Nueva York.- En su tercer y último debate antes de la elección presidencial, el presidente Barack Obama y su contrincante republicano Mitt Romney –empatados en las encuestas nacionales– buscaron utilizar su última oportunidad ante un público nacional para argumentar quién de los dos sería el mejor líder para asegurar la posición de Estados Unidos como única superpotencia mundial.
A dos semanas de la elección, el debate realizado en Boca Ratón, Florida, dedicado a política exterior, fue más notable por lo que se dejó de mencionar.
Una vez más, América Latina fue relegada al olvido, como lo ha sido a lo largo de estas campañas presidenciales, con la excepción de una mención de ampliar el libre comercio con el hemisferio –Romney insistió en que América Latina es una enorme oportunidad para nosotros como mercado comercial–, y una acusación de que Obama al inicio de su gobierno dijo que estaría dispuesto a reunirse con líderes como Hugo Chávez y Fidel Castro (junto con Ajmadineyad y otros enemigos). Por su lado, cuando Obama mencionó el fortalecimiento de alianzas estadunidenses en otras regiones, se olvidó de América. Ni una sola pregunta del conductor Bob Schieffer, de CBS News, durante los 90 minutos del debate se refirió a este hemisferio.
Muchos temas ausentes
La guerra contra las drogas, el tema migratorio, el cambio climático, las cada vez más intensas protestas contra medidas neoliberales en Grecia, España y otros países, entre otros temas del momento, también estuvieron ausentes.
Tal vez la otra cosa más notable fue que, en política exterior, se demostró que hay pocas diferencias entre ambos candidatos. Tal como comentó a NBC News Robert Haas, el presidente del Consejo de Relaciones Exteriores –uno de los centros de análisis más influyentes en política exterior–, al final del debate, hay mucho más acuerdo que desacuerdo. Otro reconocido analista, Walter Russell Meade, ya había pronosticado lo que finalmente ocurrió: Obama intentó pintar a Romney como otro George W. Bush, mientras Romney intentó pintarse como otro Obama, pero diferente.
El papel de Estados Unidos en el mundo fue resumido por ambos. Obama reiteró que Estados Unidos permanece como la nación indispensable, y ofreció la lista de los logros de su gobierno para reflejarlo, incluido el fin de la guerra en Irak, el fortalecimiento de alianzas internacionales, la muerte de Osama Bin Laden, el debilitamiento de Al Qaeda y la transición en Afganistán. Subrayó varias veces que con el fin de una década de guerras, es hora de dedicarse a la construcción de nación aquí en casa. Al final, reiteró que después de dos guerras y la peor crisis económica desde la gran depresión, la elección es una decisión entre retornar a las políticas que detonaron todo eso, o un futuro para continuar reconstruyendo la nación más grandiosa de la Tierra.
Romney afirmó que “nuestra misión en el mundo es hacer un planeta pacífico… Ese papel le cayó a America… no lo pedimos… America tiene una responsabilidad y un privilegio de defender la libertad y los principios fundamentales”, incluida la libre expresión, elecciones y la libre empresa, y para lograrlo, dijo, se requiere que el país sea fuerte económica y militarmente. Indicó: soy optimista sobre el futuro estadunidense para continuar con la misión de promover los principios de la paz y hacer más seguro al mundo y que, con Romney como líder, luchará por mantener esta nación como la esperanza del mundo.
En un ambiente más mesurado que en el debate anterior, Obama intentó descalificar las propuestas de Romney como un regreso al pasado, declarando en algún momento que son un retorno a las políticas exteriores de los 80, las políticas sociales de los 50 y las políticas económicas de los 20, y que no eran muy útiles para abordar los desafíos del siglo XXI. Lo acusó de cambiar de posición sobre varios temas, y que eso cuestionaba su capacidad como líder en el plano internacional.
Romney aseguró tener una estrategia para el futuro, y dijo que estaba de acuerdo con el presidente en que se tenía que avanzar hacia delante, y no hacia atrás, a las (políticas) de los últimos cuatro años, detallando las cifras económicas de desempleo, pobreza y deuda.
En cuanto a Medio Oriente, ambos reafirmaron que Israel es el aliado fundamental en la región, y que cualquier ataque contra ese país sería respondido por Estados Unidos. Y ambos insistieron en que un Irán nuclear es inaceptable. Romney dijo que sería más agresivo contra el régimen iraní, pero ambos coincidieron en que la vía diplomática y económica actual es la indicada y que una respuesta militar sería la última opción.
Romney atacó a Obama por su política en esa región, afirmando que Irán está cuatro años más cerca de un arma nuclear, que ha incrementado el tumulto en los países árabes, que no hay avances en las negociaciones de paz entre Israel y los palestinos y que el extremismo musulmán amenaza al mundo. Repitió su acusación de que la primera visita de Obama a la región fue una gira de apología de los países árabes, donde dijo que Estados Unidos a veces había dictado a esos países en el pasado. Nunca hemos dictado a otros países. Hemos liberado a otros países de dictadores.
Obama respondió que el punto más importante en esa región es quién tendrá más credibilidad entre todas las partes involucradas, e insistió en que él lo había logrado por asumir una postura consistente.
Sobre Siria, ambos ofrecieron versiones de una misma receta para expulsar del poder a Bashar Assad, organizar y armar a la oposición y asegurar que los que tomen el poder sean amigos de Estados Unidos. Abordaron la política sobre Afganistán, Irán y Pakistán, pero era difícil detectar grandes diferencias más allá de énfasis y retórica.
Sobre China, ambos insistieron en que lo más importante es obligar a ese país a jugar bajo las mismas reglas y que, aunque debe ser un socio, a veces es un adversario. Obama sostuvo que ha tomado medidas firmes en asuntos comerciales, mientras Romney afirmó que obligaría a China a suspender la manipulación de su moneda, y que pondría fin a su robo de propiedad intelectual. Obama resaltó que con el fin de las guerras que heredó, ha logrado dar un giro para dejar claro a China y otros países asiáticos que Estados Unidos es una superpotencia en el Pacífico.
Tal vez la mejor línea del debate fue la respuesta de Obama contra la acusación de Romney de que las fuerzas navales estadunidenses contaban con menos barcos hoy día que en 1916, como parte de su ataque de que el presidente está debilitando las fuerzas armadas. Obama respondió: hoy también hay menos caballos y bayonetas, y agregó que no es el número, sino la capacidad de las fuerzas lo que importa.
El hecho es que en esta elección la política exterior y asuntos de seguridad nacional (o sea, asuntos militares y de inteligencia mundial) no son prioritarios para el electorado, y de hecho sólo son mencionados como factor por una minoría reducida en las encuestas; en los estados claves en esta elección, según sondeos recientes, menos de 10 por ciento opina que la política exterior sea asunto importante. La última elección en donde seguridad nacional y política exterior fueron factores claves fue en la de 2004, en medio de la recién proclamada guerra contra el terrorismo.
En dos semanas se espera saber quién convenció más al electorado en este gran espectáculo político.