Ñuñoa.- En entrevista con Clarín.cl Germán Marín (1934), habla de la amistad que compartió con Pablo Neruda y Homero Arce, del génesis de Ediciones Isla Negra y del injustificado despido del secretario del poeta cometido por la viuda: “Me impresionó cuando se produjo la ruptura entre Matilde y Homero bajo los cargos de ‘robo’, yo me enteré en México de la difamatoria acusación. Por otra parte, me dolió mucho saber las circunstancias tan extrañas en que murió Homerito en 1977, fue detenido por carabineros y lo llevaron a una comisaría, lo interrogaron, salió maltrecho, lo llevaron a su casa y murió en el hospital a consecuencia de la tortura del interrogatorio. La Matilde estaba viva y nunca supe que hubiera realizado algún reclamo o denuncia para esclarecer la muerte de Homerito, no hubo tal reclamo de justicia”.
Autor de los libros: Fuegos artificiales (1973); Cicatrices: papeles de Santiago (1975); Chile o muerte (1975); Una historia fantástica y calculada: la CIA en el país de los chilenos (1976); Círculo vicioso (1994); El palacio de la risa (1995); Las cien águilas (1997); Conversaciones para solitarios (1999); Lazos de familia (2001); Carne de perro (2002); Un animal mudo levanta la vista (2003); La ola muerta (2005); Basuras de Shangai (2007); La segunda mano (2009); Compases al amanecer (2010); Dejar hacer (2010); Antes de que yo muera (2011); Últimos resplandores de una tarde precaria, Alfaguara, (2011) y El Guarén. Historia de un guardaespaldas (FCE, 2012).
El escritor y editor chileno declinó asistir a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, a pesar del vínculo que nació durante su exilio en México: “No quiero tener ninguna relación con el gobierno de Piñera, no me gustaría que después digan que me vendí por un pasaje de avión; funcionarios del Ministerio de Cultura me rogaron y pidieron que reconsiderara mi decisión, me preguntaron si no estaba conforme con el hotel”. Germán Marín confiesa con nostalgia: “Quería ver a un par de amigos: al compositor Julio Estrada y al editor Martí Soler, quien presentaría mi novela: El Guarén. Historia de un guardaespaldas (FCE, 2012), en el Fondo de Cultura Económica se enojaron conmigo por dejarlos plantados en la FIL, pero nadie me hará cambiar de opinión: no voy. No tengo nada en contra de México, estoy muy agradecido con la generosidad de los mexicanos, pero no quiero que me involucren con el gobierno de Piñera”.
MC.- Don Germán, en “Pie de página” (1998) narró su experiencia como editor junto a Pablo Neruda; cito: “con la ayuda de ese hombre tímido y sencillo llamado Homero Arce”. ¿Qué dejó en el tintero al contar el génesis de Ediciones Isla Negra?
GM.- Matilde Urrutia era una mujer muy celosa, le molestaba esa relación tan estrecha y amigable entre Neruda y Homero; La Chascona se sentía desplazada, era una mujer muy celosa, tanto de hombres y mujeres. Por esos celos enfermizos Matilde separó a Homero de la edición de Confieso que he vivido (1974), tengo entendido que ella acusó a Homerito de robarle plata a Neruda. Yo conocí a Homero Arce a través de Neruda en 1962 y te puedo asegurar que Homerito era un hombre de una total honestidad, vivía modestamente, estuve en su casa varias veces, era una excelente persona y con esa personalidad le daba seguridad a Neruda en todo, Homero tenía plenos poderes para representar legalmente a Neruda, si había que retirar el dinero de un cheque en el banco iba Homero, recuerdo cuando pasaba a la oficina del Correo Central donde Neruda tenía una casilla postal y Homero era el único que podía retirar la correspondencia o los libros que llegaban desde el extranjero. Varias veces vi a Homero en las calles de Santiago con las encomiendas para Neruda y si el poeta no estaba en Chile le guardaba todo. Era su amigo de mayor confianza.
Me impresionó cuando se produjo la ruptura entre Matilde y Homero bajo los cargos de “robo”, yo me enteré en México de la difamatoria acusación. Por otra parte, me dolió mucho saber las circunstancias tan extrañas en que murió Homerito en 1977, fue detenido por carabineros y lo llevaron a una comisaría, lo interrogaron, salió maltrecho, lo llevaron a su casa y murió en el hospital a consecuencia de la golpiza del interrogatorio. La Matilde estaba viva y nunca supe que hubiera realizado algún reclamo o denuncia para esclarecer la muerte de Homerito, no hubo tal reclamo de justicia.
MC.- Todos coinciden en la discreción y timidez de Homero Arce, ¿a pesar de su personalidad de qué temas conversaron?
