Si bien, este agonizante año 2012 no fue próspero en marchas multitudinarias ni en extensas tomas de escuelas o universidades, marcó un hito inolvidable para el Chile pos Pinochet: el lucro entró en calidad de imputado.
La excesiva y descarada ganancia obtenida por bancos, retail, universidades, AFP e isapres a costa del crédito de la clase media, terminó desfondando el peso de la noche portaliano, ese que con tanto esmero y furia custodiaron gobernantes militares y concertacionistas.
Y no piense usted que se trató de un año en que las masas ideologizadas y organizadas saquearan multitiendas o se tomaran universidades privadas. Por el contrario, el populus estuvo más tranqui que en años anteriores. Lo que ha tenido en las cuerdas al modelo híper privatizador del Chile de los últimos 22 años, ha sido la desprotección en que se encontraron, bajo la administración Piñera, empresarios y especuladores del súper-lucro.
Antes que llegara el Presidente millonario a La Moneda, los gobernantes del arcoiris se preocuparon de promover la paz social con la mano izquierda, mientras borraban los abusos del mercado con el codo derecho. A ese ritmo se pasearon por poblaciones, ofreciendo bonos y exhibiendo muñecas gigantes, mientras en Casapiedra garantizaban seguridad social e inversión a prueba de reventones ciudadanos.
Fue así como J.J Brunner alentó la privatización de la educación superior, Bitar bancarizó los créditos universitarios, Eyzaguirre promovió el endeudamiento, Andrés Velasco se opuso a AFP estatal y, nadie nunca en esos periodos reparó en los chanchullos de La Polar, Universidad del Mar o similares.
Para la Concertación el lucro era algo normal. Es más, muchas veces lo defendieron argumentando, que sin ese ánimo de ganancia, el panadero no se motivaría a hacer el pan, ni los directorios de universidades, a construir mega edificios donde se titularían los chilenos con mala PSU.
No sólo hicieron vista gorda, se encandilaron. No sólo facilitaron el lucro desde el estado, también se enrolaron en directorios de isapres, hidroeléctricas, Ues privadas y AFP (véase el caso de la senadora Rincón). Cómo no olvidar aquel momento en que Horst Paulmann les llegó a decir, al mejor estilo de Pedro Carcuro: “me pongo de píe para aplaudir vuestra gestión”.
Y aunque a muchos les cueste reconocerlo, es bajo la administración de un excéntrico, egótico, pillo y torpe empresario de derecha que el sagrado lucro llega a la silla de acusados. Ya sociólogos y comunicólogos progresistas han salido a argumentar que el renacer ciudadano, cuestionador del modelo, es legado concertacionista. Lo cierto es que fue el caótico estilo del actual mandatario, el que “sin querer queriendo”, desenmascaró las pillerías de multitiendas, universidades, isapres, farmacéuticas y otros abusadores que han -por lo bajo- pasado a vivir como sospechosos.
Es sabido en política, cada presidente gobierna para su oposición.
Difícilmente Piñera saldrá de la moneda para retomar el pragmatismo de los negocios. La clase empresarial chilena lo tratará como a un paría, mal que mal, les arruinó la fiesta. De seguro Piñera no se dedicará a recorrer el mundo invitado por universidades de prestigio, mal que mal, ha sido uno de los mandatarios más torpes a la hora de ejercer relaciones públicas. Es poco probable que Sebastián proclame a uno de sus hijos o a su mujer como herederos políticos, su egoísmo no le permitiría aquello.
No cabe duda que Piñera ya está coordinando su regreso a La Moneda, pues como buen jugador bursátil, sabe que sus actuales bajas acciones, subirán considerablemente en unos años más. Las cifras de empleo y crecimiento económico están a su favor. Las reformas conseguidas bajo su mandato le acompañan. Y lo más importante, el especulador Presidente sabe que su principal legado histórico, no será el rescate de los mineros, sino que el rescate de la clase media desde las garras del hiper lucro.
En unos años más, la imagen de los dueños de La Polar en prisión o la Universidad del Mar clausurada, se buscarán en google al escribir gobierno de Sebastián Piñera.
Cuesta admitirlo, pero fue la vertiginosa montaña rusa de Piñera la que nos despertó de la siesta mercantil ofrecida por el socialismo criollo. Fue el espíritu de pendejo egoísta y malintencionado, sin ideología clara, quien encarceló a los lucradores y despabiló a consumidores.
Piñera no lo hizo por convicción política ni ideológica. Lo hizo para mofarse de la UDI en su cara… lo hizo para reírse de todos nosotros en nuestras caras.
Piñera botó del altar a su propio dios, el lucro. Lo hizo sin querer queriendo, pero lo hizo. El próximo gobierno tendrá que convivir con ese legado. Para entonces habrá empresarios molestos y una ciudadanía sin ganas de dormir siestas.
Por Cristian Zúñiga
@planetazuniga