”La ley dispondrá, sin restringir su derecho a disponer libremente de su patrimonio, de mecanismos de resguardo de la propiedad accionaria de los trabajadores y regulará su transferencia de modo de evitar su apropiación indebida por parte de grupos financieros”.
“En lo que respecta a la propiedad estatal, en aquellos casos en que se determine la conveniencia de su privatización, se optará prioritariamente por los traspasos de propiedad a los trabajadores, ya sea individualmente considerados o a través de sus organizaciones sindicales.”
Estas líneas, que podrían ser leídas en un texto de programa de gobierno o artículo regulatorio Constitucional de un gobierno izquierdista, corresponden a párrafos extraídos del Programa de Gobierno de Patricio Aylwin en 1990.
No es un ejercicio inútil recurrir a la relectura de ese documento, pues da cuenta del engaño brutal de esos mercanchifles de la política a millones de chilenos, en tanto se hizo todo lo contrario a lo prometido. El país ha visto cómo sus sueños fueron dramáticamente aniquilados.
Sin embargo, la mayoría de la población les apoyó en su largo camino de consolidación Neoliberal.
Es que el sistema que impuso la dictadura y “mejoró” la Concertación, fue aceptado dramáticamente: frente al horror de la dictadura, la ciudadanía optó por confianza total a los mercaderes del arco iris, quienes ni cortos ni perezosos, trabajaron duramente para solidificar su Modelo económico, social y cultural.
Modelo que dio origen a un país severamente dañado en su identidad y dominio incluso, de su soberanía.
Entre otras máximas, y acorde con “jaguares”, “ad portas del desarrollo”, etc., existe la creencia que cualquier chileno puede “ser triunfador”, basta hacerse de un cartón y trabajar duro, basta ser un visionario emprendedor y los resultados estarán en un dos por tres. Es la sociedad de oportunidades al alcance de la mano y de igualdad de la cuna hasta la tumba.
Estas ideas de sociedad, de progreso fácil, han sido grabadas a fuego en la mente de la mayoría de los chilenos, amén de un sistema de información y publicitario muy sesgado. Se entregó el alma al mercado y a torres de cristal. Esa es una de las explicaciones por la que hoy nos gobierna un empresario y multimillonario.
Aunque las marchas realizadas por los estudiantes y su enfrentamiento a poderosas fuerzas del sector privado y del Estado, causó una gran fisura en el sistema que se decía inmaculado, parece ser que los chilenos aún tienen mucha más capacidad de aguante.
Con un sistema económico asfixiante, pero que permite altas tasas de consumo, el devenir para la mayoría pasa sin mayores cuestionamientos. Frente a graves violaciones de derechos económicos y sociales, ocurridos en todos estos años y especialmente en estos días, con el escándalo de la Acreditación; la respuesta de los estudiantes afectados no es acorde al abuso. Al contrario, miles de alumnos siguen matriculándose, participando y con ello legitimando, el sistema privado de educación.
Es cierto que determinades comunidades regionales, han logrado apropiarse de espacios territoriales; pero eso no permite decir que los cambios están a la vuelta de la esquina.
Por otro lado, el fenómeno de la abtención en actos de votación, no es nuevo. Y los millones que se han mantenido afuera del sistema electoral por décadas, no han dado ningún cauce de expresión, que no sea el de figurar estadísticamente.
Así, la idea que se escucha hoy por hoy, de la conformación de una Nueva Izquierda alejada de las ideas de las actuales direcciones de los partidos tradicionales, que incida en la realidad del país, está muy lejos de ser alternativa al corto plazo.
Todo indica que si acepta repetirse el plato y presentarse en Chile, Michelle Bachelet será la ungida. Como en la era Aylwin, no es raro que sus promesas de campaña y el Programa para el futuro serán espectaculares, todo vale para recuperar la confianzas de la ciudadanía.
La posible candidata tiene todas las virtudes para convertirse en la salvífica del pueblo.
Habrá que estar atentos a lo que ocurra en Marzo y en Junio, allí se verá si tan efectiva ha sido la presión del PC, para integrar el clamor de la gente en las líneas programáticas de la Concertación y velar para que estas se hagan realmente efectivas, como lo han expresado todos sus dirigentes, desde Vallejo a Teillier.
No obstante, se dice que en en política, como en fútbol y el amor, nada es seguro.
¿Será el tiempo de ver si la Ciudadanía logra levantar también una Plataforma Programática que vaya a contrapelo de los ofrecimientos de los mismos de siempre?.
Víctor González
Comunicador Visual.