GM.- Homerito era un hombre con la más absoluta discreción en todo lo relativo a Neruda, por otro lado nunca le hice preguntas acerca de Neruda que pudiera comprometerlo. Siempre tuvimos una relación muy abierta, conversamos de muchas cosas, incluso llegué a preguntarle sobre la relación con Neruda en su juventud, Homerito era funcionario de Correos en 1921 y algunas veces Neruda le mandaba pedir de favor algunos “escudos” para pagar la cuenta del bar y Homerito corría y pagaba las deudas de sus amigos (risas), cosas de ese tipo, pero más allá de eso ni una palabra, nunca hablaba sobre cuestiones sentimentales del pasado, ni de los amoríos de Neruda, tampoco de su relación con Matilde Urrutia. Yo advertía que había más simpatía y generosidad en el trato con Neruda cuando Matilde no estaba en Isla Negra –porque con frecuencia ella partía de compras a Santiago, o a Buenos Aires por otros trámites-, sin Matilde la amistad con Neruda era mucho más abierta, eso se notaba.
MC.- ¿Conserva cartas de Homero Arce, o de Pablo Neruda?
GM.- No sé qué pasó con esas cartas, yo les escribía cuando estaba fuera de Chile, pero no tengo idea dónde quedaron. Después, al regresar del exilio, pregunté por la viuda de Homero, pero Laura Arrué había fallecido.
MC.- ¿Dónde estaba al enterarse de la muerte de Neruda?
GM.- La madrugada del 24 de septiembre de 1973 me llamó por teléfono Teresa Hamel, me dijo que había acompañado toda la noche a Laura Reyes y a Matilde en la Clínica Santa María. No fui al entierro porque estaba preparando mi salida de Chile, me fui a México, los mexicanos me ofrecieron asilo y no sé por qué tenía la impresión de que la dictadura duraría por años, que los militares se instaurarían por mucho tiempo; entonces pensé: “si me voy asilado a México, me voy sin pasaporte y me quedaría allá por los días de los días”, mi intención era conservar cierta movilidad, les agradecí el ofrecimiento a los mexicanos pero les dije que saldría con mi pasaporte por el aeropuerto, porque pensaba que mi situación era delicada y después sería más difícil salir de México hacia otros países. Ahora te confieso que me arrepiento de no haberme asilado en la Embajada de México, era muy dura la salida, había un control absoluto en el aeropuerto, el camino a Pudahuel estaba bloqueado por la Fuerza Aérea y no se podía pasar en auto, te trasladaban en un bus de la Fuerza Aérea, ya sometido a la custodia abordabas tu vuelo, en el aeropuerto penaban las ánimas, sólo estábamos los pasajeros, no permitieron que los familiares o amigos se despidieran de nadie; recuerdo que la revisión era muy exhaustiva.
MC.- ¿Cuál fue su primer trabajo en México?
GM.- Antes del golpe había estado en México, dejé un libro casi preparado, lo tenía que terminar el editor, pero aplazamos su publicación porque le dije al editor: “en Chile viene algo grave”, al llegar a México en 1973 retomé el proyecto: Chile o muerte (1975), era un libro gráfico, lo imprimió la Editorial Diógenes, propiedad de Emmanuel Carballo, ¿todavía vive?
MC.- Sí, conversé con Emmanuel Carballo en 2009, ahora tiene 83 años.
GM.- Le fue muy bien a mi libro, después entré a trabajar a la Editorial Siglo XXI, con Arnaldo Orfila; y me hice cargo de la edición del periódico Excélsior bajo la dirección de Julio Scherer, pero hubo un momento difícil cuando me convocó a su oficina el subdirector -Miguel Ángel Granados Chapa- para decirme: “mira Germán, aquí se viene una situación muy complicada, se viene el golpe de Estado a Excélsior y es mejor que los extranjeros que trabajan aquí se preparen, tú has trabajado muy bien, estamos muy contentos contigo, así que pídenos lo que quieras”, me pagaron un viaje a París, así que ya no regresé al departamento editorial de Excélsior, tampoco me invitaron a trabajar en el semanario Proceso que fundó Julio Scherer en noviembre de 1976.
Al regresar de París colaboré con el Departamento de Cultura del Estado de Jalisco, edité una colección de libros y una revista mensual, hasta que tomé la decisión de irme a España con mi familia. Ahí llegó mi relación con México, ahora estaba invitado a la FIL de Guadalajara, pero yo no quiero tener ninguna relación con el gobierno de Piñera, no me gustaría que después digan que me vendí por un pasaje de avión; funcionarios del Ministerio de Cultura me rogaron y pidieron que reconsiderara mi decisión, me preguntaron si no estaba conforme con el hotel.
MC.- ¿Minimizaron su decisión política a un asunto de “5 estrellas” en el hotel?
GM.- Sí, yo les dije que era un tema político, sigo defendiendo los ideales de la Izquierda, así que gracias por su ofrecimiento pero no voy.
MC.- ¿Con quién se hubiera reencontrado en Guadalajara?
GM.- Quería ver a un par de amigos: al compositor Julio Estrada y al editor Martí Soler, quien presentaría mi novela: El Guarén. Historia de un guardaespaldas (FCE, 2012), en el Fondo de Cultura Económica se enojaron conmigo por dejarlos plantados en la FIL, pero nadie me hará cambiar de opinión: no voy. No tengo nada en contra de México, estoy muy agradecido con la generosidad de los mexicanos, pero no quiero que me involucren con el gobierno de Piñera.
