie. Pensaron en varios discursos y en un programa extenso y variado. Desde el entorno de la ex jefa de Estado se les dijo, en cambio, que ella desea una actividad breve, acotada sólo a los partidos y con los presidentes de las colectividades como únicos oradores. El PPD quería que el escenario fuese el Teatro Caupolicán, que puede acoger a cerca de cinco mil personas. Los asesores de Bachelet prefirieron La Cúpula del Parque O’Higgins, donde sólo caben unas dos mil personas.
Mientras, en los otros dos partidos de la Concertación -PDC y PRSD- se multiplican los esfuerzos para llevar votantes a las primarias del 30 de junio. El estrecho triunfo del senador Ignacio Walker Prieto en la elecciones de la DC, por sobre el diputado Aldo Cornejo, que representaba a la corriente bacheletista, alimentó las esperanzas del ex alcalde Claudio Orrego, quien desea posicionarse como presidenciable para 2017.
El virtual empate entre Walker y Cornejo sin embargo, hace prever una cerrada disputa interna por los cupos parlamentarios, sobre todo los que corresponden a diputados. José Antonio Gómez, por su parte, precandidato radical-socialdemócrata, coquetea con el Partido Comunista, a la espera de que éste se sume a las huestes concertacionistas y lo apoye en los finteos de las primarias de junio. En definitiva, el PC está comprometido con Bachelet. En tanto, el candidato independiente, Andrés Velasco, ex ministro de Hacienda de Bachelet, sigue creyendo que puede conseguir apoyo transversal. ¿Para qué? Tampoco nadie lo sabe.
UNA DISPUTA ESTRECHA
Encuestas encargadas por el gobierno indican que ni Andrés Allamand ni Laurence Golborne superarían el 25% en las elecciones presidenciales de noviembre. Señalan, además, que el ex ministro de Minería y Energía, Golborne, se ha estancado en las preferencias y que el ex ministro de Defensa, Allamand, está remontando rápidamente su inicial diferencia. Estas señales, conocidas desde hace varias semanas por algunos ministros y parlamentarios de la Alianza, han aumentado el nerviosismo en la derecha ante un posible cataclismo electoral, que le impida, incluso, seguir defendiendo la Constitución y el modelo económico neoliberal en el Parlamento.
Suman ya varios los diputados y senadores que han manifestado su intención de no repostularse. Otros, se aprestan a librar verdaderas batallas en las campañas que se avecinan, enfrentados a sus propios aliados en el actual gobierno. Los partidarios de Manuel José Ossandón (RN) e Iván Moreira (UDI), por ejemplo, protagonizan una creciente beligerancia en declaraciones y actuaciones en los barrios del sector oriente de Santiago.
En el gobierno, en tanto, observan con inquietud el futuro de la Alianza, que podría sufrir fracturas mayores en los próximos meses. Es por eso, creen algunos, que el ministro de Economía y Turismo, Pablo Longueira, y otros connotados representantes de la UDI y RN están empeñados en frenar las primarias para elegir candidato presidencial y llenar a dedo las plantillas parlamentarias, como ha sido habitual en la historia electoral de la derecha. Otros, incluso, ya han mencionado algunos nombres de “consenso” -un connotado empresario entre ellos- para reemplazar a los dos ex ministros de Piñera en su carrera hacia La Moneda. En la antesala del próximo consejo general de la UDI -programado para abril- José Antonio Kast, secretario general gremialista, llamó a “analizar” el tema. En RN, por su parte, el vicepresidente Manuel José Ossandón, aseguró hace varias semanas que la campaña “no está dando el ancho” y que Bachelet “es ganable, pero no en la forma que lo hacen Allamand y Golborne”. Algunos parlamentarios están proponiendo no efectuar las primarias y que Allamand y Golborne utilicen la primera vuelta electoral de noviembre como una “gran primaria” para dirimir cuál de ellos enfrenta a Bachelet en segunda vuelta.
LOS DISPERSOS
El 20 de enero, el Partido Igualdad proclamó candidata a la Presidencia de la República a Roxana Miranda Meneses, 47 años, dirigente vecinal y de la organización de deudores habitaciones Andha Chile a Luchar Democrático. Roxana representa lo que se denomina el mundo de “los de abajo”, de los confinados a los programas de asistencia social o sometidos a las redes del clientelismo político, cuyo poder de representación lo cooptaron las elites o miembros de otras clases sociales que son los que hablan por ellos.
Igualdad se vincula a una Izquierda rebelde empeñada en construir un Frente Social Antineoliberal y en levantar una alternativa programática anticapitalista, tanto para los comicios parlamentarios como presidenciales. Este sector ciudadano considera que en 2012 se produjo un aumento de la lucha social, creció el movimiento de masas y se consolidaron algunos espacios de participación y debate que permiten levantar una voz independiente. Está consciente de que aún no tienen fuerza política y social para hacer frente a la Concertación y a la Alianza, y que no han sido capaces de encontrar un camino unitario para agruparse desde fuera de la institucionalidad. Algunos de sus dirigentes creen que en el eventual próximo gobierno concertacionista no habrá espacio para transformaciones de fondo que beneficien a los trabajadores. Lamentan, además, que los estudiantes no hayan levantado una estrategia común con los trabajadores y los otros movimientos sociales. No obstante, miran con optimismo la toma de conciencia de los diferentes sectores sociales.
Dirigentes estudiantiles y sociales y de otros grupos coinciden en que se aprecian cambios locales y globales que apuntan hacia una repolitización de vastos sectores ciudadanos, especialmente entre los jóvenes. Esto permitiría el aprendizaje en la acción colectiva y el surgimiento de liderazgos sociales. Afirman que en Chile ya se ha formado una masa crítica que escudriña el poder, lo analiza y evalúa y que, a pesar del poderoso influjo mediático que intenta mostrar benévolo y cordial al establishment, la actitud que percibe es amenazante. En otras palabras, aseguran que “la política burguesa, como instrumento de poder, ha quedado en pelotas”.
A través de las redes sociales, en múltiples páginas de contenido político es posible detectar que late una realidad distinta a la que muestran los medios formales de comunicación. Allí, por ejemplo, siguen con lupa las declaraciones de Enrique Correa, considerado uno de los ideólogos y consejeros de la Concertación. Correa habló de la “elevación imprudente de expectativas” que hizo el presidente Sebastián Piñera, lo que se considera como el eje del pensamiento del núcleo duro del concertacionismo más conservador. Ese forma de pensar les lleva a sospechar de todas las promesas o medidas de cambio que se planteen en la campaña, porque la verdadera receta será apaciguar las demandas que los movimientos sociales han puesto en escena y que provocan creciente angustia en las elites empresariales, tanto derechistas como concertacionistas.
Según este análisis, el gobierno de Bachelet debiera ser la expresión política de un nuevo pacto amplio de gobernabilidad del bloque dominante, para contener las demandas y producir una renovación del régimen político y su modelo económico. Se intentará, entonces, hacer compatibles la satisfacción parcial de demandas populares con la voracidad de los grupos económicos nacionales y extranjeros, los verdaderos dueños del país y de los cuales la Concertación es uno de sus dos representantes políticos. De ahí la utilización discursiva de las llamadas “clases medias”. Estas -que serían conservadoras en el fondo-, habría que atraerlas con algunas reformas bien acotadas y publicitadas, lo justo y suficiente para mantenerlas tranquilas.
¿Será cierto?
MANUEL SALAZAR SALVO
Publicado en “Punto Final”, edición Nº 778, 5 de abril, 2013