“El ogro filantrópico”, como llama al Estado el gran escritor mexicano y Premio Nobel de literatura Octavio Paz, te obliga a cotizar en una AFP para proteger tu vejez.
El Banco Central de Chile acaba de publicar el promedio de la jubilación de los cotizantes de la AFP, que es $150.000, mucho menos que un sueldo vital. En pocas palabras, si usted llega a viejo se muere de hambre. Algunos se preguntan si no sería mejor que el “ogro” permitiera a las criaturas no cotizar para la vejez pues, al fin y al cabo, la pensión mínima solidaria está llegando a una cifra similar al ahorro en la AFP, sin necesidad de que descuenten un cerca de 20% de su sueldo.
La Concertación, que nos ha mentido repetidas veces, fue incapaz de lograr la aprobación de una AFP estatal que cobrara menos comisiones y tuviera que competir con el abuso de las privadas. Mucho menos, los liberales de la Concertación podían dar pase a un sistema mixto, público-privado, ya que no tiene los “ovarios” de Cristina Fernández.
Si se enferma, como suele ocurrir más en la tercera edad, usted tiene dos posibilidades: o firma un contrato con las ISAPRES, si es que lo admiten, o se afilia a FONASA; en el primer caso, a los ancianos y a las mujeres en edad fértil les subirán los planes, de tal manera que les sea prácticamente imposible de pagar. De nada ha servido que el Tribunal Constitucional declare que las ISAPRES atropellan “el principio de la igualdad ante la ley”, consagrada en la Constitución. La Carta Magna no toca a los verdugos del mercado y sí se aplica, en sus artículos más autoritarios, a los ciudadanos comunes y corrientes.
Que las aseguradoras, ISAPRES, sean dueñas de las prestadoras (clínicas) es legal e, incluso, moral para los verdugos del mercado, ya que el Estado ni siquiera las regula. La existencia de las superintendencias constituye un verdadero chiste cruel – cuando los superintendentes dejan el gobierno de turno, casi automáticamente, pasan a trabajar en las instituciones fiscalizadas por ellos -.
El reciente fallo de la Corte Suprema, en el sentido de rechazar las alzas de los planes de las ISAPRES por arbitrarios, sólo es válido para las treinta personas que recurrieron de amparo. Si el millón quinientos mil ciudadanos inscritos en las ISAPRES y tres millones de beneficiarios recurrieran de amparo, las Cortes estarían abarrotadas de trabajo. Los abogados ganan, como costas de los juicios, pagados por las ISAPRES, $100.000 por cada reclamo; si el volumen de demandas aumentara en forma geométrica, no sería tan mal negocio. Los dueños de las ISAPRES, como son pillos, y lo único que les interesa en la vida es la ganancia a costa de los usuarios, saben bien que la mayoría no los va a denunciar, especialmente porque la justicia está muy lejos de los ciudadanos, por consiguiente calculan, fácilmente, que aun cuando se tripliquen las denuncias, seguirán ganando mucho dinero. Así, podrán subir impunemente el precio de los planes de salud a todos los que no recurrieron a la Corte y, por otro lado, subir el precio que cobran las clínicas de las cuales son dueños, en cantidades exorbitantes. Hay que ser muy fresco para declarar que el fallo “hundirá” – en buena hora nos salvaríamos de esta plaga pinochetista – a las ISAPRES.
Si Usted está cotizando en FONASA tendrá que esperar meses – y hasta años – para ser hospitalizado y, si es muy pobre, será mal tratado en los hospitales.
Si tiene que comprar medicamentos que no están en los hospitales y consultorios, tendrá que comprarlos en el monopolio de las farmacias, casi siempre coludidas para subir los precios – no se le vaya a ocurrir pedir un medicamento genérico o equivalente, pues, en la mayoría de los casos, el dependiente le dirá que no lo tiene -.
Si usted tiene un hijo en edad de entrar a la universidad y no posee un alto puntaje, tendrá que elegir una de las universidades “callampa”, llamadas docentes porque carecen de planes de investigación y están plagadas de profesores taxi. En estos establecimientos le darán un título que de poco les servirá para conseguir un trabajo, si es que antes no les cierran la universidad. Aquí aterrizan profesores que no saben interpretar un texto, comprender un gráfico, menos comparar, asociar, relacionar e investigar, como debe ser el sentido de una verdadera universidad. Para cumplir el sueño de llegar a la universidad, sus padres tendrán que endeudarse hasta las canillas.
Al igual que en el caso de las ISAPRES, los dueños de los inmuebles de las universidades son, en muchos casos de las privadas, los arrendadores, a precios exorbitantes, de los mismos edificios que usan las mismas universidades. Las instituciones de educación superior, además, se transan en el mercado, con alumnos incluidos – como antes se vendían los fundos con sus peones -.
