Septiembre 21, 2024

Allende y Bolaño, encuentro bifronte entre historia y literatura

bolao_roberto500x

bolao_roberto500xLas principales contribuciones de este artículo consisten en señalar el contenido de la amalgama que se produce a raíz de dos efemérides chilenas (pero con consecuencias extracontinentales) cuyas conmemoraciones se realizan exactamente este año 2013. Una de estas efemérides contiene características histórico-políticas pues se refiere a los cuarenta años de la caída se Salvador Allende por el golpe de Estado de Augusto Pinochet el 11 de septiembre de 1973, y la otra guarda relación con un asunto literario-cultural ya que trata de recuperar la memoria en torno a los diez años trascurridos del fallecimiento del notable escritor Roberto Bolaño el 15 de julio de 2003 en la ciudad de Barcelona. Se trata, pues, de evocar de forma unitaria y en síntesis en 2013 una semblanza solapada en otra.


 

Con todo, cuando arriba hemos hablado de “amalgama” lo hacemos en un sentido muy preciso y singular: es posible poner de relieve el episodio del fin de Allende y del derrocamiento de la Unidad Popular y de sus consecuencias en el país, precisamente gracias al propio Bolaño. Pues él nos proporciona, debido a un sacerdote católico de una de sus inquietantes novelas, el carácter de la crisis que este evento supone para Chile, con lo cual de este modo en el retrato de unas fechas con otras (1973-2003-2013) se produce en nuestro material un espacio particular para formular un discurso unitivo a propósito del recuerdo de ambos personajes, es decir, Bolaño y Allende. Pero, como sugerimos, no es un asunto arbitrario o ambiguo complementar ambas semblanzas históricas pues en realidad en Nocturno de Chile (que es el libro de Bolaño que examinamos) permanece en embriones fuentes que facilitan recordar lo más trágico y grave ocasionados por la dictadura de las FF.AA. en Chile a partir de 1973 con el fin del presidente socialista. De este modo, es posible considerar lógico y pertinente la introducción de criterios comunes y combinables cuando aquí hablamos de dichas conmemoraciones pues en ellas hacemos presente un asunto transversal contenido de factores relativos a Salvador Allende, a la dictadura chilena y a la narrativa de Roberto Bolaño.


Cuando atrás hemos mencionado las consecuencias extracontinentales de estas dos referencias chilenas lo hemos hecho pensando: a) en el efecto político que tuvo la caída de Allende en las formulaciones teóricas del eurocomunismo pronunciadas por E. Berlinguer y S. Carrillo en Europa en 1977, relativas a la necesidad de ensanchar o acumular fuerzas más allá del marxismo para el cambio real de una sociedad; y b) en relación a Bolaño, es pertinente señalar que el extraordinario reconocimiento de su género, estilo y novelística excede los espacios locales de América Latina al considerarse que su auténtico lanzamiento cultural a la sociedad se produce desde España gracias a la destacada editorial Anagrama. Es un fenómeno muy diferente al “boom” narrativo sudamericano de los 60-70, causado por la literatura de García Márquez, Vargas Llosa, Cortázar o Donoso.

 

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Con el fin de la democracia y el ocaso de “la vía chilena al socialismo” promovida por Salvador Allende se cerraba un episodio muy importante en la historia política contemporánea. Por primera vez en el mundo un laboratorio ideológico y determinadas acciones políticas consideraban posible la llegada del marxismo al poder y al gobierno de una nación por medio de los votos, y no por las armas de una dictadura, y ello fue logrado por el programa de la Unidad Popular en las elecciones de 1970 con el apoyo de vastos sectores populares del país austral.


A partir del suicidio de Allende, cuya muerte fue discutida durante años, pues nunca resultaba convincente la declaración oficial de los militares, el crecimiento de la figura simbólica de este líder ha traspasado fronteras nacionales. Sin embargo, la controversia ética entre asesinato o suicidio se comenta de diversas formas en el exilio chileno. Fidel Castro en un discurso en La Habana en 1973 comenta que el presidente murió combatiendo, pero los médicos personales del presidente como P. Guijón y O. Soto hablan de que el propio Salvador Allende puso fin a su vida en La Moneda con un disparo bajo su rostro. Sin embargo, su suicidio fue definitivamente confirmado sólo en 2011 cuando fue exhumado el cadáver del cementerio de Viña del Mar, aunque mucho antes de ello su figura queda consolidada como la de un “mártir laico” en foros progresistas del Tercer Mundo. En los antecedentes nacionales de la historia de Chile hay otro gobernante del país de fines del XIX que también se mató, como fue el caso de J. M. Balmaceda.


Sus últimas palabras en el Palacio presidencial de La Moneda, mientras las bombas y un incendio en ese lugar queman la Constitución y la bandera de Chile, la defensa que hace de la propia democracia en su discurso final, la crueldad que se impone en el país a partir de Pinochet anticipada en ese propio discurso, otorgan a su figura un carisma singular dentro del concierto político latinoamericano. Y la perduración de esta sensibilidad popular consiste en que cada 11 de septiembre se reivindican en Chile sus ideales, cuando en manifestaciones públicas se protesta por ese aciago día producido por el golpe de las FF.AA.


Los ríos de tinta que se han empleado en Europa y fuera de ella en escribir apologías, comentarios, análisis e informes sobre Salvador Allende y su ideario, incluso para detestarlo, implican que su persona aún hoy no se ha rutinizado ni se ha transformado en trivial para un amplio espacio del imaginario socio-político chileno. Asimismo, los diversos estudios y bibliografías internacionales relativas a la “vía chilena al socialismo” o la revolución con empanadas y vino tinto, proporcionan valiosas fuentes de análisis respecto a ese pasado proyecto: se subraya la dificultad por parte de la Unidad Popular de establecer y crear una verdadera alianza política con las capas profesionales del país para un proyecto nacional común, así como la calculada ambigüedad de la Democracia Cristiana de Eduardo Frei por mantener un diálogo correcto con La Moneda en vistas a evitar el golpe de Estado. También se revela de dichos estudios el insistente discurso ideológico y praxis de la extrema izquierda en Chile en señalar que sin la vía armada es imposible modificar es statu quo injusto de una sociedad dependiente latinoamericana (lo cual intentaba afectar la legalidad del socialismo democrático de Allende y el vocabulario, en apariencia, “revolucionario” de los activistas o dirigentes del gobierno). Además, en diversos dossier sobre la “vía” se examina el acoso y la agresión del mandatario norteamericano R. Nixon y de la asesoría de la Casa Blanca a cargo de H. Kissinger contra el proyecto socialista de Allende gracias a la CIA y a las transnacionales Anaconda e ITT. Pero dentro de los mil días de gobierno de izquierda se hizo oficial gracias a Allende la nacionalización del cobre, previamente en manos de consorcios económicos de EE.UU.

 


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SALVADOR ALLENDE Y ROBERTO BOLAÑO


UN ENCUENTRO BIFRONTE ENTRE HISTORIA Y LITERATURA

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