De acuerdo a lo señalado por sus cercanos y ratificado más tarde por la misma ex mandataria, Michelle Bachelet, este es el tiempo en que ella se pronunciará en torno a una eventual candidatura a la presidencia.
Tras un largo silencio que ha sido interpretado como una astucia por algunos y como una estrategia torpe por otros, la ex presidenta bien pudiera convertirse en la candidata que convoca más simpatías en el electorado. Esto, por lo menos, es lo que señalan las encuestas.
De no suceder algo inesperado o imprevisible, la señora Bachelet sería, por segunda vez, la próxima presidenta de Chile. Si bien la adhesión a su figura es aplastante, convirtiendo su candidatura en “imbatible”, lo cierto es que el camino que resta durante el año no está exento de obstáculos. Por de pronto, cabe preguntarse por el “Programa” que animará su campaña y en el que estarán condensados los anhelos y consensos de los partidos y movimientos dispuestos a acompañarla en esta empresa. Es claro que en la propia coalición bacheletista hay tendencias y liderazgos que no siempre coinciden en el modo de enfrentar esta segunda campaña de la abanderada socialista.
Otro elemento a considerar es el hecho de que apenas la ex mandataria declare su intención de postularse a La Moneda, los sectores oficialistas la convertirán en un blanco mediático. Es obvio que entre los muchos tópicos, la cuestión de su responsabilidad en el 27/F en el año 2010 ocupará un lugar preponderante. Es evidente que la derecha intentará acortar la brecha que separa a Bachelet de sus propios aspirantes, tratando de poner en el tapete la vieja tesis de que la candidata “no da el ancho” , aunque hay que reconocer que la candidata llega investida con su paso por la ONU, lo que le da una estatura internacional de importancia. No podemos olvidar, por otra parte, que más allá de su figura, el conglomerado concertacionista está bastante desprestigiado y representa más una debilidad y un aspecto vulnerable de su candidatura.
No obstante lo anterior, no podemos olvidar que el año 2013 es lo que podríamos llamar un “año sensible” en nuestro país, pues estará marcado, quiérase o no, por los cuarenta años del golpe militar de Augusto Pinochet. En este sentido, la candidatura Bachelet encuentra un clima propicio a su reelección si sabe conjugar las cuestiones contingentes con aquellos ecos que llegan desde cuatro décadas de distancia. Su propia biografía se afirma, en parte, en aquellos luctuosos hechos acaecidos en 1973.
Por último, y hay que decirlo, la gestión de gobierno del señor Piñera no ha estado a la altura de las expectativas que muchos se habían hecho. Si bien el gobierno insiste en mostrar cifras macroeconómicas fuertes, lo cierto es que éstas no han sido suficientes para atraer al electorado a la derecha. Podríamos aventurar que el “malestar ciudadano”, aunque difuso, bien pudiera volcarse, aunque sea parcialmente, hacia una figura dulce y maternal como la de Bachelet, siempre que su mensaje sea muy claro y esperanzador, esto es y hasta aquí, lo que se deduce de los sondeos realizados.
*Investigador y docente de la Escuela Latinoamericana de Postgrados. ELAP. Universidad ARCIS