La ex presidenta es inconsistente. No le llega ni al tobillo a Eloísa González, la diáfana dirigenta de la ACES quien postula no votar para no legitimar las instituciones de un régimen político agotado y elitista. Bachelet decidió no venir a votar a su país para las municipales. Aquí dónde los concertacionistas quieren que se repita el plato con el voto ciudadano de la mayoría. Es su voluntad. Ella podría viajar y no quiere. Una alta funcionaria internacional que vive y trabaja en el extranjero puede invocar “el principio de fidelidad democrática con las instituciones” que gobernó y dar el ejemplo. Incluso con pasaje de ida y vuelta pagado.
Al contrario de Eloísa, la actitud de Bachelet debe ser parte de algún extraño vericueto de la estrategia comunicacional concertacionista para recuperar el Gobierno. Aquí no es la ampliación de la democracia lo que está en juego, ni tampoco la denuncia política de un sistema con déficit democrático funado por la rebeldía juvenil.
La contribución de Eloísa al debate democrático es mayor que la de Bachelet. El de la ex presidenta es producto del cálculo; no de principios.
Para Eloísa es distinto. Ir a votar en las municipales no cambiará en nada el diseño general de instituciones e intereses incapaces de satisfacer demandas ciudadanas fundamentales. Votar en las municipales es un chicle para pasar el mal gusto de lo que se viene en marzo. El binominal estará ahí. Hecho a la medida de las fuerzas políticas sistémicas que pactaron el régimen actual para darle garantías de gobernabilidad a los pocos dueños que acaparan la riqueza social de manera privada.
Pese a la claridad de la postura estamos en desacuerdo con la táctica que representa Eloísa, pero la entendemos. Nosotros votaremos por las candidatas y candidatos alternativos de Igualdad y no le prestaremos el voto ni a la Concerta ni a la Derecha. Creemos que con una buena cantidad de votos nuestros les daremos una lección. Ya se hizo y puede hacerse: concejalías en manos del nuevo partido Igualdad logran detener proyectos para mercantilizar el espacio comunal y contribuyen a dar pasos significativos en la participación y poder comunal. Se pudo en Peñalolén. No sin consecuencias represivas que cayeron sobre Lautaro Guanca dirigente poblador y político de Igualdad condenado por haber enfrentado a las fuerzas represivas e impedido ser candidato a Alcalde.
Como otros respetamos la decisión de la ACES. Son tácticas exploratorias diferentes en el campo popular. Hipótesis políticas que habrá que verificar y evaluar en sus resultados.
Eso sí, nuestros adversarios son los mismos: los binominalistas y su institucionalidad que produce despolitización junto el poder del dinero empresarial en las campañas y la función desinformadora de los medios dominantes.
Porque en el estricto plano político, si realmente “profundizar la democracia” les importara a las dos almas concertacionistas (incluido el nuevo Espíritu Santo: los comunistas), éstos hubieran pechado por reformar el sistema de escrutinio binominal parlamentario por uno proporcional y así concitar interés y apego por la política. Y nadie puede impedirse de pensar que el “incentivo” (la palabrita neoliberal de moda) por apernarse en los sillones del Congreso es el monto desproporcionado de la dieta parlamentaria a la que se añaden privilegios de casta que comparten con la derecha.
Ahora bien, la Concertación, como en el caso anterior, tampoco hace lo que debe hacerse para que Piñera cumpla con su promesa de voto de los ciudadanos chilenos en el extranjero. No denuncian, ni exigen, ni se movilizan. Porque tanto la ultraderecha UDI-RN como el concertacionismo remozado le temen al cambio que implica el sufragio de un millón de eventuales votos emitidos en el extranjero. Y que el piñerismo le exija a esa masa de ciudadanos que viven y trabajan afuera un “vínculo” con el país que no sea la justa voluntad de querer ejercer su derecho ciudadano, es un descaro que ofende. ¿Quiénes han entregado el país a intereses capitalistas y multinacionales extranjeras o proyectan hacerlo— las pensiones, el cobre, el agua, la energía, la educación, etc? ¿Quiénes piensan la soberanía nacional en términos de potencia militar agresiva con sus vecinos y no de poder constituyente?
Todo lo anterior en un shakesperiano “Huele a podrido en el Reino de Dinamarca”. La derecha goza para mantenerse en el poder y defender los intereses de la clase dominante del apoyo tácito y de la inconsistencia de la Concertación. Por lo mismo, sólo pueden generarse soluciones y propuestas reales de cambio desde abajo. Desde ese nuevo entramado de organizaciones de trabajadores, ciudadanos, estudiantiles y movimientos sociales que se gesta en una calma relativa que presagia una tormenta que será democrática, pero rebelde. Y ojalá tengamos una potente candidatura presidencial alternativa a las dos derechas que encarne demandas y luchas antineoliberales. Y no hay que engañarse: hay divergencias tácticas en el seno del pueblo pese a la comunidad convergente de proyecto. Pero los roces se pulen para sumar fuerzas en la dinámica movilizadora. Ayuda el identificar las diferencias con el fin de dirimirlas de manera justa para no restarle fuerza al poder unificador de las demandas sociales.
Leopoldo Lavín
Militante Partido Igualdad