Si se dice, y se quiere, prepararse para el futuro hay acciones que desde ya se deben ejecutar, o al menos empezar a proponer, discutir, consensuar. Como ejemplo algunas que apuntan al mundo sustentable:
Frenar el uso de automóviles para ahorrar petróleo, contaminar menos el aire, controlar la estresante congestión urbana. Reemplazar en los viajes de larga distancia los buses y camiones por trenes. Controlar los masivos viajes aéreos de turismo.
Apoyar en cambio la locomoción pública eficiente mediante buses, metro, tranvías, taxis.
Impedir la moda de renovar bienes aún perfectamente útiles, celulares, ropas, autos, muebles, televisores…
Poner fin a la construcción de casas que requieren la destrucción de campos de cultivo y subvencionar edificios de viviendas que además, junto a otras muchas ventajas, reducen los costos de energía propios de las ciudades extensas.
Reemplazar la agricultura de monocultivos basadas en el petróleo, abonos y plaguicidas, y maquinaria, por el cultivo de parcelas de campesinas cercanas a los centros urbanos que significan oferta de abundante trabajo.
Resguardar el agua, elemento vital cada vez más escaso, construyendo embalses y manteniendo redes de distribución sin pérdidas. Paralelamente impedir su uso innecesario.
Prohibir los avisos publicitarios luminosos, fijar un número de horas reducido a las transmisiones de televisión. Instalar generadoras de energía no contaminante.
Además, en otro nivel:
Socializar los medios de comunicación del sistema impulsores de conductas en última instancia depredadoras de la naturaleza.
Poner fin a la educación privada que se basa en la diferencia de ingresos y divide la sociedad en grupos de intereses frente a las tareas urgentes por realizar. La educación pública única sí debe proporcionar en cambio sus locales para el desarrollo libre de intereses religiosos, culturales, artísticos, sociales.
Es claro que estas medidas, y tendrán que ser muchas más, no concitarán un entusiasmo colectivo, sino rechazo. Hoy. Pero se trata de una tarea gigantesca: pensar una nueva civilización.
Muchas o todas estas medidas pueden ser discutidas o rechazadas. Pero lo que ojalá no ocurra es negar que el estilo de vida actual inevitablemente terminará porque la naturaleza va a imponer nuevos y muy estrechos límites.
El universo quizás sea infinito pero los minerales, combustibles, peces, selvas, campos, no lo son. Tendrá que haber otro modo de vida social, familiar, individual aunque no se desee ni guste.
Lo humanista y sostenible será mejorar a los pobres y reducir el consumo de quienes reciben más de lo necesario. Lo fascista sería eliminar a los más necesitados, y hay poderes que lo planifican.
No es una atracción insana por la dictadura sino una salida obligada para la sobrevivencia.
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Rómulo Pardo Silva