Después de muchas especulaciones y pronósticos contradictorios, los electores estadunidenses le dieron el triunfo a Barack Obama,pero los electores más mirados en menos fueron los negros y los latinos, gracias a los cuales ganó.
Al parecer la soberbia de los estadunidenses de “pura cepa” les impidió ver bien lo que estaba sucediendo y, mirando hacia adelante, hay que empezar no sólo a mirar bien sino que a entender una situación que puede volverse muy compleja.
Obama obtuvo más votos en el complicado y anticuado sistema electoral estadunidense, pero eso no equivale a obtener más poder y el que le falta le seguirá faltando y no se lo pueden dar ni los latinos ni los negros y mulatos.
A eso habría que agregar que los perdedores, o sea los blancos de pura cepa, son los que poseen la mayor parte de la riqueza del país, lo que ya establece una división que no se puede ignorar.
Menos aún, cuando desde todas las latitudes le reclaman al ahora reelecto mandatario que asuma su responsabilidad en la crisis por la que a traviesa la economía mundial y de la cual Estados Unidos es uno de los grandes, si no el más grande responsable.
Obama no lo ignora, pero como ya ha quedado en claro en sus declaraciones recientes, sabe que no tiene el poder necesario para tomar las decisiones que le han demandado inmediatamente después de conocerse su triunfo.
De hecho lo reconoció en el discurso que pronunció al conocerse los resultados de los comicios, diciendo:
“La democracia en una nación de 300 millones puede ser complicada, tenemos opiniones, cada uno tiene creencias profundas y cuando los tiempos son difíciles, necesariamente crea pasiones, controversias, eso no cambiará tras esta noche y no debería.”
Sostuvo Obama que para su país lo mejor está por venir y definió el tipo de país que quieren “un país seguro, respetado y admirado en el mundo…un país con confianza en la paz, que tiene que ver con la libertad y dignidad de cada ser humano”.
Su estilo oratorio ya es conocido, lo que importa es cómo esos pronunciamientos retóricos se convierten en realidades en lo político, económico y social.No ocurrió en sus primeros cuatro años de gobierno.
LA DEMANDA MUNDIAL
En el plano internacional lo que se señala es la urgencia de superar la crisis económica que tiene a tantos países al borde de la quiebra total, porque va más allá de lo económico-financiero e incide en lo social y humanitario.
Distintos gobiernos europeos han manifestado el deseo de que en su nuevo período presidencial Obama adopte una serie de medidas que influyan también en la solución de la crisis financiera y otros problemas que afectan tanto a países desarrollados como subdesarrollados.
Aunque a Obama le reconocen su actuación en situaciones como la crisis financiera mundial, de la cual no pocos y destacados economistas responsabilizan a Estados Unidos, se espera que sea posible adoptar acuerdos que impulsen la economía mundial.
Las expectativas no sólo se cifran en lo económico, sino también en la búsqueda de acuerdos para poner fin a las tensiones y confrontaciones que se manifiestan en el plano internacional, así como en el seno de las Naciones Unidas.
Hay reacciones y declaraciones de todo tipo,como las de Dimitri Medvedev,primer ministro de Rusia , que expresó su satisfacción por la derrota de Romney, que considera a Rusia el enemigo número uno.
Si se analizan todas las reacciones producidas, se llega a la conclusión de que el eventual triunfo de Romney no sólo era considerado como algo negativo sino más bien como una amenaza a nivel mundial y en muchos lugares se respira ahora con más facilidad.
En cuanto al problema de fondo, que es la crisis económica mundial que afecta principalmente a varios países europeos y a Estados Unidos, se han rescatado interesantes artículos, como el de Abraham F. Lowenthal,profesor emérito de la Univesidad de California y director fundador del Inter-American Dialogue.
En este documento,publicado por el diario Reforma bajo el título “Más allá de las elecciones:¿Puede EU revertir su caida?” , Lowenthal concluye que “La oportunidad está a la mano para fortalecer las tendencias centristas, salir del atolladero y empujar a Estados Unidos hacia adelante”.
HURACANES POLÍTICOS
En momentos en que la campaña de Mitt Romney parecía tener en problemas a la de Barack Obama, entró en escena el huracán Sandy que provocó interesantes cambios en la política estadunidense,los que no han sido bien analizados.
El primer impacto se produjo cuando el presidente Obama, en la disyuntiva de seguir sólo como candidato o bajare de la candidatura por un buen rato y ocuparse preferentemente del huracán, optó por esto último.
Su actuación no fue premiada con aplausos sino con la aprobación de los afectados por Sandy, porque no se ha visto con frecuencia en el país del norte que un mandatario se salga de sus funciones para preocuparse en ese grado de los problemas de sus gobernados.
Habría que saber quien mandó al huracán en esos momentos, porque no fue ese el único efecto que causó.Resulta que al dedicarse Obama a solucionar los problemas creados por Sandy y abandonar el trabajo electoral, necesitó y encontró un sustituto.
Este fue el ex presidente William Clinton, quien con mucho entusiasmo se dedicó activamente a reemplazar al mandatario y esto, pocas veces visto en el país del norte, resultó positivo tanto para el presidente ahora reelecto como para su antecesor.
Las malas lenguas dicen que este gesto de Clinton genera una deuda que debería pagarse dentro de cuatro años más, con el respaldo de Obama a la posible candidatura presidencial de Hillary Clinton.
Mientras tanto, parece que Sandy jugó también otro rol, porque al mostrar a un Obama preocupado por sus conciudadanos contribuyó a que Romney quedara atrás en la carrera presidencial y eso tiene una repercusión latinoamericana.
Romney era partidario de que en las relaciones de su país con América Latina, se impusiera una política de hegemonía regional, desde luego dirigida por el gobierno del norte.Por su parte, Obama postulaba una relación de iguales con nuestros países y ya veremos cómo se expresa.