Y es que Bielsa no ha muerto, se mantiene más vivo que nunca. No por sus resultados que al final del día lograron 0 copa. El rosarino simbolizó el cambio de mentalidad y actitud en un campo de juego. Por primera vez los protagonistas de la selección no eran defensas, sino delanteros.
Pasábamos de la táctica del murciélago (todos colgados en el arco propio) a ser un avasallador equipo ofensivo que no se medía en ningún momento, ni aunque el rival fuera el mismísimo campeón del mundo.
Por primera vez la selección chilena exudaba rebeldía, no terminaba los partidos pidiendo cambio de camiseta a las figuras del cuadro rival y corría como si el mundo se fuera a terminar en ese mismo instante. Todos los chilenos nos sentíamos identificados con nuestro equipo y por supuesto, con aquel misterioso DT que había logrado el milagro de transformar a nuestros jugadores, que hasta ese entonces eran solo noticia de farándula o asuntos policiales, en craks deseados por los mejores equipos del mundo.
Con Bielsa daba lo mismo el resultado, sabíamos que el que fuera, iba a ser consecuencia de una entrega total del equipo. El pueblo reía, las camisetas rojas abundaban y muchos chilenos intentábamos aplicar el estilo del DT en nuestro quehacer diario. Si hasta sus interminables y no fáciles conferencias de prensa, eran seguidas con atención por nuestra gente. Un pueblo que no precisamente acostumbra a seguir largas pláticas.
En resumidas cuentas, lo que Bielsa logró o estaba logrando, era el tan ansiado cambio cultural del Chile pos Pinochet, transmitido desde un deporte hacia el resto de la sociedad. El ciudadano de a pie sentía que la materia prima estaba y solo faltaba un Bielsa que le supiera sacar rendimiento. El país entero tomaba actitud de pararse de igual a igual con peces gordos y no sentía miedo al que dirán. Las organizaciones y colectivos veían que la disciplina y consecuencia, generaban resultados y cambiaban la historia. Los locos se descubrían como genios y los conservadores como ratones.
Pero en Chile la esférica historia gira más rápido que en otras partes y nos lleva a finales repetidos una y otra vez. El cambio cultural de Bielsa asustó a los mediocres especuladores, quienes vieron en el rosarino, a una especie de Nazareno indómito capaz de atacar sus invisibles sinagogas. Entonces no dudaron, una vez que obtuvieron el poder ejecutivo, en tomar como prioridad la salida del DT de la banca nacional. Aunque esto les significara bajar en las encuestas y ganarse el odio del pueblo. Para ellos el desprecio, se revierte con lucas. El cambio cultural, acababa con su imperio.
Fue así como Bielsa, al igual que Allende, terminó bombardeado por grupos económicos. Esta vez y dado el contexto, no utilizaron aviones ni tanques. Les bastó con la ANFP y un puñado de dirigentes malacatosos. El pueblo esperanzado y feliz, era devuelto a la gris dictadura del mal gusto. La historia se repetía, guardando las proporciones, pero coincidente con las acciones.
Quizás por eso es que Borghi y la actual selección, más allá del mal fútbol y resultados, no logran encantar. El pueblo no es tonto y sabe que el actual cuerpo técnico representa a Segovia, Jadue, Ruiz Tagle, Yuraszeck y Piñera, los mismos que sacaron a aquel loco que ofrecía la revolución.
Podrán pasar años, entrenadores, jugadores y resultados, pero nunca el pueblo olvidará el día en que los dueños del país, no conformes con robar pensiones, educación, salud, y recursos naturales , jodieron la felicidad de millones, al provocar la salida del hombre que en unos pocos años , intentó ir contra un ratón sistema de vida.
Por Cristian Zúñiga
@planetazuniga