Ayer hemos tenido una vergonzosa noticia: la Corte de Apelaciones de Concepción revirtió la decisión de la de Temuco, que había aceptado una forma represiva menor (encierro domiciliario total y firmas cada 15 días, aunque siempre injusta) para el joven Emilio Berkhoff.
El Ministerio del Interior, por boca de sus más altas autoridades, lo ha acusado, sin bases objetivas ni evidencia alguna, de “ser un jefe terrorista”. Lo ponen nuevamente en prisión preventiva. El Subsecretario Ubilla, represor conocido, justifica su alegría sin avanzar nada nuevo. Las presiones inmensas surtieron efecto. Ubilla se salió, otra vez con la suya (ver más adelante).
El principio “el gobierno pretende tener siempre la razón, incluso cuando se demuestra que está equivocado”. Este principio ha sido usado constantemente por los imperios, en las diferentes eras… y con ellos, sigue la lista enorme de dictadores de todo tipo. Incluyendo esa vieja historia del cordero acusado por un monstruo sanguinario (mucho peor que el lobo original) de contaminar el agua que él bebe río arriba. Cuando el cordero replica no poder estar ensuciando el agua ya que se aleja del monstruo… el poderoso abusador dirá: “si no eres tú, fue tu padre, y si no, entonces, fue tu abuelo…” y se lo come de todas formas.
La criminalización, cuando ni siquiera existen evidencias, no necesita pruebas: es un estado de actitud… Se fabrican enemigos y se los demoniza por todos lados, incansablemente. Saben que no tienen razón … pero aún tienen poder. Y lo ejercen: con maldad, por supuesto, como hace el poder que busca justificarse.
El monstruo, ejercido por el representante del Poder -el Ejecutivo- tiene la responsabilidad directa ante sus verdaderos controladores. En Chile, el poder económico oligárquico es el centro de la única responsabilidad que reconoce este Estado de mentira… y la cumple. Erradamente, bajo todos los puntos de lo que una sociedad humana (y no sociedad por lucro) debe ser. El “terrorista” ya fue fabricado, por lo tanto, “ya existe”.
El paso siguiente fue, entonces, lo que hemos visto por muchas décadas: el asalto al poder Judicial y, de ser necesario, limpiar el suelo con éste. Las Cortes de Apelaciones y Suprema han sido abusadas desde Pinochet (pero muchas veces, incluso antes de éste). Los hacen doblarse y quebrarse o aceptar las PRESIONES ANTIDEMOCRATICAS. Contra el pueblo Mapuche o quien sea que democráticamente apoye sus derechos (y no mañosamente como pretenden los promotores de una democracia protegida (un contrasentido u oxímoron) se quiebran los principios de la Justicia.
Incluso, cuando los fallos de los Tribunales son viciados, claramente violadores del Debido Proceso, la misma Corte Suprema se dobla y acepta la prevaricación evidente, perversa, que el Estado les impone. Esto contra los dirigentes Mapuche que fueron condenados con testigos protegidos, con uso de tortura y con doble juicios, cuando ya habían sido sobreseídos y para lo cual usaron más de cuatro años de cárcel preventiva. En otro terreno (2012), menos político, se podría pretender que el Estado, con el mismo Subsecretario Ubilla que hoy “explica sus razones vacías de verdad” en una apelación, forzó la mano la Corte Suprema, que revirtió otra decisión de la Corte de Apelaciones de Temuco, una que ordenaba que las Comunidades Mapuche fueran protegidas de la violencia sistemática de Carabineros y PDI y, en especial, contra los niños que hemos visto violentados, heridos, aterrados y despreciados por un Poder arrogante, “a la chilena”.
Las Cortes y “autoridades” se justifican con la estructura constitucional del país: es un argumento falso. La Constitución chilena es represiva: fue hecha en dictadura, por un dictador implacable que formó a sus actuales seguidores, los que gobiernan. Mantenerla es otro crimen de lesa humanidad porque permite que, con ella, precisamente, se violen los derechos fundamentales de todos los habitantes de este extraño país.
El jueves 7 pasado, en el sector de Aguas Buenas (Comunidad Antonio Panitruf Bajo) tres menores fueron golpeados y aterrados por Fuerzas Especiales. Estaban solos: el hijo del matrimonio Huentecol, de 16 años, recibió una brutal golpiza y fue llevado al hospital. Dos otros menores, niña y niño, de 6 y 7 años, fueron amenazados y reducidos, colocándoles el cañón de una pistola en sus cabezas. Un hermano mayor está preso y sin juicio. Ayer en Ercilla fue detenido, por cuarta vez en menos de 12 meses, el werken (vocero) de la Comunidad Autónoma de Temucuicui, Jaime Huenchullán. Así: “porque sí”.
También ayer, en los Tribunales de Collipulli detuvieron a 25 personas por pedir justicia para el joven Fernando Millacheo Marín, que lleva más de 8 meses preso, sin juicio, en el día 52 de una huelga de hambre. Como él mismo lo dice, “preso por ser Mapuche, pobre y creer que sí tengo derechos”. Ayer encarcelaron a un menor de 12 años… , a tres hermanas de Millacheo y muchos, muchos más.
A los Tribunales de Collipulli llegó la golpiza del GOPE, con impunidad total, asegurada desde el Gobierno y por una justicia inexistente: la “Justicia Militar”. Otro perfecto oxímoron: que la niega a sí misma. Un secreto público).
Las Cortes, que si bien son abusadas por el Ejecutivo (hecho típico en dictaduras o seudo-democracias como la nuestra) no dejan de tener, ellas mismas, un grado inmenso de responsabilidad por las violaciones al proceso de Justicia y democracia en los que ellos fallan y firman. Son culpables por comisión (y colusión). Sus fallos pueden ser grotescos: no se justifica “llorar” por la militante agresividad de un Ejecutivo autoritario. Las Cortes tienen la obligación de ser claras y justas. Sus jueces no están por encima de los principios de Justicia: para usar un concepto muy prevalente en nuestra mercenaria sociedad, se les paga por serlo.
Chile, sometido a esta violencia insensata, racista, y en la que el autoritarismo y lucro son permanentes y prioritarios, se encuentra en la disyuntiva de ¿hasta dónde van a seguir empujando la colusión y la represión? Porque si bien sabemos que en Chile la violencia es utilizada unilateralmente, en todas sus formas (emocional, económica, policíaca y con crímenes que quedan impunes), esta no puede permanecer para siempre, incambiable. Recuerden, autoritarios empedernidos: es la Represión la que lleva a la resistencia y no al revés. Nos encontramos todos ante una responsabilidad colectiva: que se haga justicia.
*José Venturelli, Pediatra
Vocero del Secretariado Exterior de la Comisión Ética Contra la Tortura (Chile)
Vocero Internacional del Departamento de Derechos Humanos del Colegio Médico de Chile