Ni la Concertación ni la Alianza, el gran ganador de las elecciones municipales 2012 fue la abstención. Con un porcentaje total cercano al 60% a nivel nacional, el índice preocupa de cara a los comicios presidenciales del 2013 y pone en cuestión el sistema de voto voluntario.
Según los expertos hay varios factores que explican este fenómeno, sin embargo, la crisis de representación política y el nulo avance de las demandas levantadas por los movimientos sociales serían claves a la hora de explicar por qué este domingo una gran parte de los chilenos decidió no acudir a las urnas.
16 mesas del Liceo B-36 de Recoleta que no recibieron ningún voto – ni siquiera el de los propios vocales-, fue la imagen que representó estas elecciones municipales, donde la abstención ciudadana se catapultó como la gran vencedora de los comicios, alcanzando cerca de un histórico 60 por ciento en el debut delsistema electoral de inscripción automática y voto voluntario.
Según el último cómputo del ministerio del Interior, de los 13 millones 404 mil chilenos del nuevo padrón electoral, solo 5 millones 474 mil 947 concurrieron a las urnas a sufragar, con lo que el nivel de abstención llegaría al 59, 1 por ciento, superando ampliamente el 42 por ciento de las municipales de 2008 o el 38 por ciento de 2004. Más de 7 millones de chilenos se restaron de participar durante la última jornada electoral.
El indicador resulta preocupante si se considera que en la última elección votaron más de 6, 3 millones de personas de un universo electoral de 8 millones, y ahora con la ampliación del padrón en más de 5 millones –gracias a la inscripción automática-, el número ni siquiera se mantuvo, refutando a todas las encuestas que pronosticaban que habría un incremento de la votación, al menos del 10 por ciento.
La situación fue reconocida tempranamente por el director del Servicio Electoral (Servel), Juan Ignacio García, el que salió al paso de las críticas por la baja participaciónn, señalando que “en las elecciones municipales es normal, porque hay mayor abstención”.
Sin embargo, el propio Presidente Sebastián Piñera, aseguraría más tarde que el alto porcentaje de chilenos que no ejercieron su derecho a voto “es una señal de alerta que no debe pasar desapercibida”, aunque con anterioridad el ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, había defendido la implementación del nuevo sistema, asegurando que el voto voluntario “engrandece” la libertad de los chilenos.
A pesar de que el nuevo sistema electoral se implementó como una forma de incrementar la participación juvenil, para la directora de la consultora MORI Chile, Marta Lagos, “el propósito de intentar que los jóvenes fueran a votar tuvo un efecto negativo en la totalidad del electorado (…) Los legisladores se equivocaron, al no entender lo que pasaría con el pueblo chileno cuando le dieran la libertad de hacer lo que quisieran”.
Considerando las cifras, que señalan que no solo los nuevos electores no acudieron a las urnas, sino también gran parte de los antiguos votantes, la analista política aseguró que “si bien la ley se hizo para solucionar el problema de los jóvenes, se abrió la puerta hacia otros problemas, como la no participación masiva del electoral en general”, sostuvo, graficando que la implementación del nuevo sistema electoral “es como hacer una carretera hacia donde nadie quiere ir”.
En este sentido, la cientista política Marcela Ríos, indicó que el cambio electoral se hacía necesario, pues mientras el padrón electoral envejecía, los jóvenes no se inscribían, no obstante, “la idea de que con el cambio de inscripción se iba a poder frenar la baja participación que se venía dando, permitiendo que más gente votara, no ocurrió”.
A juicio de la experta, el problema de la abstención tiene su raíz en que la clase política no ha enfrentado la crisis de representación que se vive en nuestro país “y que hoy se manifiesta en toda su magnitud” con estas cifras de participación.
“Claramente, la gente que no votaba antes no era por el trámite de ir a inscribirse, sino por un descontento mucho más profundo, con los partidos, con el sistema político, con la democracia, una inscripción automática no resuelve esos problemas”, explicó Marcela Ríos.
El sociólogo Alberto Mayol, en tanto, atribuyó el alto porcentaje que se abstuvo de votar como un síntoma que ya se vivió en las calles con las movilizaciones sociales de los últimos dos años, y ahora “se transforma en una era de impugnación que se plasmó electoralmente a través de la abstención y que, seguramente, con el tiempo encontrará otras maneras de manifestarse”, dijo.
Asegurando que “esto es simplemente que el agua ya llegó al río”, Mayol sostuvo que es difícil que el escenario cambie de cara los comicios presidenciales del 2013, a menos que se avance en reformas institucionales, que en un año “son complicadas de hacer”, señaló.
En lo mismo coincidió Marcela Ríos, que indicó que es necesario que la clase política envíe un mensaje a la ciudanía, realizando modificaciones estructurales que ya han sido demandadas por los movimientos sociales, como los cambios al sistema binominal, reformas a la Constitución o la concreción de los petitorios de los estudiantes, que “tienen que ser abordados para dar una señal potente de que se ha entendido que hay un tema de legitimidad con las instituciones”.
Por otra parte, queda la duda sobre la convocatorial real que tuvo la campaña #yonoprestoelvoto de los secundarios de la Asamblea Coordinadora de Estudiantes (ACES), que también tuvo su contraparte en otras iniciativas que buscaban incentivar el voto juvenil (#lafranjadelosquesobran) o el sufragio informado (“No botes tu voto”).
Al respecto, la vocera de la ACES, Eloísa González, reconoció que el fenómeno de la abstención venía dándose con fuerza en los últimos años en Chile, “porque la gente no se siente representada por la institucionalidad política chilena”, asegurando que la campaña solo sirvió “para darle voz al descontento”.