El conocido integrante de la Mesa Ciudana de Aysén, Iván Fuentes, ha manifestado que posiblemente participará en las Parlamentarias. Bien por él y los nuevos liderazgos, más aún si son de una historia sacrificada y formada a punta de esfuerzo personal; sin embargo, a renglón seguido manifiesta que votará por Bachelet si se presenta como candidata.
Apoyará a la hasta ahora funcionaria ONU, por “química y por cuestión de piel”.
Supongo que debe tener alguna otra exigencia, pues si no es así sería preocupante, ya que Fuentes es de los trabajadores y dirigentes más lúcidos surgidos en estos meses: fue cabeza de un movimiento que puso de rodillas al mismísimo Gobierno, que incluso tuvo que enviar a Aysén a sus representantes a conversar con una organización, como diría el profesor Salazar, “en la práctica inconstitucional y que se ha impuesto por la movilización ciudadana”.
No se puede decir que Iván Fuentes es un mal dirigente o que está alejado del sentir de “los viejos”, como él se expresa cariñosamente de los pescadores y obreros patagónicos.
¿Será que la señora silente cautiva irremediablemente de verdad y vuelve oveja al más aguerrido trabajador austral y de otras regiones de la patria?.
Miles esperan ansiosamente ese avión bendito que trae a la que salvará al país y revivirá a los caídos y sanará heridas por doquier…
Pero lo que hemos visto y oído de ella es que, mientras estuvo a la cabeza del Gobierno de Chile, ejerció un “liderazgo” timorato y condescendiente con los poderes instalados en la patria toda. No tuvo ningún reparo en aplicar “todo el rigor de la ley” a mapuches y jóvenes, siguió sin equívocos la política depredadora, en todos los ámbitos, de la Concertación y un largo etcétera que no es necesario enumerar.
¿Es posible que los trabajadores se encanten por un político de ese actuar?.
¿Es que ningún obrero va a exigir primero el Programa y luego apoyará quien esté dispuesto a liderarlo?.
La posición de Iván Fuentes respecto de Michelle Bachelet, es respetable en la medida que es una opción personal. Pero que es muy delicada en tanto es dirigente de base, con un prestigio mediático generoso y que posee un liderazgo en el pueblo como creador de opinión.
No es un caso aislado, el “encantamiento” por Bachelet, está presente en miles de trabajadores (as).
Esto da cuenta del enorme daño realizado a la clase trabajadora por la Concertación. Es tal el éxito de sus operadores que no permite una visión, incluso medianamente objetiva, del retroceso sufrido.
El camino que falta por recorrer a la clase trabajadora, y mucho más aún para la emergencia de liderazgos maduros, plenamente independientes, es inmenso.
En esa perspectiva, resulta ilusa la postura de quienes ven los cambios, de cualquier tipo, a la vuelta de la esquina. Es necesario una recomposición del tejido social que no se da de la noche a la mañana.
Por cierto, hoy se ha abierto más de alguna ventana. Sin embargo, la puerta para el cambio está duramente cerrada y protegida. La llave está en manos de facinerosos y vendepatrias, expertos en el arte de pasar gato por liebre.
El Neoliberalismo en Chile goza de extraordinaria salud y sus huestes están dispuestas a barrer con quien sea, para seguir enajenando la soberanía e hipotecando el futuro.
Víctor González
Comunicador