A pesar de las discusiones que al parecer son de peso y envergadura, al interior de la Concertación existe el pleno convencimiento que el periodo 2014 – 2018… tiene dueña.
Aferrados a las encuestas, los Escalona, los Andrade, Girardistas, beatos y progresistas lanzan cantos de victoria, prometen que esta vez sí será todo diferente, que no se cometerán los mismos errores, faltas y pecados. Decidieron enterrar el olvido que los embargó durante los periodos instalados en La Moneda. La memoria los recuerda gobernando para los grandes grupos económicos, para esa desenfrenada tarea de continuar con la privatización y el lucro de lo poco que dejó la dictadura militar. Hacer participar a los bancos en el modelo de financiamiento educativo superior fue un delito. No hacer absolutamente nada por sacar a los poderes fácticos heredados de la dictadura fue un profundo error que se niegan a reconocer.
La memoria nos lleva a recordar el enorme engaño/traición con que fue tratada toda la generación de estudiantes secundarios, la crueldad y el despotismo de cómo la Concertación (no) resolvió las justas demandas estudiantiles. No hay absolución posible para el pecado de traicionar a los estudiantes, ellos son la generación de reemplazo y les pasan factura. La baja calificación/prestigio en que se encuentra la clase política da cuenta de aquella realidad.
Cuando los chilenos de Aisén colocaron sus urgencias en las calles, se hace evidente el precario conocimiento de los que gobernaron entre 1990 – 2010. Se expresa que no hubo la más mínima preocupación por ellos durante los veinte años concertacionistas. Cuando los pobladores de Freirina ya no pueden seguir soportando el olor a mierda, manifiestan que eso fue posible porque durante la concertación los asuntos no se hicieron bien, y es verdad, sencillamente porque los concertacionistas trabajaron de esa manera, había que favorecer a los grupos económicos, esos intereses que están por sobre el bien común, incluso un poco más arriba que la dignidad y las condiciones de vida de miles y miles de chilenos.
La clase política chilena 1990 – 2010 está profundamente equivocada, y no es por falta de conocimiento o de cultura, todos son letrados, sencillamente es su sentido de clase, la visión de este tiempo, sus opciones, y sus preferencias no caminan los mismos pasos que los millones de chilenos excluidos, marginados y masacrados por el modelo y el retail.
Se dan por ganadores los cinco concertacionistas y se niegan al debate del Chile/futuro, del que se hace indispensable comenzar a sentar las bases, los nuevos pilares, más sólidos y construidos con la mirada en una justa repartición de los beneficios, en dotar con fuerza del derecho la imperiosa necesidad de potenciar los derechos de todos los chilenos. No todos los concertacionistas están de acuerdo en cambiar la institucionalidad, y muchos no dicen nada frente al sistema binominal, frente al actual modelo económico no levantan la voz.
Y en este cuadro causa profunda extrañeza ver a ciertos sectores de la clase política concertacionista lanzando discursos de izquierda, ese intento de hacer creer que son suyas las reivindicaciones que con mucho esfuerzo y unidad lanzan desde las calles los estudiantes y los pobladores, los ciudadanos que defienden los recursos naturales, la defensa del medio ambiente, los que exigen la nacionalización del agua como elemento vital. No son creíbles en absoluto, esos devaneos lanzados así son la mejor expresión de ir a pescar votos a los que les puedan creer.
Los tiempos políticos cambian, no todos los días son iguales en política, especialmente cuando desde la calle, cuando las organizaciones sociales están exigiendo que el país tome un rumbo diferente. Son los ciudadanos los que de manera consistente le han demostrado a toda la clase binominal el mundo de la mediocridad en que ellos habitan.
Nunca la clase política había estado en tan precarias condiciones. No es extraño que la derecha transite sus conocidos pasos hacia el beneficio y el lucro, ese es su camino, el que pretende un Chile con puertas y ventanas de par en par para que el mercado se llene de espejitos y lucecitas de colores. Para regalarlo a bajo precio, y luego levantar las banderas del patriotismo. Los chilenos esperan de este país de pasos concretos con rumbo al desarrollo mas equilibrado, fenómeno que empieza por mejorar las condiciones de millones de personas.
Si se piensa que un eventual quinto periodo, esta vez más amplio, con algún excluido en algún ministerio o subsecretaria hará cambiar la manera de pensar en la calle, están equivocados. Deben recordar que Chile sigue siendo el país subdesarrollado, el mismo editorial escrito desde antiguos tiempos.
Pueden pensar los concertacionistas ampliados, que ante la cruda realidad la UNICA alternativa para estos tiempos son ellos. Los tozudos calendarios callejeros tienen una visión que no es así, las organizaciones sociales, los movilizados, los indignados y la nueva izquierda, consideran poco aceptable un programa a medias tintas, acuerdos entre pasillos y sillones. Constituye una agresión violenta escuchar a la clase política opositora manifestar que los excluidos no existen por haber estar en la foto congresal tres diputados nuevos, esa política de salchichas a trozos no es creíble, eso es el viejo camino reformistas….agotado.
La papeleta 2014 – 2018 aún no sale de la imprenta, eso es de público conocimiento y que nadie se llame a engaño, la historia muestra siempre un candidato del movimiento popular con sus banderas y un programa para el Chile diferente…eso falta, pero estará para volver a enamorar y dar los pasos para vencer.