Llegó a mis manos el libro “La venganza de los patriotas” del autor Miguel Bonasso, un periodista connotado del otro lado de la cordillera que ha combinado en una larga trayectoria su profesión de periodista con la militancia. Fue parte del gobierno de Cámpora en la breve primavera del 73, militante de la organización revolucionaria Montoneros, director del diario la Opinión y luego de Noticias, este último, objetivo permanente de la Triple AAA, actualmente diputado nacional, pero por sobre todo una pluma notable. Es su tercera edición escrita en Mayo Junio de 2010, Editorial planeta.
Tiene ya varios libros: “Recuerdos de la Muerte”, “El presidente que no fue” y “Memorias de un clandestino”, entre otros.
El libro me llevó a mi juventud, empecé a leer sus 300 paginas el sábado por la mañana cuando llegué a la última hoja eran las 4.30 del Domingo, amanecía. Para un chileno recibir un texto de historia de su patria, la grande o la chica, es una experiencia novedosa, estos no son temas aquí. Nuestro estado y la televisión pública gastan millones en mostrar el lecho profesional de las bataclanas antes que otra cosa. Las horas de historia se han reducido en los colegios, las de filosofía ya desaparecieron.
Esta nueva entrega de Bonasso es una novela histórica excepcional que tiene como hilo conductor la vida de Bernardo Monteagudo considerado por muchos el brazo derecho de San Martín primero y luego el brazo político de Simón Bolívar, para el cual su otra espada fue sin lugar a dudas el mariscal Sucre, el vencedor de Ayacucho.
La novela relata el desembarco de la escuadra libertadora, las tensiones entre sus comandantes en particular entre “Don José” y e jefe de la escuadra el conde de Dundoland a quienes el comandante en jefe José de San Martín llamaba Lord Metálico por su supuesta afición desmedida al dinero. Lo cual no oscurece la espectacular toma de la “Esmeralda” buque insignia de la escuadra española en el Callao dirigida personalmente por el díscolo Lord.
La toma de Lima la capital del Virreinato es antes que nada una verdadera escuela de estrategia política en la que se articulan aprovechamiento inteligente de las contradicciones en el bando realista, el dinero como instrumento, el espionaje y la labor de zapa. Lima cae sin combate en definitiva. Los españoles también han intentado penetrar el bando revolucionarios con la estrategia del virrey Pezuela de convencerlos que ahora no son imperialistas sino “liberales” a partir de la constitución que le han impuesto al “amadísimo” Fernando VII.
Se aprecia nítidamente en el relato como desde el Moneagudo jacobino, el joven insurrecto de Chuquisaca, se va llegando al dirigente político – que los establishment adulan con el calificativo de estadista – que se rinde a la realidad y termina promoviendo un príncipe europeo para una monarquía constitucional en el Perú, que no es siquiera un proyecto propio sino el de su jefe don José. Historia conocida y repetida.
El texto relata la reunión histórica – nunca tan bien usado el término – y sus enormes desencuentros de San Martin y Bolívar en Guayaquil.
En Lima la oposición llega a su climax con el virtual derrocamiento de Monteagudo que incluía incluso el asesinato de San Martín, que se llegó a intentar por el oficial chileno Patricio Escobar. Monteagudo se ha hecho enemigos múltiples y poderosos; republicanos puros, novios cornudos, realistas emboscados, profesionales corruptos de la política, administradores de prostíbulos y casas de juego, y otras variedades.
Las curiosidades históricas como la intensa amistad entre la novia chilena de Monteagudo Lucía Gana y la novia de Manuel Rodríguez a quien los rumores señalaban como víctima del primero. No menos relevante es el papel de las mujeres en la independencia latinoamericana Manuela Saenz, Rosa Campusano, Carmen Guzmán , entre otras. Héroes olvidados como el general Arenales “El hachado” o el coronel Ayala.
La novela pone de relieve un aspecto que los latinoamericanos muchas veces olvidamos; la intervención de los imperios cada que vez que América Latina busca su unidad. Ellos están detrás de los procesos desestabilizadores del naciente Perú.
Luego de la caída de Monteagudo San Martín renuncia, al parecer tiene claro que para reponer la disciplina en el ejército Unido de argentinos y chilenos deberá fusilar a los jefes comprometidos que han sido sus compañero de lucha, de la vida y de la muerte, por años, no da el paso , vuelve a Buenos Aires a ver a su mujer moribunda y en busca de su “chacra” en Mendoza , utopía que nunca conseguirá. Morirá ciego en París cuidado por su hija, el estado argentino le negará su pensión, Chile se la mandara puntualmente; con O’Higgins no nos portamos tan nobles.
La vuelta de Monteagudo en el estado mayor de Bolívar teniendo en el horizonte el Congreso anfictiónico de Panamá, destinado a crear los estados unidos del sur, desata las pasiones y determina su asesinato por un par de negros libertos. La mano mora queda entonces en la oscuridad.
En este punto el relato se hace vertiginoso y cobra altura como novela policial excepcional. Su desenlace es espectacular.
Si algo no logra Bonasso, en mi modesta opinión es hacer sintonizar los pasajes eróticos con la historia y la política, aparecen más bien como un ingrediente forzado, del cual el relato podría prescindir.
Una novela histórica notable.
ROBERTO AVILA TOLEDO