Tiene razón Marco Enríquez-Ominami al citar a un filósofo que sostenía que las encuestas de opinión son buenas para lucir siempre fragante y no para bebérselas, por consiguiente, es muy torpe alcoholizarse con ellas.
Los sondeos políticos, hoy por hoy, están muy desprestigiados: no dieron pie en bola al pronosticar resultados en las últimas elecciones municipales, sin embargo, los opinólogos y los dirigentes políticos, aunque peroren contra las encuestas, las analizan, las decortican y tratan de interpretarlas lo más favorablemente posible para sacarle partido.
L. Feuerbach, en su obra La esencia del cristianismo, sostiene que mientras más rico y sutil es el dios de la religión, más miserables son los hombres – los seres humanos se enajenan en la creencia de un ser supremo, dotado de todas las perfecciones. Metafóricamente ocurre de igual manera en la relación de Michelle Bachelet y la Concertación de Partidos por la Democracia: mientras más apoyo tenga en la encuestas, más pobre será el apoyo y la aprobación, por parte de la opinión pública, a esta combinación de partidos. En todas las a presidentes de partido y, con razón, porque son jefes de “cutufas”
Veamos: Según la última encuesta, hay un abismo entre Bachelet y los demás candidatos de la Concertación. Andrés Velasco, el candidato de Expansiva, tiene un 6%; Ximena Rincón, un 2%; Claudio Orrego, un 1% y José Antonio Gómez, 0%. Si se realiza una primaria, en el caso de que ella acepte ser candidata, sería bastante ridículo. Como lo expresó Francisco Vidal en una entrevista, sería como el cuento de Blanca Nieves y los siete Enanitos.
El apoyo a la diosa Michelle es tan poderoso que puede hacer lo que quiera con los miserables partidos concertacionistas, cada vez más desunidos y cuestionados por la opinión pública. Todos sabemos que los líderes de esta alianza constituyen la “joroba” de la posible candidata presidencial.
Si la mayoría de los candidatos se presentaran – y no como ocurre en la actualidad, en que la mayoría, como la leche, tiene fecha de vencimiento – Bachelet obtendría 54%; Golborne, 15%, Marco Enríquez-Ominami, 8%; Allamand, 7%; los tres de la Concertación incluidos en la lista, tendrían: Andrés Velasco 3%; Ximena Rincón, 1%; José Antonio Gómez, 1%; Claudio Orrego, 1%.
En la Democracia Cristiana, por mucho que se esfuerce en hacer primarias a porfía, sus candidatos no han logrado remontar el 2%. Sin embargo, no hay que preocuparse en demasía, pues está clara la estrategia de este partido para levantar candidaturas que le permitan –como lo han hecho durante todos los gobiernos de la Concertación, vía repartición de premios – exigir y mantener los mejores cargos en el gobierno. Baste recordar cómo en el año 2006 le impusieron a Bachelet el nombramiento de Andrés Zaldívar, derrotado en las elecciones senatoriales.
A veces, el ganar con una alta votación, gracias al populismo y al personalismo, no es una buena apuesta: pensemos en Cristina Fernández, en Argentina, que, al poco tiempo de haber sido elegida con más de un 51%, hoy está en serias dificultados – rebeliones en las provincias y caceroleos en la capital y en otras ciudades. En nuestra historia política, José Manuel Balmaceda ganó sin rivales y terminó derrotado. Su madre le recordó, el día de su triunfo, que Cristo, en Domingo de Ramos, fue recibido con palmas y, posteriormente, crucificado. No muy distinto fue el destino de Ibáñez y de Eduardo Frei Montalva – obtuvieron altas votaciones y terminaron entregando el poder a sus enemigos políticos; sin ir más lejos, su hijo Eduardo ganó con el 58% y finalizó su mandato con un magro 28% del apoyo en las encuestas -.
Nuestro pueblo es bastante inteligente para no caer en el engaño de reelegir presidentes; en el siglo XX, sólo dos se repitieron el plato, Arturo Alessandri y Carlos Ibáñez del Campo, en que el segundo período fue desastroso: el primero, asesinando estudiantes en el Seguro Obrero y, el segundo, completamente gagá y con un gran rechazo popular. Si yo fuera la ex Presidenta, por mucho que me presionaran para que salve a presidentes de partido, ya muy desprestigiados, me abstendría de participar en tan peligrosa contienda.
Rafael Luis Gumucio Rivas
04/01/2013