Noviembre 28, 2024

Honor, gloria y respeto para el Comandante Chávez

chavez_onu

 chavez_onuPocas cosas tan repelentes como un cadáver embalsamado. Ninguna idea, por muy trascendente que sea, puede permitirse burlar el efecto de la naturaleza esperando con esa verónica cadavérica, sostener con mayor empuje sus consigas.

 

 

El comandante Chávez fue un hombre de este mundo y debe terminar con su ciclo biológico natural. Para sostener su legado y su recuerdo, sólo queda la memoria de quienes lo quisieron y con quienes compartió su vida dispuesta para el combate.

 

Las momias encentradas en las playas de Arica y las que se conocen en otras civilizaciones, buscaban acceder a la vida supuesta después de ésta. De cierta manera de idéntica forma se sepultan los grandes príncipes de la iglesia católica, intentando ponerlos a salvo de la corrupción normal de los cuerpos, luego que la energía que les permite la supervivencia, los abandona definitivamente.

 

En los años sesenta, en Chile se forjó el término momio y momia para identificar a los hombres y mujeres que por sus ideas, y en algunos casos por sus semblantes y actitudes, más bien parecían venir de un pasado muy remoto o directamente desde una tumba, al modo de los resucitados de las historias bíblicas.

 

Los momios y las momias de entonces representaban las ideas cavernarias que en poco tiempo se impondrían a sangre y fuego, para fundar un orden que ya cumple sus cuarenta años. Sus referencias y blasones los sitúan en línea directa con las aristocracias que se hicieron de estas tierras mediante el uso y el abuso de las espadas y las cruces, las cuales modernizaron trocándolas por satélites y dinero, respectivamente.

 

Tan sólo por eso debiera resultarnos patética la peregrina idea de sostener artificialmente los rasgos del combatiente Hugo Chávez que se nos quedó en el camino atrapado por una muerte temprana e inesperada.

 

Resulta muy árido el ejercicio de imaginar qué se buscaría con una medida de esa naturaleza. Con certeza, para la trascendencia, para la historia en la cual al comandante lo aguarda un sitial por sus ideas, su consecuencia y su labor revolucionaria, incluso para los arqueólogos de un futuro lejano, resultarán mucho más noble el polvo de sus huesos carcomidos por el tiempo, que una figura desamparada, asombrada y coloreada con artificios que no generarán sino una compasión inútil.

 

Chávez vivirá en el corazón de quienes fueron sus contemporáneos en la trinchera de este lado. Quienes lo quisieron reservarán para él el recuerdo de un hombre noble que dio su vida pos sus semejantes. No tendrá jamás sentido, ni nunca será necesario volver a ver su rostro que ya no es, para recordarlo como un camarada.

 

 

 

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