Si a usted no le alcanza el dinero para terminar el mes existe una solución: pide un crédito a un banco u otra institución financiera o compra a crédito en el retail. Si no tiene plata para pagar las cuotas, lo repactan, aun sin considerar su voluntad. Si no paga el crédito al banco, le aplican la tasa máxima convencional de un 50%; si aún se niega a aceptar la usura, le embargan sus bienes.
¿Usted creería que estas personas, verdaderos delincuentes, están en la cárcel? Siento decepcionarlos: la mayoría, después de unos meses de escándalo, salen libres o, al máximo, como en el caso de Alcalde, gerente de La Polar, le decretan prisión domiciliaria nocturna, es decir, dormir seis horas en su casa, incluso, podría pensarse que puede participar en fiestas y jolgorios hasta las 12 de la noche, y estar preso desde esa hora, hasta las 06 horas. Un hombre pobre, sorprendido robando en un supermercado puede tener una pena aflictiva de tres años y un día, en una subhumana prisión, verdadera escuela del delito, sin ninguna posibilidad de aprender algún oficio.
Usted, como las mulas, lleva toda la carga fiscal: es el único que paga impuestos, pues cada día y en cada acto, debe pagar un 19% de IVA; por ejemplo, cuando se levanta, en la mañana, al tomar el té y el pan, está pagando IVA; se ducha, prende la televisión y compra los alimentos para el almuerzo y la comida y paga IVA. Supongamos que usted pertenece al 75% de los chilenos que ganan menos de $400.000; $80.000 de esta suma se la regala al “ogro filantrópico”. Si al menos, usted pudiera pedir al Estado escuelas igualitarias y de calidad, consultorios y hospitales dignos y decentes y una vivienda aceptable, ya valdría la pena. La “filantropía del ogro” sólo sirve para regalar bonos que favorezcan a los candidatos del duopolio, antes de cada elección. Es decir, con su plata, comprar la conciencia de cada elector.
Veamos cuánto ganan estas instituciones, que se convierten en verdugos del mercado: las ISAPRES, 60 mil millones de pesos; las AFPs., 30 mil millones de dólares; los bancos, otra millonada aún mayor.
Usted se preguntará, ingenuamente, una vez más, si los ricos pagan impuestos. Siento decepcionarlo. Las empresas no lo hacen, pues la mayor cantidad de sus utilidades van al FUT, por consiguiente, estas utilidades quedan libres de impuestos. Los más ricos esconden sus ganancias, o las reducen, por medio de creación de sociedades de pantalla, para eludir tributos. Si usted es dueño de una gran empresa, por ejemplo, Johnson, le condonan todos los intereses y multas, por el solo hecho de estar coludido con los poderosos. Si es pequeño comerciante y, además, evade el IVA, lo arruinan por el cobro de intereses y multas. Acuérdese bien: el rico puede tener colusión de intereses, pero jamás comete delito; el pobre es considerado delincuente desde la cuna. Si usted tiene un negocio al lado de Costanera Center, paga $70.000 de impuestos, en el caso de Cencosud, $7.000.
A usted sólo le resta votar en las elecciones. Según dicen, su voto vale igual que el de Sebastián Piñera, por ejemplo, pero la verdad es que usted no elige los candidatos, pues lo hacen por usted los jefes de “cutufas”, y en el sistema electoral está siempre garantizado el triunfo del candidato que los dueños del país, los empresarios que financian las campañas, quieren.
Usted, que siempre ha sido respetuoso y temeroso de la ley, un tipo con moral en una sociedad anónima, después de haber visto tanta iniquidad, se atreve a protestar con la última arma que le queda: el voto. Sufraga nulo, blanco o se abstiene. Cree que ha logrado un gran éxito cuando, por ejemplo, en las parlamentarias de 2005, más del 40% de los inscritos lo hicieron de esta forma. En las municipales de octubre último, el récord de abstención fue aún mayor.
Si bien el gobierno de Sebastián Piñera es un verdadero desastre, tal vez usted esté convencido de que la candidata concertacionista del duopolio lo va a hacer mejor. Ignora, como bien lo define el cientista político Patricio Navia que, metafóricamente, esta realidad es equivalente al cuanto de Alí babá y los cuarenta ladrones. ¿Acaso no sabe que la buena persona que es la ex Presidenta, está rodeada de personajes de muy malas prácticas políticas? La única salida sería que usted se decidiera, de una vez por todas, quebrar con el duopolio, ser parte de la construcción de una Constitución que surja de la voluntad popular, como nunca ha ocurrido en nuestra historia e iniciemos la construcción de un Nuevo Chile.
Rafael Luis Gumucio Rivas
10/01/2013