MC.- ¿Debutó en el afán editorial junto a Neruda al fundar Ediciones Isla Negra?
GM.- No, había trabajado por primera vez en Buenos Aires, viví en Argentina cuando estudiaba Filosofía y letras en la Universidad de Buenos Aires (UBA), ahí fueron mis primeras experiencias en la edición, era muy jovencito. Después me casé y en mi luna de miel en Isla Negra conocí a Neruda, por casualidad vi a un señor que estaba pescando, era la primera vez que pescaba (risas), me quedé mirando y me dijo: “es un muy buen lugar para pescar”, comenzamos a conversar y nos invitó a tomar un trago al mesón de la Hostería Santa Elena –antes era un buen lugar para brindar y compartir-, hablamos de libros, de esto y lo otro, y nos invitó a almorzar al día siguiente a su casa, nos hicimos amigos y prosperó el proyecto de Ediciones Isla Negra –publicamos 8 títulos-, después no continuamos porque la verdad nuestra editorial no resultó rentable. Pasó el tiempo y mi relación era más estrecha con Homerito Arce, después me fui a China durante dos años, cuando volví Neruda me invitó a Isla Negra, Neruda era anti-Mao, en el almuerzo se armó una discusión por el tema de China, yo la verdad regresé con una buena impresión de China y los otros invitados fueron solidarios con el dueño de casa, así que me quedé aislado en la discusión, así que me fui, pero cuando me iba salió Neruda y me dijo: “no te puedes ir”, lo acompañé a su biblioteca, sacó un libro publicado por Losada y dijo: “te lo voy a dedicar, pero con una condición, que no leas la dedicatoria hasta que vayas en el auto, el chofer te llevará”, escribió con su característica tinta verde: “A Germán Marín, anarquista de derechas”.
MC.- ¿Cuándo conversó con Neruda por última vez?
GM.- Neruda se fue a París designado Embajador de la Unidad Popular, cuando regresó –en noviembre de 1972- me envió un recado, que iría a Santiago a la inauguración de una galería de arte en Vitacura y me esperaba para conversar conmigo, así que nos juntamos –debió ser 8 meses antes del golpe de Estado-, él venía llegando y me dijo: “quería verte y saludarte, saber que estamos en buenas relaciones, a pesar de nuestras discusiones políticas”, de repente todo mundo lo rodeó, sólo alcancé a tomarlo del brazo y despedirme.
MC.- ¿Qué piensa de la posible exhumación de Neruda ante la denuncia del presunto asesinato?
GM.- Habiendo una duda razonable se debe investigar el presunto asesinato de Neruda, teniendo en cuenta los antecedentes de la Clínica Santa María donde asesinaron al ex presidente Eduardo Frei Montalva y sabiendo que el médico de turno es el mismo en ambos casos, es otro elemento a tomar en cuenta. Tengo entendido que no es fácil lograr una exhumación, estaba viendo en las noticias los problemas que se presentaron para exhumar a Yasser Arafat, es una diligencia legal compleja, debe estar muy bien justificada; así que no sé si en el caso de Neruda se cumplirá con la exhumación.
MC.- Con el corresponsal de Proceso investigamos: “El doble asesinato de Neruda”, el biológico e ideológico. Usted casi es vecino del Hotel Neruda, ¿qué piensa del lucro con la imagen del seudónimo del poeta?
GM.- Me irritó profundamente, después supe que el Hotel Neruda está autorizado por la Fundación mediante un pago por la franquicia, me parece escandaloso. Está bien bautizar a una biblioteca, una escuela o un museo con el seudónimo del poeta, pero no deben lucrar con la memoria de Neruda. Sé que en realidad es un “Motel Neruda”, por todos los vecinos es conocido que parejitas se quedan tres horas en el “Motel Neruda” y se van. ¿Quiénes son los propietarios del Hotel Neruda de Providencia?
MC.- La Sociedad Inmobiliaria Maulén administra los tres lujosos hoteles Neruda en Santiago y otro en Viña del Mar…
GM.- ¿Cuatro?, no sabía que el Hotel Neruda pertenecía a una cadena mercantil, qué impresionante. Recuerdo que cuando volví a Chile, en 1992, fui a Isla Negra ante la insistencia de un amigo que quería entrar a la casa de Neruda, yo la veía desde afuera y le advertí: “ya no es la misma casa”, entramos y descubrí que la habían transformado en una especie de casa de Walt Disney, la Fundación Neruda convirtió Isla Negra en una caricatura, exageraron el tono de las colecciones de copas y botellas, además los guías presentan al poeta de una forma burda y cursi, cosa que me molestó profundamente, salí con desagrado de Isla Negra. La Fundación Neruda pretende sacarle toda la plata a los turistas con souvenirs de mal gusto, con las casas de Neruda hicieron algo parecido a una franquicia de Walt Disney.