Cuando tras haber efectuado elecciones presidenciales en 1940, 1944 y 1948 el país perecía haber rebasado el período de inestabilidad política asociado con el derrocamiento del tirano Gerardo Machado, no obstante la traición acechaba. A escasos tres meses de los comicios presidenciales, y ante la inminencia del triunfo del Partido Ortodoxo, fundado por Eduardo Chibas, y su derrota en las urnas, Fulgencio Batista, en connivencia con las fuerzas más retrogradas de la sociedad cubana y, como mínimo, el beneplácito de Estados Unidos, protagonizó el Golpe de Estado del 10 de marzo de 1952.
Entre las expresiones de repudio ante aquel brutal atentado a las instituciones de la República la más contundente fue la de Fidel Castro, que el 5 de agosto circuló su artículo: “Revolución no, Zarpazo”, en el cual sintetizó la situación: “El momento no es político, es revolucionario” y, consecuente con ese credo organizó la vanguardia revolucionaria, y el 26 de julio de 1953, al frente de un destacamento de 131 bisoños combatientes, asaltó el cuartel Moncada en Santiago de Cuba. Aunque la acción militar resultó fallida, sirvió para dar inicio a la Revolución Cubana. Según palabras del presidente Raúl Castro: “…fue el motor chiquito que echó a andar el motor grande, es decir a las masas”
Fidel, Raúl y la mayor parte de los sobrevivientes de la acción fueron juzgados y encarcelados, y tras cumplir dos años de prisión, amnistiados en 1955. Exiliados en México, Fidel organizó la expedición del Granma, un destacamento de 82 combatientes que el 2 de diciembre de 1956 desembarcaron en las costas del oriente cubano, para luego de trasladarse a la Sierra Maestra, iniciar la guerra revolucionaria, que tras 22 meses de intensa lucha, concluyó con la derrota del ejército de la tiranía. La secuencia de los hechos que marcaron el triunfo rebelde y la constitución del gobierno revolucionario fue la siguiente.
El 24 de diciembre de 1958, en el clímax de la batalla en Oriente, con las fuerzas rebeldes a las puertas de Santiago de Cuba y las columnas de Camilo Cienfuegos y Che Guevara avanzando por las provincias centrales, el general Eulogio Cantillo* Jefe de Operaciones del Ejercito de la Tiranía, solicitó una entrevista con Fidel Castro. El encuentro tuvo lugar el 28, y en el mismo se acordó la sublevación de la guarnición de Santiago de Cuba a las tres de la tarde del 31 de diciembre, y la entrada de las tropas rebeldes a la ciudad, a lo cual se sumaría la ciudadanía.
El entendido incluía el reconocimiento por los militares del presidente provisional escogido y las autoridades designadas por el mando revolucionario. En el encuentro Fidel impuso condiciones inequívocas, el general juró que no entraría en arreglos que permitieran la huida de Batista*. La traición del militar se reveló cuando el 27 Fidel recibió una nota de Cantillo que decía: “Han variado mucho las circunstancias en sentido favorable a una solución nacional…Recomiendo no hacer nada en estos momentos y esperar los acontecimientos en las próximas semanas, antes del día 6”.
La respuesta del Comandante en Jefe de la Revolución fue inmediata y precisa: “El contenido de la nota se aparta por completo de los acuerdos tomados, es ambigua e incomprensible, y me ha hecho perder la confianza en la seriedad de los acuerdos. Quedan rotas las hostilidades a partir de mañana a las 3 p.m., que fue la fecha y hora acordada para el movimiento”.
La posición del mando revolucionario precipitó el desmoronamiento de la tiranía. Alrededor de la medianoche del 31 de diciembre, y en las primeras horas del primero de enero de 1958, Batista, los jerarcas del régimen, y los cabecillas de los cuerpos represivos emprendieron la huida*. Desde Oriente Fidel denunció el intento de golpe de estado que pretendió dejar al país en manos de una junta militar encabezada por Carlos M. Piedra, magistrado del Tribunal Supremo, llamó a la huelga general, ordenó a Camilo Cienfuegos y Che Guevara avanzar sobre La Habana, y al resto de las fuerzas continuar las acciones y rendir a las guarniciones de todo el país, y al movimiento clandestino apoyar las acciones del Ejército Rebelde.
