El libro “Relatos de un viejo impertinente” de Cristián Aguadé, presentado este jueves en el Museo de Artes Visuales de la capital y publicado por Editorial Catalonia, son relatos escritos desde la visión de un hombre mayor, cuya experiencia de vida le ha permitido afinar la observación de lo que ocurre a su alrededor, entrelazándose con la propia biografía sin que ello signifique volver constantemente a los éxitos pasados sino que muestra como, sutilmente, los viejos van dando paso a las nuevas generaciones sin amarguras, sino que con humor y resignación frente a lo que consideran la ley de la vida.
Los protagonistas de estos relatos, están en un punto de su existencia en el cual, además de vivir entre bastones, varios tipos de remedios, los propios recuerdos y sin tantos prejuicios, pueden entretejerlos con la vida cotidiana y actual, criticando con humor e ironía el esfuerzo por vivir y sobrevivir convirtiéndose, el conjunto de relatos, en un homenaje a la vida.
Cristián Aguadé nació en Barcelona el 21 de febrero de 1921 y llegó a Chile a fines de 1939, a los 18 años de edad, junto a un grupo de refugiados de la Guerra Civil española.
Aquella guerra iniciada en 1936 culminó con la derrota republicana en abril de 1939 y como consecuencia de la misma, en la medida que la las tropas franquistas iban tomando Cataluña, el 15 de enero tras la caída de Tarragona, se inicia un exilio masivo cuya marcha fue protagonista en las carreteras catalanas que conducían a Francia.
La población civil no tenían responsabilidades políticas ni militares, por lo tanto ¿porqué huían? Según la escritora Teresa Pàmies “la masa de la población civil seguían un impulso colectivo, pensando algunos que en Francia encontrarían al marido, al hijo, al padre, al hermano; que pasada la borrasca retornarían juntos a empezar de nuevo la vida en familia, aunque faltasen algunos, muertos en las trincheras, en los bombardeos o, sencillamente, desaparecidos en la vorágine de la guerra.
México, Chile y República Dominicana, fueron los tres únicos países americanos que aceptaron oficialmente a los republicanos españoles. En la memoria colectiva, aquella re-emigración a América viene a menudo asociada a los nombres de los barcos utilizados para transportar a un gran número de refugiados españoles, en el convulso período de 1939 a 1940. Nombres como Flandre (312 exiliados), Sinaia (1.599), Ipanema (900) o Mexique (2.067) para el caso de México, Winnipeg (2.200) para Chile, Massilia en Argentina o el Stanbrook para Orán, significaron no solamente un pasaje a la esper anza sino un vivo recuerdo que marcó el inicio de una vida nueva en un lugar lejano.
Después de un duro principio, Aguadé comenzó a trabajar en Chile como corrector de pruebas en la Editorial Nascimento. Al cabo de un año se independizó para formar una sociedad con su compañero de viaje, Claudio Tarragó. De pintores de paredes, la empresa se convirtió en subcontratista y de la pequeña carpintería que instalaron, surgió la fábrica Muebles SUR, vigente hasta hoy.
Dedicado siempre a combatir el régimen franquista, su actividad como escritor fue de artículos y discursos, sobre todo en el Centre Català de Santiago de Chile, el que llegó a presidir.
Impulsado a escribir sobre la memoria histórica reivindicada por la nueva democracia española, publicó su autobiografía titulada Lucha inconclusa. Memorias de un catalán exiliado a Chile publicado en marzo de 2009 por la misma editorial.
Este libro testimonial fue traducido al catalán bajo el nombre de Memories d’ un Catalá de Xile, Editorial la Magrana de RBA libros, Barcelona.