El viernes 4 de enero de 2013 recaló en el puerto de Valparaíso el Buque Escuela de la Armada chilena La Esmeralda; conocida por algunos como la Dama Blanca, en tanto para otros, un siniestro Centro de Detención y Tortura durante el Golpe de Estado. Judicialmente se ha determinado que la muerte del sacerdote Miguel Woodward, se produjo a bordo de ella, en el contexto de las primeras acciones de la dictadura contra sus “enemigos”.
Como es tradición, y en paralelo a la recepción oficial realizada por las autoridades civiles y uniformadas junto a los familiares de los futuros oficiales, representantes de los Ex Presos Políticos, del Grupo de Amigos de Miguel Woodward, de la Comisión Ética Contra la Tortura y defensores de Derechos Humanos, se dieron cita en el muelle y luego se embarcaron para salir a recibir al Buque Escuela en la rada. Se trata de un acto simbólico que apela a la memoria y a la denuncia de lo ocurrido en la flamante embarcación.
Victoria Rodriguez, representante del “Grupo de Amigos de Miguel Woodward “ señaló: “Venimos a funar a la Dama Blanca porque la Armada no ha reconocido que ahí se torturó y dio muerte a nuestros compañeros. La Armada ha tenido 40 años para hacer un Mea Culpa y reconocer su culpabilidad y aún no lo ha hecho, pese a nuestros actos; ya no esperamos nada de ellos. Además han sido cobardes porque han “tirado a la parrilla” la los bajos rangos; en tanto que los altos mandos están tranquilos en sus casas.”
Victoria agregó además que “nuestra intención no es molestar a los nuevos marinos – ellos no son responsables. Pero es deber de la institución a la que pertenecen, reconocer y dar a conocer la verdad sobre este lugar donde hubo tortura.”
En su intervención, Nelson Aramburu de la CECT señaló que “antes era una fiesta de la comunidad porteña, venir al muelle a recibir a La Esmeralda, pero desde que los Altos Mandos de la Armada lo usaron como Centro de Tortura, es una mancha en la historia de la región. Su cubierta tiene sangre de inocentes como Miguel Woodward, y en sus bodegas y camarotes aun resuenan los gritos de los torturados. Por ello no hay perdón ni olvido.”
Los activistas cerraron el acto en el muelle pasado el mediodía, bajo el fuerte aplauso de los cientos de turistas que estaban en el lugar.