El primero de enero al mediodía, el entonces comandante Raúl Castro, acompañado por dos altos oficiales rebeldes entró al cuartel Moncada y habló a las tropas vencidas*. A prima noche la oficialidad fue conducida a la loma Escandel, donde Fidel había establecido su puesto de mando, y en la noche el Comandante en Jefe habló al pueblo santiaguero, proclamó a Santiago de Cuba capital provisional, e hizo efectivo el nombramiento de Manuel Urrutia como presidente provisional de la República*.
El 2 de enero Camilo Cienfuegos ocupó el campamento de Columbia en La Habana, y el 3, Che Guevara ocupó la fortaleza de La Cabaña, y en la Universidad de Oriente Urrutia reunió al Consejo de Ministros designado por él, no por Fidel*. Por su parte Fidel, con el grueso de las fuerzas del Ejército Rebelde inició el avance sobre la capital, a donde llegó el 8 de enero. La Revolución había triunfado.
1- Manuel Urrutia Lleó. Nacido en Yaguajay, Sancti Spíritus, en 1908. Fue instalado como Primer presidente del Gobierno Revolucionario, cargo que ejerció entre enero y julio de 1959. Opositor a las dictaduras de Machado y Batista, en las difíciles condiciones creadas por la tiranía se caracterizó por una limpia actuación como juez de la audiencia de la antigua provincia de Oriente, alcanzando notoriedad el 14 de marzo de 1957 por el voto particular contrario a la condena en el juicio en el cual se juzgó a jóvenes participantes en el alzamiento del 30 de noviembre en Santiago de Cuba, entre ellos Frank País. El 2 de enero de 1959, en su condición de líder de la Revolución, Fidel Castro hizo efectivo el acuerdo adoptado en 1957, e instaló a Urrutia como “Presidente Provisional”*.
A su vez, aquella tarde ya como presidente, en un salón de la Universidad de Oriente, Urrutia nombró a su gabinete y a Fidel como “Comandante en Jefe de las Fuerzas de Tierra, Mar y Aire”. Se cuenta que Fidel, que obviamente de alguna manera debió de haber sido consultado, se reservó las carteras de Defensa, Recuperación de Bienes Malversados, y Agricultura. El 16 de febrero de 1959, ante la renuncia del primer ministro, José Miró Cardona, Urrutia nombró a Fidel para ese cargo.
En poco tiempo, por sus limitaciones de clase, las presiones, e influencias diversas, y las enormes tensiones de un proceso revolucionario para el cual no estaba preparado, Urrutia se convirtió en un freno para el cumplimiento del programa revolucionario. Ante esas contradicciones, el 16 de julio de 1959, Fidel Castro renunció al cargo de Primer Ministro, pero horas después, ante el respaldo popular, retomó el cargo, y fue Urrutia quien renunció y se exilió en Estados Unidos donde falleció el 7 de julio de 1981.
2- Osvaldo Dorticós Torrado. Al ocupar el cargo fue el menos conocido de los presidentes cubanos, y el segundo que más tiempo honró el puesto. Nacido en Cienfuegos en 1919,fue el segundo presidente en épocas de la Revolución, y el último de la etapa republicana, debido a que ese cargo desapareció con la adopción de la Constitución de 1976. Brillante abogado luchó contra Batista, cosa que lo obligó a exiliarse en México, de donde regresó en 1959 convirtiéndose en ponente de las leyes revolucionarias. Tras la renuncia de Manuel Urrutia en julio de 1959, emergió del anonimato para ser nombrado Presidente de la República, cargo que ejerció con modestia y competencia hasta 1976, compartiéndolo desde 1964 con el de Presidente de la Junta Central de Planificación. Aquejado por una enfermedad que le provocaba dolores insoportables en 1983 se suicidó, convirtiéndose en el segundo ex presidente cubano en acudir a esa solución.
3- Fidel Castro Ruz. Único presidente cubano que puede ser considerado un líder mundial y al que pueden atribuírseles méritos por la liberación de otros países. Gobernó en dos siglos diferentes, fue alumno de los jesuitas, y es el único que realizó una revolución y la consolidó. Nacido en Birán, Holguín, en 1929, hijo de emigrante gallego y madre cubana, se integró a la actividad política, y en la Universidad de La Habana se hizo revolucionario y abogado. Amante de los deportes y con hábitos frugales, su estilo de vida se asocia sobre todo al trabajo y al estudio. Después de ejercer el poder durante 50 años, lo remitió con la misma popularidad del primer día.
Probablemente sea el único mandatario cubano dueño de un record Guinness.
Una relación de sus títulos, sus méritos, y sus aportes al desarrollo de Cuba y a la felicidad de los cubanos pudiera resultar redundante. Raúl Castro, hermano y compañero en todas las batallas, se los ahorró al definir que: “Fidel es Fidel.”
En 1952 percibió con claridad que el golpe de estado de Batista había cerrado los caminos institucionales y declaró: “El momento no es político, sino revolucionario” y desde entonces convirtió a la Revolución en el sentido de su vida. En defensa de la Revolución confrontó al imperio norteamericano y se alió con la Unión Soviética, y trascendiendo coyunturas y tareas inmediatas se convirtió en un heraldo de la causa de la humanidad, por cuya supervivencia teme. Según un admirador: “…Ve crecer la hierba” y atalaya el futuro para percibir peligros y esperanzas”.
Cuando la edad y la enfermedad se impusieron sobre sus fuerzas físicas sin dañar su talento ni disminuir su voluntad de hierro, dejó cargos y homenajes para convertirse en soldado de las ideas, función desde la que realiza un aporte decisivo. Tal vez su última hazaña política sea haber percibido antes que nadie y mejor que nadie, el enorme potencial revolucionario y político que encerraba la personalidad de Hugo Chávez, a quien acogió como a un hijo y aconsejó como un maestro.
Hoy con la humildad que suele acompañar a la grandeza, Fidel estará entre los diputados que ratificarán a su hermano como sustituto en una elección que probablemente coloque a la vista al que en 2018, fecha de la próxima elección, convertirá su linaje en una página vuelta aunque inolvidable para sus seguidores, e imborrable para sus adversarios. Fidel Castro es para siempre una figura imprescindible en la historia de Cuba, de Latinoamérica y del tercer mundo, hoy porque permanece, y mañana porque faltará.
4- Raúl Castro Ruz. Me contaron que de joven un periodista le preguntó cómo quisiera ser recordado: “Con Fidel al frente de la Revolución, no corro ese riesgo” respondió. Cierta o no la anécdota, se equivocó. La vida sumó a su nutrida hoja de servicios al país y a la Revolución una tarea de dimensiones históricas, y le concedió poco tiempo para realizarla. De Raúl Castro y de su gestión en los próximos cinco años depende que las conquistas de la Revolución y el socialismo cubano se salven. No puedo hablar a nombre de otros pero si invocarlos: Por mí y por los hombres y mujeres de mi generación que envejecemos con él, por los que se fueron dejando inconclusa la tarea, y por los que están por nacer, y tienen derecho a una herencia viable, le deseo éxitos en el nuevo mandato para el que ha sido electo. Allá nos vemos.
RECUADROS:
EL PRESIDENTE QUE NO FUE
Me hubiera gustado poder incluir en esta relación a José Martí, quien a pesar de ser el más brillante político cubano de todos los tiempos, y haber exhibido una extraordinaria claridad sobre las prácticas republicanas y democráticas, no fue nunca parlamentario ni Presidente de la República en Armas. Cuentan que a Máximo Gómez le molestaba que llamaran a Martí “Presidente”, y siempre aclaraba: “El no vino aquí de presidente sino como general”. Se dice además que el Generalísimo del Ejército Libertador ascendió a José Martí a Mayor General para impedir que los políticos lo mezclaran en manejos parlamentarios, cosa que, según su experiencia estorbaba a la lucha. El caso es que, por una u otra razón, José Martí, la figura política más relevante en toda la historia de Cuba, no fue Presidente de la República en Armas, y no sobrevivió a la victoria para ocupar el lugar de mayor mérito en la República.
DOS NOMBRES OMITIDOS
Aunque fue electo en la farsa electoral de 1958, Andrés Rivero Agüero no llegó a tomar posesión, y Carlos Manuel Piedra, magistrado del Tribunal Supremo, a quien el primero de enero de 1959 en una componenda organizada por el ya fugitivo Batista se le asignó la presidencia, fue descalificado por los revolucionarios, y denegado por el propio Tribunal Supremo, salvándose así de ser instrumento de los últimos designios de Batista. Me han contado que permaneció en Cuba hasta el fin de sus días.
NOTAS
*Según se sabe el general Eulogio Cantillo realizó el encuentro con Fidel autorizado por el también general Francisco Tabernilla Jefe del Ejército, sin que haya podido precisarse si la gestión era conocida o no por Batista.
Existe la versión de que, enterado el dictador, trató de advertir al general de que no se reuniera con Fidel, a lo que este respondió: “Es tarde, ya lo hice” Y otra que indica que Tabernilla envío a Cantillo por indicaciones de la embajada americana a espaldas del dictador. En cualquier caso Cantillo y sus superiores, violaron lo pactado con Fidel. Al triunfo de la Revolución fue juzgado por su participación en el Golpe de Estado del 10 de marzo. En poco tiempo fue liberado y se exilió en Estados Unidos, donde murió.
*Manuel Urrutia Lleó. En respuesta al llamado “Pacto de Miami” en 1957, el Movimiento 26 de Julio lo propuso como futuro presidente provisional, cosa que aceptó. En diciembre de 1958, procedente de Venezuela, llegó a territorio libre de Cuba, y el 2 de enero de 1959 fue presentado por Fidel en Santiago de Cuba, jurando ante el pueblo como presidente provisional, y el 5 de enero de 1959 se instaló en el Palacio Presidencial en La Habana.
*La historia del “Diferencial azucarero” es aproximadamente la siguiente.
Durante la Segunda Guerra Mundial, en 1940,bajo el gobierno de Batista, Estados Unidos, único comprador del azúcar cubano, impuso que las ventas del dulce se realizaran a un precio fijo. De modo que cuando Grau llegó al poder en 1944 ya la zafra de 1945 había sido vendida, y debido a que la guerra concluyó aquel año, y Europa reinició las compras, el precio en el mercado mundial se disparó, lo cual generaba enormes ganancias para los comerciantes norteamericanos.
Ante esa situación diversas fuerzas sociales reclamaron de Grau una renegociación y el pago de un “diferencial” entre el precio en que Cuba había vendido su azúcar a Estados Unidos y el alcanzado en el mercado internacional. Grau creó una comisión para negociar las ventas de las cosechas del 1946 y 1947, contexto en el que se acrecentó el protagonismo del más brillante líder obrero cubano, Jesús Menéndez Larrondo quien, asesorado por brillantes economistas vinculados al partido comunista, especialmente Jacinto Torras, reclamó participación de la organización de los trabajadores azucareros (FNTA) en la negociación, logró que los beneficios alcanzaran a los trabajadores, y la inclusión de una “cláusula de garantía” que imponía un precio “resbalante”, e impedía que los norteamericanos cubrieran el diferencial pagado a Cuba con el aumento el valor de sus exportaciones a la isla. Sólo en 1946 los trabajadores azucareros recibieron 29 millones de dólares.
No obstante su correcta posición inicial, Grau no soportó las presiones de que fue objeto, y en 1947, cuando se negociaba la venta de la zafra de 1948, cedió ante los Estados Unidos, aceptó una reducción del porcentaje del diferencial, y renunció a la “cláusula de garantía”, con el cual la conquista se esfumaba. Para más vergüenza, en enero de 1948, en la estación de ferrocarril de Manzanillo, Arsenio Casillas, un esbirro con grados de capitán del ejército, asesinó por la espalda a Jesús Menéndez. Curiosamente el asesino de Menéndez fue defendido por el abogado José Miró Cardona en 1959, nombrado por Urrutia Primer Ministro de su gabinete. Ese mismo año en Santa Clara, plaza que defendió por órdenes de Batista, cayó en manos de las tropas del Che Guevara, quien ordenó celebrarle un juicio, oportunidad que él no dio al líder azucarero.